INTRODUCCION
La queilitis glandular se considera una alteración inflamatoria crónica de las glándulas salivales menores, habitualmente localizada en el área mucosa del labio inferior1,2. Según el grado de afectación se distinguen tres variantes3. Una variante simple, caracterizada por un agrandamiento labial en el que se identifican los ostia de las glándulas salivales en forma de pápulas que drenan un líquido viscoso y claro tras la presión y que con frecuencia solidifica formando una costra. Una segunda variante supurativa superficial, en la que el exudado es purulento y, generalmente, se acompaña de induración y dolor. Y, finalmente, una variante supurativa profunda en la que se encuentran abscesos profundos acompañados de trayectos fistulosos. Las diferentes variantes se consideran estadios evolutivos de la misma enfermedad4.
DESCRIPCION DEL CASO
Un varón de 31 años consultó por hinchazón y sensación de quemazón del labio inferior. El cuadro se había iniciado 3 meses antes sin relación aparente con nada. Refería que en ocasiones le aparecían llagas y costras sobre el labio inferior, que al desprenderse descubrían unas lesiones sobreelevadas que drenaban un líquido viscoso. Se trataba con acetónido de fluocinolona con lo que mejoraba la sintomatología sin llegar a remitir. Describió haber presentado un cuadro de similares características el año anterior que remitió espontáneamente tras 2 meses de evolución.
El paciente trabajaba al aire libre en la construcción, era fumador de 40 cigarrillos al día y bebedor moderado. Tenía antecedentes familiares de atopia y él mismo sufría de rinitis alérgica. También presentaba hiperuricemia por la que no seguía ningún tratamiento y no tenía ninguna alergia medicamentosa conocida.
En la exploración se observaba un labio inferior marcadamente agrandado que contenía, aproximadamente, dos decenas de micropápulas puntiformes de coloración eritematoblanquecina distribuidas por todo el labio inferior, tanto en el área mucosa como semimucosa. Al presionarlas drenaban un líquido transparente y viscoso. La zona mucosa mostraba una coloración blanquecina y tenía una palpación multinodular (fig. 1).
Fig. 1.--Labio inferior agrandado en el que se aprecia un área multinodular de coloración blanquecina, la flecha marca el límite entre la mucosa labial normal y la zona alterada. También se aprecian unas gotas de un líquido transparente y viscoso, que drenaba de pequeñas pápulas blanquecinas.
Se realizó una biopsia que mostró un gran número de glándulas salivales de aspecto normal, pero de gran tamaño, que se localizaban cerca del epitelio. Existía un escaso infiltrado inflamatorio constituido casi exclusivamente por células plasmáticas. Además, los ductos glandulares estaban marcadamente dilatados (fig. 2).
Fig. 2.--Se aprecian glándulas salivales hiperplásicas cerca del epitelio, con conductos marcadamente dilatados, con leve infiltrado inflamatorio.
Se instauró tratamiento con infiltraciones de corticoides intralesionales de forma mensual con lo que mejoró el cuadro clínico. Sin embargo, tras tres sesiones el paciente dejó de acudir a los controles.
DISCUSION
Volkmann en 18705 describió el primer caso de queilitis glandular en su variante supurativa profunda, que también se encuentra en la literatura especializada como queilitis glandular apostematosa, o mixadenitis labial. Veinte años después, Unna individualizó la queilitis glandular supurativa superficial o enfermedad de Baelz6; mientras que la queilitis glandular simple fue descrita por Puente y Acevedo en 19277. Hoy en día, las tres variantes se consideran grados progresivos de la misma enfermedad4.
Clínicamente, afecta al labio inferior en forma de un agrandamiento al doble o triple de su tamaño habitual8, sobre el que se aprecia un número variable de ostia glandulares que pueden manifestarse como puntos rojos, blancos3 o negros9 que drenan un líquido transparente y viscoso, sobre todo tras presionar el labio. En ocasiones, este agrandamiento es tan intenso que se asocia a eclabium con dificultad para el habla o para cerrar completamente la boca10. Con frecuencia se acompaña de fisuración y costras de saliva desecada11. Este hecho es más evidente por la mañana y se acompaña de la sensación de tener los labios pegados12. La palpación del labio muestra unos nódulos submucosos que no son más que las glándulas salivales hiperplásicas12. Este cuadro puede agravarse drenando un material purulento13, y complicarse con la formación de abscesos y fístulas.
La queilitis glandular suele ser asintomática, aunque puede acompañarse de sensación de escozor y dolor, generalmente en consonancia con el agravamiento del cuadro2.
Aunque la localización habitual es el labio inferior, también se ha descrito en el labio superior o en ambos e, incluso, se ha descrito un cuadro en la mucosa que se considera una variante intraoral de queilitis glandular, conocida como estomatitis glandular supurativa13,14.
Aunque histopatológicamente se consideraba diagnóstica la presencia de un gran número de glándulas salivales hipertrofiadas3 Swerlick et al12 no encontraron diferencias en cuanto al número, tamaño y distancia del epitelio de las glándulas salivales respecto al carcinoma espinocelular y al mucocele. Para Rada et al4 resulta más específico la presencia de dilatación ductal que puede mostrar metaplasia mucosa, a pesar de que no comparó con controles. Probablemente deban considerarse ambos hallazgos como necesarios para establecer el diagnóstico. Además de estos hallazgos, es frecuente la presencia de un infiltrado inflamatorio crónico de mayor o menor densidad y, de forma ocasional, fibrosis de los acini glandulares. El epitelio puede mostrar cambios inespecíficos como paraqueratosis, acantosis o espongiosis.
Yacobi et al propusieron una secuencia lógica que explicaría la etiopatogenia de la queilitis glandular15 y unificaría los argumentos que hasta ese momento se habían postulado. El cuadro se iniciaría con una irritación crónica del labio inferior, ya fuera por daño actínico1, irritación química, tabaco, atopia (al respirar por la boca)12, por problemas emocionales (al morder o lamer los labios)16 o por mala higiene bucal15. Esto provocaría una «cicatrización» y una eversión del labio, con lo que la mucosa labial se vería expuesta a irritantes a los que no está habituada, provocando hiperplasia e inflamación de las glándulas y los conductos salivales.
Esto concuerda con la epidemiología de la enfermedad, pues suele afectar a varones de raza blanca de edad media o avanzada, que generalmente realizan trabajos a la intemperie1, aunque también se ha descrito en mujeres12,17 y niños en los que las alteraciones emocionales y la atopia serían los irritantes más probables así como en pacientes de raza negra3,10. Se han descrito además algunos casos familiares3,15.
La asociación con carcinoma epidermoide labial, que se estima ocurre entre un 18 %18 y un 34 %1 de los casos, es controvertida. Actualmente se considera que ambos tienen los mismos factores predisponentes, pero que la queilitis glandular, aunque aumente la superficie labial fotoexpuesta, no favorece per se la aparición de carcinoma epidermoide.
De forma aislada, se ha descrito asociada a mucocele3 y a doble labio8, una alteración congénita o adquirida que se manifiesta como un pliegue horizontal.
En cuanto al tratamiento, para la mayoría de autores es de elección la bermellectomía aunque también se recomienda controlar los agentes irritantes. Otros autores prefieren tratamientos conservadores con corticoides intralesionales13,17,20. En nuestra opinión se debería realizar tratamiento conservador y reservar la cirugía para los casos más graves17,13,20. El caso presentado mostró una respuesta satisfactoria aunque la evaluación definitiva no se pudo realizar porque el paciente dejó de acudir a los controles.