La extravasación es una complicación poco frecuente pero potencialmente grave en la administración de quimioterápicos. Los agentes citostáticos pueden clasificarse, en función de su capacidad de agresión tisular, en no agresivos (no originan daño e incluso pueden administrarse por vía intramuscular sin peligro), irritantes (producen irritación y escasa necrosis) y vesicantes (ocasionan necrosis una vez extravasados)1.
Estos últimos producen reacción inicial escasa y una clínica tardía característica de dolor, eritema y necrosis a los pocos días, pudiendo llegar a afectar estructuras profundas. Dentro de este grupo se encuentra vincristina, un alcaloide antitumoral extraído de la Vinca rosae Linn con un índice terapéutico muy bajo (concentración plasmática mínima efectiva y tóxica similar), siendo la neurotoxicidad su principal factor limitante. Ejerce sus efectos citotóxicos interfiriendo con los microtúbulos que forman los haces mitóticos durante la metafase, interrumpiendo así el ciclo celular y produciendo necrosis de tejidos. Su única vía de administración es la parenteral, y dentro de sus indicaciones encontramos la leucemia linfática aguda, la enfermedad de Hodgkin y el cáncer de mama, entre otros.
Presentamos el caso de una mujer de 62 años de edad que estaba en tratamiento quimioterápico con ciclofosfamida, adriamicina y vincristina por enfermedad de Hodgkin. Durante la administración de vincristina se produjo una extravasación del fármaco en el dorso de la mano izquierda, que fue tratada de forma inmediata con aplicación de frío, calor y ácido hialurónico tópico. Al día siguiente la paciente acudió a nuestra consulta de forma urgente por presentar una lesión eritematosa, con erosiones superficiales en el dorso de mano izquierda, acompañada de edema del miembro (fig. 1). Pautamos ácido fusídico más betametasona en crema y la revisamos a los dos días comprobando cierta mejoría. Una semana después la paciente acudió de nuevo a la consulta porque a raíz de la última infusión del ciclo de quimioterapia la lesión de la mano empeoró. A la exploración la paciente presentaba un importante edema de la mano izquierda, con un intenso eritema en el dorso y una escara necrótica en el centro de la lesión. Al levantar la costra pudimos observar una úlcera maloliente, profunda, con fondo fibrinoso (fig. 2). Tomamos un cultivo del fondo de la lesión que fue positivo para Pseudomonas aeruginosa, por lo que indicamos tratamiento con ciprofloxacino oral y ácido fusídico en crema una vez al día. En la siguiente revisión la lesión había reepitelizado casi por completo.
La extravasación es una complicación poco frecuente en la administración de quimioterápicos; se estima que su incidencia varía del 0,1–6%2, y en algunos casos los efectos pueden ser potencialmente graves. Por ello es importante adoptar medidas preventivas como no utilizar vías periféricas para infusiones prolongadas, comprobar la viabilidad del sistema con suero antes de administrar el fármaco y utilizar un método que permita observar el retorno venoso, no tomar la vía en zonas próximas a las articulaciones y, por supuesto, la supervisión continua del personal sanitario especializado. Una vez producida la extravasación es fundamental la actuación inmediata; en 2007 la Sociedad Europea de Enfermeros de Oncología publicó un protocolo de actuación. En el caso de la extravasación de un citostático vesicante del tipo de vincristina se debe interrumpir su administración de forma inmediata, retirar la vía, aspirar el fármaco, elevar la extremidad afecta, marcar la zona de extravasación, aplicar calor seco durante 20min y, si es posible, ácido hialurónico tópico o intralesional3. El desbridamiento quirúrgico queda relegado a los casos donde exista necrosis tisular evidente o dolor persistente4.