INTRODUCCION
Las abejas recolectan la resina de los álamos y otras especies vegetales para elaborar el propóleo, una sustancia lipofílica de consistencia cérea que, si se calienta, se transforma en un material viscoso. Las abejas lo emplean para sellar la entrada de la colmena y para «embalsamar» a los insectos que penetran en el interior preservándolos de la descomposición1. El propóleo ha sido un remedio ampliamente utilizado en la medicina naturista por sus múltiples propiedades como antiséptico, antimicótico, espasmolítico, antiinflamatorio y anestésico. Por vía tópica se ha usado en el tratamiento de quemaduras, dermatitis de contacto, úlceras, psoriasis o herpes simple. También se ha utilizado en forma de colutorio o pasta dentífrica para el tratamiento de gingivitis, queilitis o estomatitis1. Además, el propóleo es un componente muy común en los cosméticos denominados «naturales» como lociones, cremas, bálsamos, aceites de masaje, champúes, jabones, barras de labios o filtros solares2.
Se presenta un caso de eccema alérgico de contacto que afectaba al labio inferior y la piel perioral próxima de una paciente con un herpes simple en que se aplicó, como tratamiento, una solución de propóleo adquirida en un herbolario.
DESCRIPCION DEL CASO
Se presenta el caso de una paciente de 44 años de edad con antecedentes personales de rinoconjuntivitis polínica de más de 20 años de evolución. En 1994 se le realizó un estudio en el Servicio de Alergia de otro centro, que incluyó pruebas de contacto con True-Test® detectándose positividad para la mezcla de caínas. La paciente consultó porque había tenido un episodio de herpes simple labial que se había tratado por su cuenta con Betadine®, solución dérmica antiséptica y una solución de propóleo en propilenglicol (gotas de la marca Soria Natural® que pueden ingerirse). Este preparado lo había tomado previamente por vía oral sin problemas y decidió aplicárselo en la zona afectada por el herpes, presentando a las pocas horas unas lesiones pruriginosas que afectaban a la semimucosa del labio inferior y piel perioral próxima. Las lesiones, consistentes en vesículas, erosiones y costras sobre una base eritematoedematosa, correspondían a un eccema agudo (fig. 1). Se suspendió el uso de propóleo, observándose la resolución de las lesiones eccematosas pocos días después.
Fig. 1.--Vesículas, erosiones y costras en el labio inferior y la piel peribucal adyacente.
Se realizaron pruebas de parche con True-Test® y solución comercial de propóleo, así como mercurio, pivalato de tixocortol y lactonas mix complementarias del GEIDC, propilenglicol al 2 % en agua y Betadine® solución dérmica antiséptica comercial. Se detectaron las siguientes positividades a las 48 y a las 96 h: a la solución de propóleo, + + +; a mezcla de caínas, + +; a sulfato de níquel, + +; a colofonia, + + y a bálsamo de Perú, + +. Se realizaron pruebas de parche con anestésicos locales con los siguientes resultados: ametocaína o tetracaína, + +, a las 48 y 96 h; benzocaína, cincocaína, lidocaína y procaína negativas. La paciente rechazó pruebas de contacto posteriores con propóleo al 10 % en vaselina. Se realizaron pruebas de parche con la solución comercial de propóleo en propilenglicol de la marca mencionada en 10 individuos sanos que actuaron como controles, con resultados negativos en todos los casos.
DISCUSION
Tradicionalmente, la dermatitis alérgica de contacto al propóleo constituía una dermatosis profesional descrita principalmente en apicultores con afectación de manos por contacto directo o de la región cervicofacial por contacto indirecto o aerotransportado. Sin embargo, en la actualidad es un proceso que afecta preferentemente a pacientes que hacen uso de productos «naturales» por vía tópica con fines cosméticos o terapéuticos1. La composición del propóleo está sometida a variaciones regionales y estacionales. Su capacidad sensibilizante se atribuye principalmente a dos de sus componentes: el «LB-1», constituido en el 86,8 % por una mezcla de 3 isómeros de pentenil cafeato (3-metil-2-butenil cafeato en el 54,2 %; 3-metil-3-butenil cafeato en el 28,3 %, y 2-metil-2-butenil cafeato en el 4,3 %) y el feniletil cafeato, cuantitativamente menos importante. El bencil salicilato es otro componente del propóleo considerado un alergeno de moderada capacidad sensibilizante3. Un estudio comprobó que la frecuencia de sensibilización a una solución alcohólica de propóleo al 10 % en una serie de 605 pacientes procedentes de Praga fue del 4,2 % (25 pacientes)4. Sin embargo, la tasa de sensibilización al propóleo en una serie posterior de 2.660 pacientes austríacos fue del 1,3 %5. El propóleo tiene al menos 13 componentes en común con el bálsamo de Perú. De éstos, el bencil isoferulato constituye el contactante principal6. Un estudio ha demostrado que en pacientes sensibilizados al propóleo la frecuencia de sensibilización simultánea a bálsamo de Perú es 6 veces superior a la frecuencia de sensibilización simultánea al níquel (p <0,01)7.
Son escasos los artículos publicados por autores españoles acerca de la dermatitis alérgica de contacto al propóleo. En 1975, Giménez Camarasa8 presentó el caso de una mujer con un eccema crónico de las palmas. La paciente utilizaba cera de abeja para elaborar unos moldes que otros artistas empleaban para modelar metales inertes. La prueba epicutánea con la cera que utilizaba fue intensamente positiva. La prueba de contacto con cera al 20 % en vaselina fue igualmente positiva, siendo negativa en 30 pacientes sanos que actuaron como controles. En 1990, Ratón et al9 publicaron el caso de una paciente con una costilla rota que se automedicaba aplicándose una pomada con propóleo al 5 %. Pocos días después la paciente desarrolló una dermatitis eritematovesiculosa en el tronco. La prueba epicutánea con propóleo al 5 % en vaselina fue positiva a las 48 y 72 h. En 1995, García et al10 presentaron un nuevo caso de dermatitis alérgica de contacto al propóleo en una paciente lactante que usaba protectores de cera para los pezones. Las lesiones comenzaron 2 semanas después de empezar a utilizar estos protectores; afectaban inicialmente a las areolas y se extendieron posteriormente a la espalda, extremidades y párpados. La paciente presentó también estomatitis y faringitis. Las pruebas epicutáneas fueron positivas para el preparado comercial de propóleo, de la cera y varios componentes de la batería de propóleo suministrada por el Dr. Hausen.
Nuestra paciente presentó una dermatitis alérgica de contacto no profesional al propóleo, con pruebas epicutáneas intensamente positivas a las 48 y a las 96 h. La prueba epicutánea con True-Test® fue igualmente positiva para el bálsamo de Perú, sin relevancia clínica conocida por lo que este resultado se atribuyó a una reacción cruzada con el propóleo. Se realizaron pruebas de contacto con el preparado comercial de propóleo en 10 voluntarios sanos que actuaron como controles, con resultados negativos en todos ellos, por lo que consideramos que el resultado positivo observado en nuestra paciente fue manifestación de una alergia de contacto y no una mera respuesta irritativa.
Aunque la dermatitis alérgica de contacto al propóleo parece ser poco frecuente en España, creemos que el creciente uso de los llamados «productos naturales» puede hacer que el número de casos se incremente de forma progresiva.