La artritis reactiva, también conocida como síndrome de Reiter, es una espondiloartropatia seronegativa que clásicamente se define por la tríada artritis, uretritis y conjuntivitis. Es secundaria a una infección gastrointestinal o genitourinaria1,2.
Las manifestaciones cutáneas que se observan con mayor frecuencia son la balanitis circinada, queratodermia blenorrágica y la distrofia ungueal, pero existe diversidad en los síntomas presentados y en la secuencia temporal de estos.
Describimos el caso clínico de un paciente de 23 años de edad, ingresado por sacroileitis y lesiones psoriasiformes en las extremidades y tronco, en el que también se destacaba balanitis circinada, distrofia ungueal, dactilitis, queratodermia blenorrágica (fig. 1) astenia y conjuntivitis bilateral. El paciente refería episodios anteriores de artritis, conjuntivitis y uretritis, que ocurrían con un tiempo medio de incubación de 3 semanas, posterior a los síntomas de uretritis y que cedían tras la administración de antinflamatorios no esteroideos y doxiciclina.
Durante el ingreso, el estudio analítico, presentaba como hallazgos de interés, elevación de la proteína C reactiva. El factor reumatoide no estaba elevado, el estudio de la autoinmunidad, las serologías virales y los cultivos microbiológicos para los microorganismos relacionados con las enfermedades de transmisión sexual fueron negativos. La biopsia cutánea fue compatible con psoriasis, los antígenos de histocompatibilidad HLA-B27 fue positivo y los estudios radiográficos revelaban signos incipientes de entesitis y sacroileitis asimétrica. La pareja no presentaba sintomatología genitourinaria.
Se recogió una muestra de exudado uretral y cervical del paciente y de la pareja, para la detección de Chlamydia trachomatis por la reacción en cadena de la polimerasa, con amplificación del plásmido críptico de esta bacteria y el posterior genotipaje usando una diana diferente de amplificación.
Los exudados fueron positivos para Chlamydia trachomatis (fig. 2) y el genotipo E se aisló en ambas bacterias. El paciente y su pareja fueron tratados con doxiciclina 100mg bid durante 14 días. Ambos negaron otros contactos sexuales.
Visualización de las bandas 241pb del plásmido críptico de la Chlamydia trachomatis, después de la exposición a UV del gel de agarosa a 1,5% en el exudado uretral (EU) del paciente y en el exudado cervical (EC) de la pareja. CN (control negativo: agua destilada adicionada en la mezcla de la reacción), CP (control positivo, extirpe L2434B propagada en células McCoy), M (marcador de pesos moleculares: HyperLadder II® da Bioline).
El control de los síntomas articulares y las manifestaciones cutáneas, solo fue posible con la institución de reposo estricto, terapéutica intramuscular con metotrexato 25mg por semana y posterior implementación de naproxeno y ácido fólico. En el seguimiento después de un año de tratamiento, únicamente persisten algunos síntomas articulares, la sacroileitis, está controlada con 15mg de metotrexato por semana. Durante este periodo de tiempo, y después de la realización de un tatuaje, se observó el fenómeno de Koebner (fig. 3), ya descrito anteriormente en este síndrome.
En la etiología de la artritis reactiva, todavía desconocida, existe la posibilidad de un mimetismo molecular entre el agente infeccioso y el HLA-B27, como causa de la respuesta inmunitaria contra este último, lo cual ha sido mencionado por varios autores3 o la presencia del DNA de la Chlamydia trachomatis en el líquido sinovial, que fue detectado en algunos pacientes4.
No se sabe el motivo por el cual tiene mayor preponderancia en el sexo masculino y esta discrepancia entre sexos es atribuida por algunos autores al elevado porcentaje de infecciones genitales asintomáticas en el sexo femenino, con la restante sintomatología clasificada como artritis seronegativa5, lo que refuerza la importancia del rastreo de estos agentes infecciosos.
Destacar la relevancia del estudio y tratamiento de esta infección en las parejas, sobre todo en el sexo femenino que pueden ser asintomáticos6, como se observó en la pareja de nuestro paciente. Si las parejas no son tratadas, la consecuencia será la reinfección sistemática con brotes recurrentes de artritis reactiva.
En aquellos pacientes en los que las manifestaciones articulares y cutáneas fueron resistentes a las terapéuticas convencionales, el metotrexato2 fue una alternativa eficaz, como se constató en nuestro caso.
La búsqueda de Chlamydia trachomatis por técnicas de biología molecular demuestra una mayor sensibilidad que el cultivo celular, este último todavía es la referencia en las pruebas complementarias para efectuar el diagnóstico de artritis reactiva7. Hoy en día son las técnicas de biología molecular las que se recomiendan en las guías europeas y americanas para el diagnostico de este agente8,9. La utilización de estas pruebas, con dos dianas distintas, como la realizada en la pareja de nuestro paciente, nos permite minimizar el riesgo de encontrar falsos positivos, en poblaciones con baja prevalencia de esta infección6. Es también de suma importancia familiarizarse con la interpretación de estas técnicas para la detección de esta bacteria.