Recientemente, Abarzúa-Araya et al. han publicado un artículo sobre un dermatofibroma (DF) con metaplasia ósea1. Con la finalidad de incidir en la gran variabilidad histopatológica de este tumor y el valor de la dermatoscopia en su diagnóstico, presentamos el caso de una paciente con un DF con inducción sebácea.
Mujer de 68 años de edad con los antecedentes personales de hipertensión, dislipidemia e hipotiroidismo, que consultó por la presencia de una lesión asintomática y estable en el hombro izquierdo desde hacía más de 10 años.
En la exploración física observamos un tumor de superficie lisa y color rosado, firme, de 1cm de diámetro y con signo del hoyuelo localizado en cara externa de tercio proximal de brazo izquierdo (fig. 1). A la dermatoscopia apreciamos glóbulos amarillentos en combinación con áreas eritematosas vascularizadas. En alguna zona focal de la periferia presentaba un retículo pigmentado delicado y un parche blanco (fig. 2).
Se extirpó la lesión, cuyo estudio histopatológico mostró una epidermis hiperplásica con ligera hiperpigmentación de la capa basal. En la dermis se evidenciaba una proliferación nodular mal delimitada constituida de células fusiformes sin atipia citológica. En la zona superior la densidad celular era mayor, mientras en la media predominaba la esclerosis. Destacaba en la dermis superior la presencia de nidos de células sebáceas (fig. 3). La tinción con factor xiiia mostró marcada positividad nuclear de las células fibroblásticas.
a) En la dermis, proliferación mal delimitada de células fusiformes con nidos de células sebáceas en su zona superior (hematoxilina-eosina×40). b) A mayor detalle, proliferación dérmica constituida por células fusiformes con un patrón arremolinado (hematoxilina-eosina×200). c) Periferia de lesión, atrapamiento de fibras de colágeno entre células fibroblásticas (hematoxilina-eosina×200). d) A mayor detalle, nidos de células sebáceas (hematoxilina-eosina×100).
El DF es un tumor fibrohistiocitario benigno muy común que suele presentarse como una lesión cupuliforme rosa-pardusca, firme, de menos de 1cm de diámetro, localizada en las extremidades inferiores de mujeres adultas. Aunque el estudio histopatológico permite el diagnóstico definitivo, la dermatoscopia es útil para diferenciar el DF de otras lesiones cutáneas pigmentadas, como melanoma maligno, nevo de Spitz, nevo melanocítico atípico o queratosis seborreica2.
Zaballos et al. describieron 10 patrones dermatoscópicos globales para el DF. El más frecuente es el formado por un retículo pigmentado delicado en la periferia y un parche blanco central presente en el 34,7% de los casos. Los otros patrones son retículo pigmentado, retículo pigmentado y retículo blanco central, retículo blanco, homogéneo, parche blanco total, múltiples parches blancos, homogéneo con parche blanco central, homogéneo con retículo blanco y atípico (multicomponente). En aproximadamente la mitad de las lesiones se observan estructuras vasculares3.
Hay muchas variantes histopatológicas de DF, tales como fibrocolagenosa, histiocítica, esclerótica o atrófica, estoriforme, celular, profundo, hemosiderótica, en empalizada, mixoide, de células claras, epitelioide, queloideo, lipidizada o con presencia de células granulares, metaplasia ósea, cristales de colesterol o células atípicas (seudosarcomatosa), entre otras1,4. Así mismo en la epidermis suprayacente existen a menudo acantosis, hiperqueratosis e hiperpigmentación, asemejándose en ocasiones a una queratosis seborreica. También se ha descrito inducción anexial en su forma sebácea y folicular4,5. Esta gran variabilidad histopatológica genera distintos hallazgos dermatoscópicos; de hecho, algunas variantes tienen unas características dermatoscópicas que facilitan su diagnóstico. Ejemplos de ello serían el DF hemosiderótico/aneurismático que presenta un área central de pigmentación homogénea azulada o eritemato-violácea y el DF lipidizado con un área homogénea amarillenta3,6.
Aunque inicialmente se consideró infrecuente, se identifican estructuras sebáceas en más del 15% de los DF4,5,7, incluso en formas múltiples8. Este hallazgo es habitual, aparece en más del 40%, en las lesiones localizadas en el área anatómica del hombro (hombro, zona proximal de brazo, zona alta de espalda y región deltoidea) sobre todo en DF con hiperplasia epidérmica tipo queratosis seborreica y con patrón esclerótico4. En la imagen dermatoscópica se visualizan estructuras globulares amarillentas debido al componente sebáceo6. Aunque se han implicado factores de crecimiento y citocinas9, no se conoce la etiología de la inducción sebácea y el motivo de su predilección por los DF del hombro4.
En este caso el diagnóstico diferencial debe realizarse con tumores sebáceos o con diferenciación sebácea que pueden mostrar estructuras amarillentas en la dermatoscopia como hiperplasia sebácea, nevo sebáceo, adenoma sebáceo, carcinoma sebáceo y acantoma reticulado o poroma con diferenciación sebácea10. También se han identificado glóbulos amarillentos en nevos melanocíticos o melanomas de células balonizadas.
En conclusión, el DF es un tumor con una gran variabilidad clínica, histopatológica y dermatoscópica. Debemos considerar el diagnóstico de DF con inducción sebácea ante una lesión a nivel del área del hombro con el hallazgo dermatoscópico de glóbulos amarillentos.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.