Una mujer de 72 años, con antecedentes de cáncer cutáneo no-melanoma, acudió a nuestra consulta para revisión del tegumento. A la inspección, únicamente destacaba una lesión situada en el antehélix derecho, de un tiempo de evolución desconocido. Se trataba de una pápula milimétrica, discretamente eritematosa (fig. 1). No se encontraron otras lesiones similares en el resto de la superficie cutánea.
A) Presentación clínica de la lesión en antehélix derecho. B) Imagen dermatoscópica de la lesión empleando dermatoscopia de contacto y ×60 (adquisición de imagen dificultada por el diminuto tamaño de la lesión). Zona central sin estructura discretamente blanquecina (*) y corona de vasos en horquilla (∧).
Tricolemoma o triquilemoma (fig. 2).
Hallazgos histopatológicos de la lesión extirpada en su totalidad. Destaca la presencia de al menos un infundíbulo hiperplásico con epitelio que remeda al de la vaina radicular externa del folículo piloso, con hipergranulosis y paraqueratosis, constituido por células claras monomorfas, con citoplasma eosinófilo pálido (por la presencia de glucógeno), de núcleo pequeño. A) Visión general. B) Tinción PAS en la que se pone de manifiesto el glucógeno de las células constituyentes de la neoplasia benigna. C) Imagen en detalle con correlación histológica-dermatoscópica de la paraqueratosis (*) y los vasos rodeando la lesión (∧).
La dermatoscopia mostraba unos vasos en horquilla dispuestos en corona en la periferia de la lesión, con una zona central sin estructura discretamente blanquecina con un aspecto que podría recordar a un ostium. Una biopsia-extirpación de la lesión permitió el diagnóstico de tricolemoma, con algunos hallazgos que reforzaban la correlación dermatoscópica e histológica (fig. 2).
El tricolemoma es un tumor folicular benigno que es más frecuente encontrar en la zona centrofacial, si bien puede localizarse en cualquier parte del tegumento exceptuando la piel glabra. Los tricolemomas solitarios son comunes en la edad adulta, no tienen predominio por sexo y son asintomáticos. Se han descrito diferentes hallazgos dermatoscópicos de esta entidad, entre los que se incluyen: halos blanquecinos perivasculares1, estructuras rojas iris-like y, ocasionalmente, un halo hiperpigmentado2.
Si se presentan de forma múltiple, debería considerarse el diagnóstico de síndrome de Cowden. Si se presentan de forma solitaria, como el caso que nos ocupa, el diagnóstico clínico es prácticamente imposible. Por este motivo, creemos que la dermatoscopia permite un diagnóstico diferencial más aproximado, incluso en lesiones tan incipientes como la presentada. No obstante, el diagnóstico diferencial dados los hallazgos clínicos y dermatoscópicos también debería establecerse con otras lesiones como un queratoacantoma incipiente o una lesión quística tipo quiste de inclusión epidérmico.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.