En respuesta a la Carta al Director previamente publicada agradecemos la aportación y lamentamos posibles malentendidos.
En nuestro artículo, especialmente dirigido a dermatólogos, concluimos diciendo que la infección aguda por parvovirus B19 «debe sospecharse ante exantemas purpúricos de cualquier distribución, sobre todo si se acompañan de fiebre y artralgias y se presentan en mujeres jóvenes durante la primavera o el verano. La localización en la parte distal de los miembros de lesiones cutáneas, ya sea como púrpura no palpable (púrpura en guante y calcetín) o púrpura palpable (probable vasculitis), es especialmente sugestiva»1. Hacemos hincapié en el signo dermatológico, no solo por ser el hallazgo clínico más frecuente en nuestra serie, sino porque es el motivo por el que se solicita valoración dermatológica.
Sin embargo, en ningún momento hemos querido reflejar que las lesiones cutáneas sean la única manifestación de esta viriasis, como lo demuestra, también en nuestra serie, la presencia de las mismas en únicamente un 55% de los pacientes1.
El artículo de Parra et al. también está referenciado en nuestro trabajo, y por tanto ha sido tenido en cuenta1.
En relación con el síndrome de lesiones purpúricas en guante y calcetín, discrepo en cuanto a que se trata de una manifestación no dermatológica. Dicho síndrome, como explicamos en nuestro artículo, «se caracteriza por la aparición de eritema y edema pruriginoso, urente o doloroso en manos y pies, con una nítida delimitación al nivel de las muñecas y los tobillos. El eritema evoluciona hacia lesiones purpúricas que van extendiéndose de forma centrípeta y puede acompañarse de lesiones en las mucosas y de síntomas sistémicos»1.
Por último, creemos haber reflejado a lo largo del escrito las distintas manifestaciones clínicas (dermatológicas o no) y las distintas enfermedades con las que esta viriasis se ha relacionado, tanto en nuestros pacientes como en los casos comunicados en la literatura. No hemos dejado de hacer énfasis en las potenciales complicaciones que se asocian a la infección por parvovirus B19, como son la anemia crónica en el inmunodeprimido, las crisis aplásicas en pacientes con hemoglobinopatías y el hydrops fetalis en la embarazada1. A pesar de que ninguno de nuestros pacientes presentó enfermedad grave en relación con la infección aguda por parvovirus B19, sí hemos recordado que existen, entre otros, casos aislados publicados en la literatura «de hepatitis aguda y fulminante, glomerulonefritis aguda, encefalitis aguda y neuropatía periférica, miocarditis y anemia aplásica asociados con infección aguda por parvovirus B19, incluso en adultos inmunocompetentes»1. También hemos destacado la posible asociación de la infección por parvovirus B19 con todo tipo de enfermedades autoinmunes comunicadas en otras publicaciones. Sin embargo, no podemos, por las características de nuestro estudio, aventurarnos a emitir conclusiones al respecto1.
Nos alegra que nuestro artículo haya despertado interés. Esperamos haber resuelto las dudas que haya podido suscitar. En todo caso, consideramos que una lectura atenta y completa de nuestro artículo podría disipar todas las dudas. Cualquier otra aportación será más que bienvenida.