La terapia fotodinámica (TFD) es una de las opciones terapéuticas para el cáncer cutáneo no melanoma, además de considerarse el tratamiento de primera elección en las queratosis actínicas (QA) múltiples y campo de cancerización.
En los últimos años se han publicado diversos estudios en los que se ha utilizado la TFD con luz de día en el tratamiento de las QA no hiperqueratósicas. Además, ya se encuentra disponible un documento de consenso de la Sociedad Internacional de Terapia Fotodinámica en Dermatología1.
Como sabemos, la TFD consiste en la aplicación de un fotosensibilizante que dará lugar al acúmulo de protoporfirina IX en el interior celular, la cual será activada mediante una luz de una longitud de onda adecuada dando lugar a la destrucción celular. La protoporfirina IX tiene un pico máximo de absorción en 410nm y otros en el rango de luz visible, lo cual hace posible su activación con las lámparas de luz azul (440-500nm) y roja (625-740nm) utilizadas de forma habitual y también con la luz visible (400-700nm).
Los estudios publicados con utilización de la TFD con luz de día han demostrado resultados similares a los obtenidos con la TFD convencional en el tratamiento de las QA grado I-II (disminución del 71% de las QA con la TFD convencional frente al 79% con TFD con luz de día)2, tratándose además de una técnica menos dolorosa para el paciente y menos laboriosa, que consume menos tiempo al personal sanitario. En cuanto a las limitaciones de la TFD con luz de día destacan la difícil programación a causa de las variaciones meteorológicas, el clima de algunas zonas geográficas3 y la pérdida de control médico durante el periodo de irradiación.
Los primeros estudios con esta nueva modalidad de TFD para el tratamiento de las QA fueron realizados en países nórdicos4, pero posteriormente se han publicado estudios realizados en Australia5, España3, Brasil6 e Italia7, obteniendo resultados similares y con la misma seguridad, pese a tratarse de países con una mayor insolación.
En cuanto a los pasos a seguir para realizar el tratamiento, en primer lugar se debe aplicar un fotoprotector, el cual debe ser orgánico y aplicarse en la zona a tratar y a todas las áreas fotoexpuestas. La finalidad es evitar la radiación ultravioleta, no necesaria para el tratamiento fotodinámico y desaconsejable en pacientes con intenso daño actínico. Posteriormente, curetear las lesiones y aplicar el fotosensibilizante. Tras esto, el paciente debe exponerse a la luz natural durante 2h.
Respecto a las condiciones meteorológicas, es una de las posibles limitaciones de esta técnica, ya que según los estudios se debe alcanzar una fluencia mínima de 8J/cm2 en el rango de espectro de absorción de la PpIX de la radiación solar, para lograr una respuesta adecuada. Ya hay estudios que muestran que en España se podría alcanzar la dosis necesaria durante todo el año1.
En cuanto a los pacientes candidatos a este tipo de tratamiento, los más indicados serían pacientes con QA grado I-II múltiples localizadas en áreas fotoexpuestas1.
En la actualidad ya disponemos de estudios, aunque con menor número de casos, sobre el uso de la TFD con luz de día en otras lesiones cutáneas, como carcinomas basocelulares8 o queilitis actínica9 (únicamente 2 casos) con resultados aceptables.