La pigmentación de las papilas fungiformes de la lengua fue descrita por primera vez hace más de un siglo1. Aunque parece ser bastante frecuente en los individuos de raza negra2–4, no consta en muchos textos de Dermatología ni de patología oral5. Existen algunos casos publicados en las poblaciones japonesa e hindú5, pero se considera rara en las razas orientales y es excepcional en los individuos de raza blanca.
Presentamos dos pacientes con pigmentación de las papilas fungiformes de la lengua diagnosticadas recientemente en nuestro país. El primer paciente es una mujer de 35 años de edad, de raza negra. Entre sus antecedentes patológicos destacaba una serología VIH positiva detectada en 2006 y un tuberculoma cerebral tratado con tuberculostáticos en 2007, actualmente en tratamiento con tenofovir, emtricitabina y nevirapina. La paciente consultó por pigmentación en el dorso de la lengua que se notó ella misma unos meses antes. A la exploración de la mucosa oral la paciente presentaba una pigmentación limitada a las papilas fungiformes en algunas áreas del dorso de la lengua. Las papilas pigmentadas estaban agrupadas en grupos de 15-20 papilas, dando al dorso de la lengua un aspecto moteado (fig. 1). La paciente no presentaba sintomatología sistémica. El segundo paciente es una mujer de 43 años de edad, de origen étnico sudamericano, con antecedentes de cesárea hace 22 años. No tomaba medicación de forma habitual. La paciente había detectado unos meses antes la presencia de pigmentación en el dorso de la lengua. A la exploración de la mucosa oral presentaba una pigmentación limitada a las papilas fungiformes del dorso de la lengua, encontrándose pigmentadas la mayoría de las papilas fungiformes de una manera difusa y simétrica, predominantemente en la punta y las caras laterales del dorso de la lengua (fig. 2). Las papilas fungiformes de la parte central del dorso lingual no se encontraban pigmentadas. No tenía sintomatología acompañante.
La pigmentación de las papilas fungiformes de la lengua fue descrita en 1905 y se consideró inicialmente relacionada con la anquilostomiasis1. Otros autores la han observado en asociación a procesos dermatológicos como ictiosis lineal circunfleja5 y liquen plano6 y se ha descrito también en relación con algunas enfermedades sistémicas como hemocromatosis, esclerodermia, anemia perniciosa y anemia ferropénica7,8. Sin embargo, todas estas presuntas asociaciones se proponen a partir de casos individuales, sin ningún estudio sistemático al respecto. De hecho, teniendo en cuenta que en un amplio estudio realizado en Sudáfrica se detectó pigmentación confinada a papilas fungiformes en el 6% de varones y el 8% de mujeres2, es probable que sean casuales. En otro estudio más reciente el 30% de las mujeres y el 25% de varones de raza negra presentaban pigmentación de las papilas fungiformes4.
Clínicamente, la pigmentación de las papilas fungiformes suele desarrollarse en la segunda o tercera décadas de la vida4, aunque puede iniciarse en la infancia. Además de haberse observado en los individuos de raza negra y en los japoneses8, también se ha descrito en los aborígenes australianos6 y en individuos de la etnia hindú6. La incidencia en estas razas es desconocida, pero se considera sustancialmente inferior a la de la raza negra4,5,7,8.
La patogenia de la pigmentación de las papilas fungiformes es desconocida. Werchniack et al9, a partir de la presencia de pigmentación de las papilas fungiformes en madre e hija sugieren una herencia autosómica dominante que no ha sido previamente descrita ni corroborada por otros artículos. La razón por la que las alteraciones están limitadas a las papilas fungiformes es también desconocida. Histológicamente en la pigmentación de las papilas fungiformes se observan numerosos melanófagos en el corion de las papilas fungiformes, sin la presencia de infiltrado inflamatorio4,9. El pigmento localizado en el interior de los melanófagos muestra positividad para melanina con la tinción de Fontana-Masson y negatividad para hierro con la tinción azul Prusia9. La naturaleza adquirida de las lesiones y la presencia de melanófagos sugiere un periodo transitorio de inflamación, pero la falta de infiltrado inflamatorio es uno de los marcadores histológicos de la entidad9.
El diagnóstico diferencial debería establecerse con respecto a otras pigmentaciones de la mucosa oral tales como la observada en la hemocromatosis, la anemia perniciosa, los tatuajes por amalgama o la enfermedad de Addison. Sin embargo, en todos los casos bien la distribución y características clínicas, bien las manifestaciones acompañantes permiten su diagnóstico de forma clara.
No se ha descrito ningún tratamiento eficaz de la pigmentación de las papilas fungiformes9, aunque en un caso asociado a anemia ferropénica se observó una moderada reducción de la pigmentación después del tratamiento de la misma7.
Describimos el primer caso de pigmentación de las papilas fungiformes en un individuo de origen étnico sudamericano y consideramos que puede observarse en todas las razas intensamente pigmentadas. Debido a la creciente migración cada vez veremos más casos en Europa, y es importante reconocer la pigmentación de las papilas fungiformes de la lengua para evitar presunciones diagnósticas erróneas y estudios complementarios innecesarios4,10.