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Vol. 94. Núm. 5.
Páginas 337-338 (junio 2003)
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Pitiriasis rosada eritrodérmica
Erythrodermic Pityriasis rosea.
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Buenaventura Hernández-Machína, Leopoldo Borregoa, Buenaventura Hernándeza
a Servicio de Dermatología. Hospital Universitario Insular de Las Palmas de Gran Canaria. España.
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Sr. Director:

La pitiriasis rosada es una dermatosis inflamatoria, autolimitada, de origen desconocido que típicamente se caracteriza por la aparición de una lesión primaria inicial de mayor tamaño seguida, 1 o 2 semanas después, por una erupción secundaria localizada en el tronco y las extremidades1-3. Habitualmente es suficiente con un tratamiento sintomático y, aunque en los casos graves, algunos autores recomiendan el uso de corticoides sistémicos, éstos pueden ocasionar un agravamiento del cuadro4-6.

Una mujer de 25 años, sin antecedentes personales de interés, acudió a nuestra consulta por la aparición de una erupción cutánea generalizada. Ésta comenzó por una lesión única, de mayor tamaño, localizada en el muslo derecho que fue tratada con corticoides y antifúngicos tópicos. A la semana, comenzaron a salir nuevas lesiones, de menor tamaño, en el tronco, la espalda y las extremidades, motivo por el cual la paciente acudió al servicio de urgencias donde se le administraron 80 mg de metilprednisolona por vía intramuscular. Sin embargo, la enferma sufrió un empeoramiento clínico importante; se produjo una confluencia de lesiones que se extendieron al resto de la superficie cutánea, junto con la aparición de prurito intenso, escalofríos y sensación distérmica. Excepto los antifúngicos y los corticoides tópicos que se administraron en la lesión inicial, no refería la administración de ningún otro medicamento por vía tópica, oral o intramuscular previa a la aparición de la lesión primaria ni de la erupción secundaria. En la exploración física la enferma presentaba en el 80 % de la superficie corporal una erupción eritematoescamosa producida por la confluencia de lesiones maculopapulosas eritematosas, con fina descamación blanquecina, y que era menos evidente en la zona distal de las extremidades (fig. 1). En la cara existía una descamación fina blanquecina más acentuada en los surcos nasogenianos y el espacio interciliar, con afectación del cuero cabelludo. En la región anterior del muslo derecho presentaba una placa ovalada de 2,5 ×1,5 cm de diámetro de coloración rosada, con un borde más eritematoso y descamativo (fig. 2). No se observaron lesiones palmoplantares ni en las mucosas. La temperatura corporal fue de 37,4 °C.

Fig. 1.--Lesiones maculopapulosas eritematosas confluentes en la espalda.

Fig. 2.--Placa ovalada eritematosa con un borde descamativo en el muslo.

Los estudios complementarios incluyendo hemograma, bioquímica convencional, análisis de orina, radiología de tórax, serología luética y parásitos en heces fueron normales, excepto por la existencia de una eosinofilia moderada (2.300 eosinófilos/μl). Se realizó una biopsia cutánea en la que se observó una epidermis con paraqueratosis focal, acantosis leve y focos de espongiosis, así como un infiltrado inflamatorio mononuclear perivascular superficial y eritrocitos extravasados en la dermis papilar. También se podía apreciar alguna célula disqueratósica aislada.

Se inició tratamiento con emolientes y dipropionato de beclometasona tópico hasta la mejoría de la eritrodermia, instaurándose entonces exposición solar progresiva. A las 4 semanas, la paciente presentaba leve descamación residual, y la curación completa se consiguió en 6 semanas.

El tratamiento de la pitiriasis rosada es sintomático y consiste en el uso de emolientes, o antihistamínicos orales y corticoides tópicos si se acompaña de prurito. Las radiaciones ultravioleta B aceleran la involución de las lesiones y reducen la gravedad del cuadro, sobre todo cuando se administran en la primera semana de la erupción7,8. A pesar de que no existe en la literatura médica ningún estudio controlado que lo justifique, se ha recomendado el uso de dosis bajas de glucocorticoides sistémicos en las formas graves y generalizadas de la enfermedad4-6. Leonforte9 ha relacionado el uso de corticoides sistémicos en etapas iniciales de la erupción con un incremento en el número de las lesiones y del prurito. Este autor estudió 18 pacientes con pitiriasis rosada típica que habían recibido previamente corticoides sistémicos. Observó una exacerbación de las lesiones después de la administración de corticoides en la mayoría de los casos. Las manifestaciones clínicas más intensas se produjeron en aquellos pacientes que habían recibido corticoides sistémicos en dosis elevadas y en fases iniciales de la erupción.

La pitiriasis rosada es un cuadro benigno y autolimitado, y en la mayor parte de los casos es suficiente con realizar un tratamiento sintomático. Por ello, y debido a la posibilidad del agravamiento de la erupción tras la administración de corticoides sistémicos9, desaconsejamos el uso de éstos en el tratamiento de la enfermedad.

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