La radiodermitis crónica se define como una inflamación crónica de la piel producida tras la exposición a radiación ionizante. Esta radiodermitis suele presentarse en personas que, por su profesión, han estado expuestas de manera repetida a bajas dosis de radiación durante un largo período de tiempo sin el uso de la protección radiológica adecuada.
Se han descrito diferentes alternativas de tratamiento, como el 5-fluorouracilo tópico, la dermoabrasión, los láseres ablativos, la terapia fotodinámica o la cirugía1. En 2006 Sachse et al. describieron el uso de imiquimod en un paciente de 60 años con radiodermitis crónica en el tórax2.
Presentamos el caso de un paciente varón de 69 años, radiólogo de profesión, remitido a nuestra consulta para valoración de unas lesiones cutáneas en el dorso de los dedos de ambas manos de dos años de evolución. El paciente refería haber usado radioscopia en su práctica clínica durante 25 años sin el uso de guantes ni la protección radiológica recomendada.
En la exploración física se apreciaba atrofia cutánea, poquilodermia, pérdida de los anejos cutáneos, así como lesiones hiperqueratósicas y ulceraciones en el dorso de varios dedos de ambas manos junto con afectación ungueal (fig. 1).
Se realizó biopsia cutánea de varias de las lesiones. El estudio histológico de la lesión del tercer dedo de la mano izquierda mostró hallazgos compatibles con queratosis actínicas, mientras que el estudio histopatológico del tercer dedo de la mano derecha fue concluyente con un carcinoma espinocelular.
Tras informar al paciente de las distintas opciones terapéuticas se optó por iniciar tratamiento con imiquimod al 5% crema tres veces a la semana durante 4 semanas para reducir el número de lesiones. El paciente fue reevaluado tras la finalización del tratamiento, apreciándose una importante disminución del número de lesiones con buena tolerancia por parte del paciente (fig. 2). Ante la persistencia de la lesión del tercer dedo de la mano izquierda, el paciente fue remitido al Servicio de Traumatología, donde le realizaron amputación de la falange distal de dicho dedo.
El imiquimod (Aldara®) es un fármaco con propiedades inmunomoduladoras que pertenece a la familia de las imidazoquinolinas. Su uso mediante aplicación tópica estimula la respuesta inmunológica del sistema innato y adquirido3. Así, este fármaco mediante su unión al receptor tipo toll 7 (TCR-7) activa las células inmunes induciendo la secreción de numerosas citocinas con potencial efecto antitumoral, como el IFN-alfa, el factor de necrosis tumoral alfa y la interleucina 124. Además de su acción antitumoral, estudios in vitro han demostrado que imiquimod también presenta propiedades antiinflamatorias, apoptóticas y antiangiogénicas5.
La aplicación tópica de este fármaco ha sido aprobada para el tratamiento de queratosis actínicas, algunos subtipos de carcinoma basocelular y casos de infección por papilomavirus6. Sin embargo, en la práctica clínica se ha descrito su eficacia en la enfermedad de Bowen, el carcinoma espinocelular in situ, el lentigo maligno, el sarcoma de Kaposi, en casos de metástasis cutáneas por melanoma y en queloides localizados en el hélix7–10. Recientemente, Sachse et al. describieron la eficacia del uso de imiquimod en un paciente con radiodermitis crónica2.
La radiodermitis crónica se define como una inflamación crónica de la piel producida tras la exposición a radiación ionizante que suele presentarse en pacientes expuestos sin las medidas de protección radiológica recomendadas. La progresión y el grado de radiodermitis crónica vendrá determinado por la calidad y la intensidad de la radiación. Generalmente, una dosis superior a 12-15Gy producirá una radiodermitis crónica2. Sin embargo, es posible que dosis inferiores pero repetidas puedan producir este tipo de lesiones.
El primer signo clínico de radiodermitis es la atrofia cutánea; la piel se vuelve fina, seca y a menudo hiperqueratósica. Además, puede observarse la pérdida parcial o completa de los anejos cutáneos. Sin embargo, el problema más grave de la exposición crónica a radiaciones ionizantes es el desarrollo de lesiones precancerosas o cánceres cutáneos como el carcinoma espinocelular.
En cuanto al tratamiento se han descrito diversas modalidades como la aplicación de 5-fluorouracilo tópico, la dermoabrasión, el uso de diferentes láseres ablativos, la terapia fotodinámica, la cirugía o el uso de imiquimod tópico, como en nuestro paciente1,2. El dorso de las manos, por su localización, puede presentar mayores problemas terapéuticos, por lo que el uso de imiquimod podría considerarse como una buena alternativa para tratar o reducir el número de lesiones previo a la indicación de otros tratamientos por su fácil aplicación, buena tolerancia por parte del paciente y sus escasos efectos secundarios. En conclusión, hemos presentado el caso de un paciente con radiodermitis crónica en el dorso de ambas manos con buena respuesta al tratamiento con imiquimod tópico.