El osteonevus de Nanta es un fenómeno inusual caracterizado por metaplasia ósea en un nevus intradérmico1. La lesión fue descrita por primera vez por Heidesfield en 1908, y posteriormente por el dermatólogo francés André Nanta, en una publicación de 19112.
La formación ósea cutánea es un hallazgo poco frecuente en la piel que puede ser primario, en ausencia de lesiones preexistentes demostrables, o secundario a procesos inflamatorios y/o neoplásicos3. La formación secundaria de hueso ha sido reportada en una variedad de lesiones tales como pilomatrixoma, carcinoma basocelular, acné, granuloma piógeno y dermatofibroma. Sin embargo, la calcificación en un nevus intradérmico es un fenómeno muy raro1,4.
Un hombre de 38 años sin antecedentes patológicos de interés consulta por una lesión hiperpigmentada en la mejilla izquierda que ha crecido y se ha endurecido progresivamente. En la exploración física se evidencia un nódulo de color negro, duro, no doloroso a la palpación, de 1,5cm de diámetro (fig. 1). Se realiza exéresis completa de la lesión y se envía la muestra para estudio anatomopatológico. El examen histológico muestra nidos de células névicas con una adecuada maduración en la dermis superficial, y por debajo de estas, en la dermis profunda, presencia de trabéculas óseas de hueso maduro que contienen osteocitos en su interior (fig. 2). En el centro se observa hematopoyesis intramedular entre adipocitos maduros (fig. 3). Se cataloga como osteonevus de Nanta y se realizan controles periódicos al paciente.
Históricamente, los casos de formación ósea cutánea primarios han incluido entidades tales como la osteodistrofia hereditaria de Albright, la heteroplasia ósea progresiva, la miositis progresiva osificante y el osteoma cutis4. La osificación metaplásica secundaria ha sido reportada en asociación con cicatrices, granuloma piógeno, quiste epidérmico, fibroxantoma, lipoma y en sitios de traumas o inyección3,4. Casos raros incluyen quemaduras, dermoabrasión, dermatitis por estasis y metástasis cutáneas de carcinomas de mama, vejiga o bronquiales5. Las neoplasias benignas, sobre todo los nevos melanocíticos, representan la causa más común de formación de osteoma secundario3.
Clínicamente estas lesiones se asemejan a un nevus intradérmico, son más frecuentes en mujeres que en varones6 y tienden a estar localizadas en la parte alta del cuerpo, sobre todo en la cara. Esta observación ha hecho pensar que los constantes traumatismos e inflamación crónica de los folículos pilosos pueden tener un papel en el desarrollo de este proceso3,7. Las lesiones con necrosis, hemorragia y regeneración de tejido podrían afectar la concentración de iones de calcio y fósforo, pH, oxígeno y enzimas3. Estas características físicas y químicas podrían estimular reacciones de tipo granulomatoso, con la consecuente derivación de osteoblastos a partir de células mesenquimales, conduciendo a la formación de hueso3. No obstante, parece ser que el mecanismo más probable es la diferenciación de los fibroblastos a tejido óseo, con o sin factores de estimulación6.
De la misma forma, el hecho de que su incidencia sea más alta en mujeres ha despertado el interés de la posible asociación de los estrógenos con el desarrollo de este fenómeno6. Al parecer, esta hormona se une a los receptores osteoblásticos desencadenando la liberación de citocinas que inhiben la resorción ósea y la actividad osteoclástica1. Es probable que algunas citocinas, en conjunto con proteínas de adhesión celular y especialmente el factor transformante beta, posibiliten la diferenciación de células madre mesenquimatosas en osteoblastos y, de esta forma, se inicie la osificación8.
El estudio histopatológico del nevus de Nanta se caracteriza por la osificación por debajo de los nidos de células névicas3. Se encuentra hueso laminado o globular con una cavidad central, en cuyo interior se observa tejido adiposo, osteoblastos, osteoclastos, vasos sanguíneos, ocasionalmente elementos de la médula ósea y casi invariablemente se encuentran folículos pilosos en la lesión7,9.
No existe un manejo establecido ante esta condición e histológicamente la lesión es benigna. No obstante, hay un caso descrito en la literatura por Culver y Burgdorf de un melanoma maligno desarrollado sobre un osteonevus de Nanta, razón por la cual algunos autores consideran prudente vigilar al paciente10.
En este caso se presenta un paciente con una lesión névica que cumple con los criterios histológicos de osteonevus de Nanta, el cual fue resecado completamente y el paciente se encuentra en controles periódicos, sin presentar signos de recidiva.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Expresamos nuestro agradecimiento a la Dra. Gabriela Santacruz, responsable del Servicio de Dermatología del Hospital San Francisco de Quito, y al paciente cuyas imágenes se muestran en el trabajo, quien dio su consentimiento por escrito para la publicación de las mismas.