Se trata de un varón de 62 años que consulta por una lesión ulcerada y dolorosa en glande de un mes de evolución. Inicialmente se trataba de una lesión papulosa que tras ulcerarse de manera espontánea había drenado un material blanquecino, permaneciendo estable desde entonces. El paciente negaba otra sintomatología, lesiones similares, así como relaciones sexuales de riesgo. Como antecedente relevante destacaba haber presentado un adenocarcinoma rectal infiltrante moderadamente diferenciado 16 meses antes (T3 N2b M1a) del cual se encontraba en remisión completa desde hacía 6 meses tras haber recibido tratamiento quirúrgico, quimioterapia y radioterapia.
Exploración físicaAl realizar la exploración se observaba en cara lateral del glande una úlcera de 4mm, de fondo eritematorrosado y con restos de fibrina en sus bordes (fig. 1); sobre una placa de 1,5cm, bien delimitada, pétrea, infiltrada y dolorosa a la manipulación. No se detectaron otras lesiones en el resto de la piel o mucosas, ni adenopatías inguinales.
HistopatologíaInfiltrado constituido por formaciones glandulares (fig. 2) con positividad para el marcador inmunohistoquímico citoqueratina 20 (fig. 3a) y negatividad para citoqueratina 7 (fig. 3b).
Otras pruebas complementariasSe realizó análisis de sangre básico, con marcadores tumorales y serologías dentro de la normalidad. El estudio de detección del virus del papiloma humano en la muestra histológica fue negativo. La TAC toracoabdominopélvica descartaba enfermedad tumoral locorregional y a distancia.
¿Cuál es su diagnóstico?
DiagnósticoMetástasis cutánea en pene de adenocarcinoma de recto.
Evolución y tratamientoAnte el diagnóstico se solicitó PET-TAC detectándose actividad metabólica focal en glande, alas sacras y cadenas iliacas, hallazgos indicativos de infiltración neoplásica, iniciándose entonces tratamiento quimioterápico paliativo.
ComentarioEl primer caso de metástasis de pene por adenocarcinoma rectal fue publicado en 19501 y desde entonces solo hay veinticinco casos descritos en la literatura. Estas metástasis a nivel de pene son raras, a pesar de ser un órgano muy vascularizado y de la gran proximidad anatómica entre ambos, lo que demuestra que el mecanismo de diseminación a esta rara localización sea aún desconocido2. La teoría más apoyada se basa en la diseminación hematógena por embolización tumoral a través del flujo venoso retrógrado del sistema pudendo profundo; otras teorías aceptadas son la diseminación a través del sistema linfático hipogástrico inguinal, la extensión a través del espacio perineural o la diseminación directa e incluso secundaria a la instrumentalización quirúrgica. Lo habitual es que se presenten durante los primeros 18 meses tras el diagnóstico del tumor primario, aunque hasta en 1/3 de los casos aparecen de forma sincrónica3 al mismo. Las metástasis cutáneas en el pene tienen una presentación clínica muy variable3, siendo lo más frecuente en forma de placa o nódulo indurado, ulcerado o no y generalmente asintomático, aunque pueden asociar dolor perineal, priapismo, hematuria y obstrucción urinaria. Típicamente se localizan en cuerpo de pene, siendo muy rara su localización en glande y prepucio.
En el diagnóstico diferencial debemos incluir otros tumores primarios y secundarios que pueden presentarse en esta localización. Entre los tumores primarios destacan el carcinoma de células escamosas, el carcinoma adenoescamoso4 y otros adenocarcinomas de pene como el carcinoma de glándulas de Littré, el melanoma y el sarcoma. Entre los tumores secundarios, que representan solo el 0,8% de todos los tumores de pene, destacan los de origen genitourinario (tumores vesicales y adenocarcinoma de próstata), que suponen aproximadamente un 70% de los tumores primarios que metastatizan a esta rara localización3,5.
La presencia de metástasis cutáneas representa un pronóstico ominoso5, que en el caso de las localizadas en el pene suponen una supervivencia global inferior a un año tras el diagnóstico de las mismas3, puesto que su presencia suele indicar enfermedad diseminada. No existe así un esquema terapéutico definido, su manejo suele ser paliativo mediante quimioterapia y/o radioterapia, reservándose la cirugía para casos con metástasis únicas.
En conclusión se trata de un caso de una rara presentación de metástasis cutánea de adenocarcinoma de recto, por su localización atípica y por encontrarse en aparente remisión completa en el momento del diagnóstico.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Al Complejo hospitalario de Toledo y al Servicio de Oncología del mismo por su colaboración.