El término dermatoporosis se ha propuesto recientemente para definir los cambios estructurales que aparecen con la edad1.
Los primeros signos y síntomas aparecen a partir de los 60 años y se manifiestan por completo entre los 70 y los 90 años. Dentro de los signos morfológicos de la dermatoporosis se incluyen la presencia de púrpura senil, la atrofia cutánea y las cicatrices. La pérdida de función de protección se traduce en el retraso de la cicatrización, las laceraciones tras traumatismos leves o la formación de hematomas profundos disecantes que, si no se drenan, evolucionan hacia grandes áreas necróticas2.
Presentamos el caso de una mujer de 93 años de edad, con antecedentes personales de diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, cardiopatía hipertensiva, insuficiencia respiratoria crónica, carcinoma ductal de mama y neuralgia del trigémino.
Su tratamiento era el siguiente: clopidogrel (75mg al día), acarbosa (100mg cada 8h), clorhidrato de metformina (850mg al día), lactulosa (2 sobres [20g] al día), paracetamol (650mg cada 8 horas), carbamacepina (100mg al día), furosemida (40mg al día), diltiazem (120mg cada 12h), venlafaxina (75mg una vez al día), anastrozol (1mg al día), enalapril (20mg al día), inhaladores (salbutamol y bromuro de ipratropio). Ingresó por un hematoma en el miembro inferior izquierdo de 5 días de evolución. La paciente refería un traumatismo leve con eritema y pinchazos leves en la pierna izquierda 10 días antes (fig. 1).
Presentaba un hematoma en la cara anterolateral externa de la pierna izquierda de 20cm. Un año antes había presentado un hematoma en la pierna derecha de 25 por 15cm que requirió drenaje quirúrgico y colocación de sistema de tratamiento de cierre asistido con vacío (fig. 2). Se realizó una ecografía que mostró un gran hematoma en la cara anterolateral de la pierna izquierda que se extendía desde la región poplítea hasta el tobillo y que asentaba, sobre todo, en el plano subcutáneo. La estructura tenía un espesor aproximado de 5cm (fig. 3). Se procedió al desbridamiento quirúrgico y posteriores curas tópicas, con reepitelización progresiva.
Se realizó un hemograma completo con fórmula y recuento de plaquetas que fueron normales, excepto hemoglobina de 8,9g/dl, 2,58106/μl de hematíes y hematocrito del 24,7%. El tiempo de tromboplastina parcial fue normal. Las crioglobulinas y los anticuerpos anticardiolipina fueron negativos. Las pruebas de función hepática y renal fueron normales y los anticuerpos frente a citoplasma de neutrófilos (ANCA) negativos.
La dermatoporosis es el término utilizado para definir las manifestaciones clínicas y las complicaciones de la insuficiencia cutánea. Se han descritos 4 estadios. El estadio i se caracteriza por la presencia de púrpura senil, atrofia cutánea y cicatrices. El estadio ii, además, asocia algunas laceraciones localizadas. El estadio iii asocia múltiples laceraciones y retraso de la cicatrización. El estadio iv asocia hematomas profundos disecantes que evolucionan hacia amplias zonas de necrosis2.
Los hematomas profundos disecantes aparecen en las piernas tras mínimos traumatismos. Los vasos, que son frágiles por la edad y se sitúan bajo una piel atrófica, sangran fácilmente. El sangrado de los vasos se localiza entre el tejido subcutáneo y la fascia muscular, y se manifiesta clínicamente como áreas rojas, edematosas, con incremento de la temperatura local, que se confunden clínicamente con celulitis y se tratan con antibióticos orales. Si no se drena el hematoma subcutáneo en ese momento, se produce isquemia de la piel y aparecen grandes áreas necróticas que requieren desbridamientos quirúrgicos amplios.
En el diagnóstico diferencial de los cuadros que evolucionan hacia grandes áreas necróticas debemos incluir los síndromes de oclusión vascular que afectan a la piel, principalmente los de causa no inflamatoria, aunque algunos de causa inflamatoria pueden cursar con lesiones clínicas mínimamente inflamatorias y con necrosis cutánea. Estos síndromes se traducen clínicamente en lesiones de tipo púrpura retiforme que pueden evolucionar hacia áreas necróticas3.
En una serie de 34 pacientes con dermatoporosis, el hematoma profundo disecante se localizó en las piernas. La edad media de los pacientes fue de 81,7 años y el 85,3% de los pacientes fueron mujeres.
Entre la medicación previa prescrita en estos pacientes se encontraban los corticoides inhalados (12%) y medicación anticoagulante en un 29% de los pacientes (ácido acetilsalicílico, clopidogrel y acenocumarol). Los pacientes referían un traumatismo previo en la pierna y referían dolor, eritema y edema que no se acompañaban de fiebre ni síntomas sistémicos. La mitad de los pacientes presentaba procesos relacionados con cicatrización lenta, como diabetes mellitus, insuficiencia venosa crónica, insuficiencia arterial y polineuropatía.
Se recomienda, en pacientes con signos cutáneos de dermatoporosis y con antecedentes de diabetes, insuficiencia venosa o arterial, polineuropatía o tratamiento con corticoides de forma prolongada o anticoagulantes, estar atentos ante lesiones nodulares eritematosas y dolorosas en las piernas4.
Presentamos un caso de hematoma profundo disecante en una paciente de 93 años, en tratamiento con clopidogrel y corticoides inhalados.