Mujer de 55 años, fumadora desde los 20, sin enfermedades ni alergias a fármacos en seguimiento en cirugía general por lesión dolorosa de 2 meses de evolución en el glúteo derecho, que había aumentado de tamaño a pesar de haber realizado 2 ciclos de antibioterapia por vía oral indicados por su médico de atención primaria. Con el diagnóstico clínico de quiste epidérmico infectado, el servicio de cirugía general procedió al drenaje de la lesión. Ante la mala evolución tras un mes de seguimiento en curas, remitieron a la paciente para valoración por nuestra parte. Presentaba en el cuadrante superoexterno del glúteo derecho (fig. 1) una placa infiltrada de 5cm de diámetro, eritematoviolácea y dura a la palpación, con una úlcera, secundaria a la intervención quirúrgica, de 15mm de diámetro mayor, muy profunda en la zona central y en cuyas paredes podíamos observar material blanco amarillento sólido. En la anamnesis, refería pérdida de 15kg de peso en 2 meses que relacionaba con una dieta de naturopatía. Realizamos una ecografía y una biopsia en cuña que se remitió para estudio histológico y microbiológico (cultivo de hongos, bacterias y micobacterias que resultó negativo). En la ecografía Doppler color (equipo Esaote, MyLabClass C dotado de sonda de 18MHz) (fig. 2) se apreciaba una lesión sólido-quística heterogénea localizada en la dermis y hasta el tejido celular subcutáneo, de 45×27mm, con áreas anecoicas centrales entremezcladas con otras hiperecoicas de bordes bien delimitados. La lesión presentaba refuerzo posterior y el Power Doppler mostraba vascularizacio¿n polar periférica. Todos estos hallazgos (la heterogeneidad y la importante vascularización por varios polos de la lesión) indicaban que pudiera tratarse de una lesión maligna, lo que permitió acelerar el estudio histológico. En él, se observaba (fig. 3 A y B) infiltración dérmica por una proliferación epitelial maligna de células de hábito escamoso con marcado pleomorfismo nuclear, nucléolo prominente y algunas mitosis que se disponían formando nidos sólidos en los que se identificaban puentes intercelulares y frecuentes células apoptóticas. Se observaba además necrosis extensa y no se podía apreciar conexión epidérmica. La proliferación alcanzaba los bordes periférico y profundo de la muestra remitida. Con el diagnóstico de carcinoma epidermoide pobremente diferenciado, se solicitó una radiografía de tórax que reveló un no¿dulo en el pulmo¿n izquierdo y un infiltrado intersticial focal con li¿neas septales e imágenes nodulares en su interior en el pulmo¿n derecho. En la PET-TC de tórax se confirmó la presencia de un tumor diseminado de origen pulmonar en estadio iv, con una gran masa pulmonar en lóbulo superior derecho y metástasis pulmonares y óseas múltiples. Además, se observaba una masa de partes blandas, hipermetabólica en el glúteo derecho, que se correspondía con la lesión cutánea. La lesión se extirpó de forma completa por decisión de la enferma. El servicio de oncología incluyó a la paciente en un ensayo clínico con intención paliativa, a pesar del cual se produjo el fallecimiento 7 meses después.
A) En la dermis y hasta el tejido celular subcutáneo, se aprecia una lesión solido-quística heterogénea de contorno polilobulado y en la que se aprecia una zona de dermis superficial respetada, superponible a la imagen anatomopatológica. B) En el Power Doppler presenta abundante vascularización periférica que penetra en la lesión desde varios polos.
La piel es un lugar poco frecuente de aparición de metástasis de neoplasias internas y su afectación se estima entre el 0,5 y el 9% de los pacientes1-4 del total de las metástasis. Cualquier tumor maligno puede producir metástasis cutáneas (MC) y existe gran variabilidad en cuanto al tipo de neoplasia que lo hace con más frecuencia en función de la serie consultada3-6.
Las MC de los tumores de pulmón son raras (0-4% de los casos según la serie), le confieren un pronóstico muy pobre a la enfermedad con una supervivencia media de 3 a 5 meses7 y existen pocos artículos publicados en la literatura6-8. Su presentación clínica es muy variada en forma de máculas, pápulas, nódulos y lesiones ulceradas. La localización habitual de las MC de tumores de pulmón es la pared torácica, el cuello, la pared abdominal, el cuero cabelludo y la cara6, y el carcinoma epidermoide es el subtipo histológico que tiene más baja incidencia de este tipo de metástasis. En menos del 1% de los casos las MC representan la primera manifestación de la neoplasia pulmonar y es en estos casos en los que la sospecha clínica se torna fundamental. En muchas ocasiones son un hallazgo en las fases finales de una enfermedad neoplásica y su detección no aporta ningún dato pronóstico. Sin embargo, en algunos casos, como el nuestro, la MC permite diagnosticar una neoplasia desconocida e instaurar el tratamiento de la misma.
La ecografía de alta frecuencia es una técnica accesible, rápida y no invasiva que puede aportar un alto índice de sospecha de lesión maligna en este tipo de pacientes. Existen muy pocos artículos de ecografía de MC en otros tumores distintos del melanoma3,9,10. Giovagnorio et al.3 encuentran que la forma policíclica de la lesión y la hipervascularización con presencia de múltiples polos periféricos son signos indicativos de MC. El diagnóstico diferencial ecográfico se plantearía con los quistes epidérmicos inflamados, los linfomas cutáneos que en algunas ocasiones presentan mucha inflamación o áreas quísticas en pacientes con hidradenitis supurativa. En esta última situación, encontraríamos además fistulización y áreas de drenaje en la imagen clínica y en la ecografía.
Presentamos a una mujer joven con una metástasis glútea como primera manifestación de un carcinoma epidermoide de pulmón, en la que la ecografía cutánea indicó la posible malignidad de la lesión y permitió acelerar el proceso diagnóstico.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.