El penfigoide gestacional o herpes gestationis es una enfermedad ampollosa subepidérmica que se presenta en gestantes durante el segundo y tercer trimestre del embarazo, o incluso durante el puerperio. Es una dermatosis infrecuente, cuya incidencia se ha estimado en alrededor de un caso cada 40.000-60.000 embarazos. Es más frecuente en pacientes con haplotipos DR3 y DR4 del sistema HLA1. Aunque la mayoría de casos responden bien a corticoides orales, algunos casos pueden ser resistentes a este y otros tratamientos. Aportamos un caso en el que empleamos con éxito una pauta de inmunoglobulinas por vía endovenosa.
Una mujer de 25 años, hipertensa en tratamiento con enalapril, primípara, que en el segundo trimestre del actual embarazo, a las 22 semanas, presentó una erupción iniciada en la región periumbilical consistente en placas intensamente pruriginosas con aparición de lesiones similares en la cara interna de ambas muñecas y en la cara de extensión de los miembros inferiores. Los estudios analíticos y serológicos (VHB, VHC, VEB y CMV) realizados no mostraron alteraciones, salvo una discreta eosinofilia. En algunas lesiones se desarrollaron ampollas a tensión (fig. 1A). El estudio histológico puso de manifiesto edema e infiltración por linfocitos y abundantes eosinófilos (fig. 2A), mientras que la inmunofluorescencia directa (IFD) mostró un depósito de C3 lineal en la unión dermoepidérmica (fig. 2B). Con el diagnóstico de penfigoide del embarazo se instauró tratamiento con 30mg/ día de prednisona, dosis que se incrementó hasta 60 y 75mg diarios ante la falta de respuesta en las revisiones semanales practicadas a la paciente.
El último mes de embarazo optamos por la administración de inmunoglobulinas intravenosas (IgIV) a dosis de 500 mg/kg/d durante 5 días. Con ello conseguimos reducir la dosis de prednisona a 30 mg/kg/d (reduciendo 5mg/semanales hasta alcanzar dicha dosis) sin empeoramiento del cuadro.
A los 15 días del parto se descendió la dosis de prednisona a 15mg/ día. En consenso con el Servicio de Ginecología de nuestro hospital, se realizó un nuevo ciclo de IgIV a las dosis previamente expuestas, en prevención de un probable rebrote del cuadro y dada la tórpida evolución del mismo. Al mes y medio del parto se suspendió la prednisona (fig. 1B) sin recidiva de las lesiones en los 6 meses posteriores. Los controles de seguimiento analíticos y las cifras de tensión arterial no mostraron variación alguna durante el tratamiento o después de él.
El tratamiento de elección en el penfigoide gestacional son los corticoides orales, a dosis habituales alrededor de 0,5mg/ kg/ día de prednisona oral, que mejoran el cuadro rápidamente en la mayoría de los casos. No obstante, al igual que ha ocurrido con nuestro caso, la corticoterapia por vía sistémica es, en ocasiones, insuficiente para controlar el cuadro clínico. Se han ensayado otras terapéuticas como la plasmaféresis, inmunoglobulinas intravenosas, piridoxina, ritodrina e inmunosupresores como ciclosporina2, azatioprina, dapsona o tacrolimus.
El uso de inmunoglobulinas intravenosas en enfermedades ampollosas autoinmunes resistentes a tratamiento convencional se está incrementando, ya que ofrece una alternativa terapéutica cómoda y con escasos efectos secundarios, la mayoría de ellos leves y autolimitados. Principalmente se han descrito episodios de flushing, mialgia, cefalea, náuseas y vómitos, taquicardia y leves incrementos en las cifras de tensión arterial, desarrollados en la mayoría de los casos entre 30 y 60 minutos tras comenzar la infusión3. Los casos de anafilaxia son prácticamente excepcionales y han sucedido principalmente en casos de pacientes con déficit de Ig A. De cualquier manera, casi siempre son evitables con una adecuada premedicación bien protocolizada en las unidades de hospital de día médico donde se lleva a cabo la infusión4.
Existen pocos casos en la literatura que reflejen el uso de inmunoglobulinas intravenosas en el penfigoide gestacional5–8, si bien se han utilizado con bastante éxito en el manejo de otras enfermedades ampollosas tales como el pénfigo vulgar, el penfigoide ampolloso y la epidermólisis ampollosa adquirida8. El mecanismo de acción de las inmunoglobulinas intravenosas no está perfectamente determinado, pero parece actuar en diferentes puntos de la cascada inmunológica, incluyendo el bloqueo funcional de los receptores Fc en los macrófagos del bazo, la inhibición de la acción mediada por el complemento y la modulación de la producción de citoquinas, entre otros3.
Al no haberse comunicado series largas de pacientes, dado que se trata de una patología de baja incidencia, las dosis y momento de administración de inmunoglobulinas son variables según el autor consultado. No se han detectado diferencias significativas entre realizar regímenes de 3 o 5 días, por lo que la mayoría de autores se acogieron a los protocolos existentes en sus centros hospitalarios. En cualquier caso, consideramos su uso pre y postparto para el control de la dermatosis en el tramo final del embarazo, y evitar un posible rebrote en la época puerperal.
Jolles et al3 observaron que el éxito de las inmunoglobulinas intravenosas en enfermedades ampollosas autoinmunes es siempre mayor si se usan como terapia adyuvante (91%) que cuando se emplean como monoterapia (51%). Los casos referentes al penfigoide gestacional publicados con posterioridad muestran éxitos terapéuticos en ambas situaciones5–8.
Nosotros utilizamos en nuestra paciente inmunoglobulinas intravenosas asociadas a corticoides sistémicos, ante la dificultad para mantener controlado el cuadro dermatológico y teniendo en cuenta que los corticoides en el embarazo también suponen riesgos para el feto (retraso en el crecimiento, prematuridad) y para la madre (osteonecrosis, hipertensión, infecciones, etc.). Creemos que la pauta realizada en nuestro caso puede ser de interés en casos de evolución tórpida y refractaria a la terapia convencional.