La rosácea es una dermatosis inflamatoria crónica que afecta preferentemente a la zona centrofacial, y que se caracteriza por episodios transitorios de eritema y lesiones inflamatorias, fundamentalmente de pápulas y pústulas. En la actualidad no se conocen de forma exacta cuáles son los mecanismos fisiopatogénicos subyacentes, aunque se ha postulado que determinadas alteraciones vasculares y la respuesta inmunológica frente a la infestación por algunos microorganismos, como Demodex folliculorum, parecen ser sus principales responsables1. Entre sus múltiples desencadenantes se encuentran factores alimentarios, emocionales, climáticos, la aplicación de productos tanto cosméticos como terapéuticos y también determinados fármacos administrados vía sistémica.
Una mujer de 38 años consultó por la aparición de un brote de pápulas y placas eritematoedematosas, con pústulas aisladas, que se localizaban en ambas mejillas, y que presentaba desde hacía unas 2 semanas.
La paciente no había tenido ningún antecedente de erupciones acneiformes a lo largo de su vida. Tampoco refería el antecedente previo de exposición solar, ni la ingesta de ningún medicamento de forma habitual, ni la aplicación reciente de cosméticos ni otro tipo de cremas en la cara. Por el contrario, comentó que las lesiones se iniciaron 5 días después de iniciar un tratamiento con un suplemento vitamínico del complejo B (vitaminas B12 [1g/día], B6 [500mg/día], y B1 [500mg/día]) que le habían administrado por un dolor neuropático.
Las lesiones eran clínicamente muy sugestivas de rosácea, por lo que no se realizó biopsia cutánea ni se solicitaron exploraciones complementarias. Se retiró el complejo vitamínico y se instauró tratamiento con fotoprotección y metronizadol tópico con mejoría progresiva de las lesiones, que remitieron por completo a las 3 semanas. En los meses sucesivos la paciente no desarrolló nuevos brotes de lesiones similares.
Algunos medicamentos son capaces de inducir o exacerbar una rosácea o lesiones acneiformes. Los más conocidos son los corticoides, especialmente los fluorados, administrados de forma tópica, inhalada u oral2. Revisando la literatura existen otros fármacos que también pueden originar erupciones de rosácea, aunque de forma mucho menos frecuente, como la amiodarona3, los parabenos administrados vía oral4, la acetazolamida5, el antidepresivo amineptina6, los inhibidores de la fosfodiesterasa3, o algunos derivados de la vitamina B7-10.
Los mecanismos que se han relacionado con este tipo de erupciones son variados, aunque implican fundamentalmente al óxido nítrico y a las prostaglandinas.
De este modo, el óxido nítrico liberado tras la administración de algunos fármacos, como los inhibidores de la fosfodiesterasa 5, utilizados para la impotencia masculina, podría provocar alteraciones vasculares e inducción de rosácea en individuos genéticamente predispuestos3. Otro mecanismo etiopatogénico postula que también podrían deberse a una irritación del epitelio folicular por una excreción aumentada y prolongada de los fármacos responsables, que desencadenaría una respuesta inflamatoria7.
En relación con los derivados de la vitamina B, el flushing cutáneo es un efecto adverso que puede limitar la administración de la niacina (vitamina B3). Se ha asociado con la ingestión diaria de altas dosis de esa vitamina10. Algunos estudios realizados en ratas han demostrado un incremento en la permeabilidad vascular de forma dosis-dependiente en las que fueron tratadas intradérmicamente con nicotinamida (coenzima que contiene vitamina B3) y de su metabolito N-metilnicotinamida, por un mecanismo que involucra óxido nítrico y prostaglandinas8.
Las vitaminas B2 (riboflavina), B6 (pirodoxina) y B12 (cianocobalamina) pueden provocar un empeoramiento del acné vulgar o la erupción de un exantema acneiforme. Es mucho más frecuente que se afecten mujeres que hombres. Clínicamente suelen aparecer pápulas y pústulas diseminadas por la cara (sobre todo en la frente y en las mejillas), aunque también puede afectar a la parte alta del tórax7.
Por último, también han descrito casos de rosácea fulminante tras la administración de dichas vitaminas, que se produjeron de forma dosis-dependiente en la mayoría de los casos7.
La rosácea inducida por vitamina B no suele responder de forma adecuada a las pautas terapéuticas habituales para la rosácea, pero mejora rápidamente al suspender el suplemento vitamínico.
Como conclusión, la administración de derivados de la vitamina B debe considerarse entre las causas farmacológicas de comienzo o empeoramiento de la rosácea.