En los estadios precoces de la micosis fungoide (MF) se emplean tratamientos dirigidos a la afectación cutánea, como los corticoides tópicos, la carmustina, la mostaza nitrogenada tópica y la fototerapia en sus modalidades PUVA y, en los últimos años, ultravioleta B (UVB) de banda estrecha1-4.
Realizamos un estudio retrospectivo de los pacientes con micosis fungoide en estadio precoz (IA, IB) tratados con UVB de banda estrecha en el Servicio de Dermatología del Hospital de León en los últimos 5 años (2005-2009). Se incluyeron 11 pacientes: 5 hombres y 6 mujeres, con una media de edad de 66,3 años. Seis de ellos fueron clasificados en estadio IA y cinco en estadio IB. La media de duración de la enfermedad desde el momento del diagnóstico hasta el inicio del tratamiento fue de 4,7 años (medio año - 10 años). Siete presentaban un fototipo II y cuatro un fototipo III. Todos ellos recibieron tres sesiones semanales de fototerapia. Las dosis se ajustaron en función del fototipo (tabla 1).
Tras el tratamiento, 10 pacientes alcanzaron la remisión completa (sin lesiones), mientras que el resto empeoró. Los pacientes recibieron por término medio 31 sesiones (17-61) y la dosis acumulada media fue de 22,6J/cm2.
Durante el periodo de seguimiento (mediana de dos años) han recidivado 6 de 8 pacientes. De los tres restantes se carece de datos de la recidiva, ya que uno suspendió el tratamiento, el otro se trasladó de ciudad y el último falleció de un problema cardíaco. Dos pacientes están en remisión tras tres años de seguimiento. El periodo libre de enfermedad fue de 5,3 meses de media.
La fototerapia como tratamiento de la MF se inició hace tres décadas tras la observación clínica de que las lesiones de la MF inicialmente aparecen en zonas no fotoexpuestas5.
Desde entonces, en estadios precoces de la enfermedad (IA, IB) en los que no hay afectación sistémica, se ha empleado la fototerapia en sus distintas modalidades PUVA (320-400nm), PUVA tópica, UVB y ultravioleta B de banda estrecha (311-313nm) por ser tratamientos dirigidos a la piel con escasa repercusión general.
La radiación UVB actúa sobre las células de Langerhans impidiendo la presentación de antígenos, modula la expresión de citoquinas e induce apoptosis de los linfocitos T neoplásicos5. Esta radiación tiene algunas ventajas con respecto a la terapia PUVA, como es la de presentar una eficacia similar en estadios precoces de la enfermedad, con remisiones entre el 50-100%, sin los inconvenientes asociados a la toma de psoralenos tales como el requerimiento de protección ocular o el riesgo de cáncer de piel6,7.
Por el contrario, los inconvenientes que tiene este tratamiento son, por una parte, la rapidez de la presentación de las recurrencias (una media de 6 meses) y, por otra, la dificultad de que los pacientes con una vida activa puedan acceder a un centro hospitalario para recibir el tratamiento.
Para solventar el primero de los problemas algunos autores recomiendan pautas de mantenimiento8. Estas pautas son más difíciles de realizar que con la terapia PUVA, porque al espaciar las sesiones entre 7-15 días se incrementa el riesgo de eritema tras las sesiones. Para resolver el segundo problema algunos autores proponen el empleo de fototerapia domiciliaria9.
Los resultados de nuestro estudio indican, en consonancia con los presentados por otros autores5,10, que la fototerapia con luz ultravioleta de banda estrecha es un tratamiento efectivo en los estadios precoces de la MF, en los cuales las lesiones no estén infiltradas y especialmente en los pacientes con fototipo claro.