En la última década, distintos estudios epidemiológicos han demostrado que la psoriasis, especialmente las formas graves, se asocia con un aumento de mortalidad, principalmente a expensas de la enfermedad cardiovascular1. Un estudio reciente poblacional que incluía 8.760 pacientes con psoriasis demostró que la afectación de más del 10% de la superficie corporal se asociaba a un aumento del riesgo de la mortalidad con respecto a la población general («hazard ratio» [HR]: 2,1; intervalo de confianza (IC) del 95%: 1,5-3,1). Dicho aumento permaneció significativo tras ajustar por los factores de riesgo tradicionales (HR: 1,8; IC 95%: 1,2-2,6)2.
Estos hallazgos, unidos al conocimiento actual que sitúa a la aterosclerosis como una enfermedad en la que la inflamación juega un papel fundamental en su patogenia3, han suscitado un creciente interés por evaluar el efecto que tienen los distintos tratamientos sistémicos utilizados en la psoriasis sobre el riesgo cardiovascular de estos pacientes. Así, Wu JJ et al.4 han publicado recientemente, en la prestigiosa revista Journal of the American Academy of Dermatology, los resultados de un estudio poblacional (base de datos administrativa recogida entre 2000 y 2014) que tenía como objetivos evaluar el riesgo de eventos cardiovasculares mayores (ECM), así como el efecto de la exposición acumulada al tratamiento en el riesgo de eventos cardiovasculares, en pacientes con psoriasis tratados con inhibidores del factor de necrosis tumoral alfa (anti-TNF) versus fototerapia. El estudio incluyó 11.410 pacientes tratados con anti-TNF y 12.433 con fototerapia. La cohorte en tratamiento con anti-TNF tuvo menor riesgo de presentar ECM en comparación con aquellos tratados con fototerapia (HR: 0,87; IC 95%: 0,60-0,99; p=0,046). La reducción de riesgo asociada a 6 meses de exposición acumulada fue de un 11,2% mayor para los pacientes que recibían tratamiento con anti-TNF con respecto a aquellos tratados con fototerapia. Con respecto a lo anterior, los autores estiman que tratando 161 pacientes con anti-TNF en lugar de con fototerapia se disminuye un evento cardiovascular por año.
Este estudio, a pesar de sus limitaciones, supone una importante aportación a un número creciente de estudios que sugieren que el tratamiento con anti-TNF se asocia a una disminución del riesgo cardiovascular. En relación con este hecho, es importante destacar un ensayo clínico reciente, controlado con placebo (CANTOS), que evalúa la eficacia en la disminución del riesgo cardiovascular de canakinumab, un fármaco biológico inhibidor de la interleucina-1β. El estudio incluyó 10.061 pacientes con infarto de miocardio previo y proteína C reactiva elevada y demostró, por primera vez, que el tratamiento con fármacos biológicos disminuye de forma significativa el número de eventos cardiovasculares5. Además, otro estudio reciente ha demostrado una disminución significativa de la inflamación vascular y sistémica tras el uso de ustekinumab en los pacientes con psoriasis6. Todo lo anterior ha llevado a un interés creciente por conocer el papel que juegan los distintos fármacos sistémicos utilizados en el riesgo cardiovascular de los pacientes con psoriasis. Para ello serán necesarios en los próximos años ensayos clínicos aleatorizados que traten de responder a estas preguntas que están siendo planteadas en el ámbito de la cardiología y la dermatología.
Además, es interesante realizar un diagnóstico precoz de aterosclerosis subclínica en estos pacientes, para lo cual sería recomendable el uso de métodos de imagen no invasivos, tales como la ecografía arterial, destacando el estudio del territorio femoral, el cual ha demostrado utilidad en los pacientes con psoriasis7. Lo anterior permitiría clasificar a pacientes con muy alto riesgo cardiovascular, en los que establecer medidas adecuadas de forma precoz.