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Vol. 98. Núm. 2.
Páginas 131-134 (marzo 2007)
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Museo Olavide (II): escultores-pintores. Enrique Zofío Dávila, José Barta Bernardotta y Rafael López Álvarez
Olavide Museum (II): Sculptors and painters. Enrique Zofío Dávila, José Barta Bernardotta and Rafael López Álvarez
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L. Conde-Salazara, F. Heras-Mendazaa
a Servicio de Dermatología Laboral. Escuela Nacional de Medicina del Trabajo. Instituto de Salud Carlos III. Madrid. España.
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Escultores-pintores del museo Olavide

Las esculturas de cera aparecen en Medicina en los siglos xvii y xviii, cuando surge un gran interés por la anatomía, realizándose moldeados para poder estudiar de forma más sencilla y didáctica las distintas partes del cuerpo humano. En muchos casos, se trataba de figuras de cuerpo entero y de tamaño casi natural, que representaban a veces a una mujer desnuda y embarazada, con un abdomen desmontable, que al levantarse mostraba los órganos internos e incluso el feto. Eran las denominadas «Venus anatómicas», y de esa época destaca la famosa colección del museo Della Specola, de Florencia. Como autores, cabe resaltar, principalmente, a Gaetano Zumbo (1656-1701), Gerad Desnoues (1650-1735), Franz H. Martens (1778-1805), Clemente Susini (1754-1814) o Joseph Towne (1806-1879). Alguno de ellos, posteriormente, realizó figuras de cera dermatológicas1.

Figura 1. Julius Baretta (1833-1923), escultor del Museo de Moulages del Hospital de Saint Louis de París.

Pero de todos, el más conocido y destacado fue Jules Baretta (1833-1923) (fig. 1), un hábil ceroescultor de frutas y flores descubierto por Charles Lailler, médico del Hospital de Saint Louis, quien le propuso trabajar en el Hospital, donde realizó la mayoría de esculturas, que sorprendieron por la gran calidad artística y la coloración. Su primera figura la realiza en 1867 y se trata de un lupus eritematoso. A lo largo de su vida realiza más de 2.000 figuras, retirándose en 1913. Al igual que otros muchos ceroescultores, nunca reveló la técnica de trabajo ni tuvo discípulos o ayudantes a los que transmitir los conocimientos y técnicas del modelado.

En nuestro país, cuando revisamos los trabajos existentes de las figuras del museo Olavide, se encuentran pocos datos acerca de los autores: sólo el nombre y apellido, e incluso, en otras ocasiones, sólo el apellido, sin saber cuál era su verdadera profesión, tipo de trabajo que realizaba y su vinculación al museo.

Ello nos ha obligado a realizar una investigación dificultosa, en la que los datos son en ocasiones difíciles de valorar, pues son aportados por familiares de segunda y tercera generación. Pero aun con estas dificultades hemos podido reconstruir parte de la vida y obra de los tres escultores de las figuras del Museo Olavide: Enrique Zofío Dávila, José Barta Bernardotta y Rafael López Álvarez2.

En la actualidad, seguimos investigando sobre la vida y obra de estos escultores y creemos que entre las cajas recuperadas puede encontrarse información que ayude a conocer la actividad de estos «artistas» que hicieron posible el Museo Olavide.

Enrique Zofío Dávila

Es el más importante de todos y del que poseemos más datos confirmados. A falta aún de sus actas de nacimiento y defunción, sabemos que nace en Madrid, entre 1840-43, falleciendo también en Madrid alrededor de 1915. Vive en el barrio de Carabanchel, y posteriormente en la calle Huertas, muy próximo al Hospital de San Juan de Dios. Es conocido como pintor-escultor, aunque existen indicios de haber pertenecido a la Sanidad Militar (en la foto cedida por sus familiares viste con uniforme militar, con tres medallas en la casaca) (fig. 2).

Figura 2. Enrique Zofío Dávila, principal escultor-pintor del Museo Olavide. El traje es de militar ya que trabajó como escultor en el Museo del Hospital Militar de Carabanchel.

Según datos familiares, a finales del siglo xix obtiene una beca para desplazarse a París, desconociéndose si entra en contacto con J. Baretta en el Hospital de Saint Louis.

En Madrid, en 1857, el médico militar José Díaz Benito es designado para la formación de un «Gabinete Anatómico» de pasta modelada en el Hospital Militar de Madrid, ubicado en el Seminario de Nobles. Como ayudante tiene a otro médico militar, Cesáreo Fernández Losada, que se especializó en modelados de pasta cerámica. Díaz Benito frecuentaba los círculos científicos madrileños y era muy amigo del conocido Dr. Velasco, fundador del hoy museo de Antropología, y con él se había iniciado en la reproducción de figuras anatómicas tridimensionales de estuco, piedra y cera3. En 1860 Díaz Benito abandona el ejército, quedando el museo a cargo de Cesáreo Fernández Losada. Es por estas fechas cuando creemos que Zofío comienza a trabajar, y cuando se crea el Museo Anatómico Patológico del Hospital Militar de Madrid4. Allí, Zofío realiza figuras anatómicas sobre preparaciones de cadáveres realizadas por el Dr. Losada. Estas figuras son pintadas y montadas sobre un marco de madera, con unas dimensiones de 39x25. Las figuras son distribuidas por numerosas universidades para su utilización por los alumnos. Actualmente hay figuras en las universidades de Santiago, Salamanca y Granada. Todas ellas estaban identificadas con una etiqueta que indicaba: «Clínica Quirúrgica del D.C.F. de Losada. Progreso 5. Madrid. Enrique Zofío Dávila, escultor anatómico. Progreso, 5. Madrid.»

De la relación de Zofío con el estamento militar poseemos muchos datos, al contrario de su relación con el Hospital San Juan de Dios. Sabemos que después de su anterior colaboración con Juan Cesáreo Fernández Losada durante los años 60-70 en el Hospital Militar de Madrid, en calidad de adscrito, en 1901 es contratado y pasa a formar parte de la plantilla del Hospital Militar de Madrid para la reconstrucción de las figuras que habían desaparecido tras el incendio del Museo Anatómico-Patológico en la noche del 8 de febrero de 1889. Las figuras sobrevivientes y algunas deterioradas estuvieron depositadas durante un breve periodo de tiempo en el Instituto de Higiene Militar, y gracias al tesón de Juan Cesáreo Fernández Losada se trasladan definitivamente el 9 de julio de 1901 al Hospital Militar de Carabanchel, siendo Enrique Zofío el destinado para la conservación y puesta a punto del Museo. A finales de ese año se realizan unas Actas Facultativas donde se solicita la adquisición de material instrumental para proseguir los trabajos escultóricos, citándose aguarrás, papel de lija, diversos tipos de pinceles, brochas, barniz, cera virgen, negro de humo, etc. El 30 de septiembre de 1901 se realizó otra Acta Facultativa, donde se indica que se habían realizado dos nuevas piezas para el museo: una de un «mal perforante plantar» y otra correspondiente a una cabeza con «leontiasis cranni ósea», que representaban a dos soldados enfermos3-5.

En la memoria del Hospital Militar de Carabanchel, correspondiente al año 1909, en el apartado dedicado al Museo Iconográfico se consideran las siguientes secciones: 1.º Dermatología; 2.º Sifiliografía; 3.º Anatomía normal; 4.º Varios, y 5.º Anatomía Patológica. Se indica que el escultor Don Enrique Zofío confecciona ese año 13 figuras referidas a rupias sifilíticas, lupus sifilítico, testículos tuberculosos operados y ectopia cicatricial por carbunco. Posteriormente, en 1910, realiza 10 modelos, que corresponden a lupus en mano, lupus en ano y glúteos, tumor blanco de rodilla, tuberculosis pulmonar y varicela de mano. En 1911 se hacen otros 11 modelos, correspondiendo principalmente a enfermedades venéreas, tuberculosis y enfermedades epidémicas. En los años 1912 y 1915 se hace constancia de la realización de 12 y 10 figuras nuevas. El total de figuras realizadas sería de unas 56.

¿Qué ha ocurrido con estas figuras? Según los datos recogidos, el Museo Militar comenzó su declive en 1915, con diversos cambios y traslados, y en el año 1917 sólo permaneció en el Museo la sección Anatomopatológica, trasladándose el resto a la Academia Médico-Militar, coincidiendo, ese mismo año, con la jubilación de Don Enrique Zofío. Desde entonces, las figuras dermatológicas dejan de ser referidas en los diversos catálogos militares. Creemos que puesto que Zofío trabajaba para el Museo Olavide, las figuras pudieron ser trasladadas a éste, ya que hemos encontrado figuras de Zofío relacionadas con esos temas (rupias sifilíticas, tumor blanco de rodilla, etc.) que podrían corresponder a la colección del Museo del Hospital Militar de Madrid-Carabanchel.

Zofío fue nombrado encargado del Museo del Hospital Militar en el año 1907, y suponemos que continuó siéndolo hasta su jubilación en 19174.

Hemos podido constatar estos datos con informes y publicaciones de Sanidad Militar, y de ellos hemos sacado la conclusión de que Enrique Zofío no fue militar, ya que en ninguna de las referencias se le nombra con ninguna categoría militar, sino siempre como escultor, pintor, etc. La existencia de su retrato con uniforme militar y con tres medallas puede ser debido a su participación en alguna campaña militar ultramarina (quizás en Cuba o en Las Filipinas)2.

Otra duda que surge es saber cuál fue la vinculación de Zofío con Olavide, y por ende con el Hospital de San Juan de Dios, pues no hemos podido encontrar ningún documento oficial al respecto. Aparece citado como el escultor de las figuras en algunos trabajos o en el catalogo de 1903, sin indicar el tipo de relación laboral. También desconocemos si durante un cierto tiempo trabajó para ambos centros, si sus figuras pudieron encontrarse en ambos museos o si posteriormente, cuando el museo del Hospital Militar comenzó su decadencia, las figuras fueron trasladas al Museo Olavide4.

No sabemos cómo Zofío entra en contacto con Olavide y la fecha de sus primeras figuras en el Museo. Tampoco hemos encontrado ningún dato que nos indique que anteriormente hubiera otro escultor o se hubieran realizado esculturas dermatológicas para el Museo. El catálogo editado por la Imprenta Provincial (1903) consta de 367 figuras6, todas ellas realizadas por él, y sólo por las historias clínicas, en donde se indican el ingreso y el alta del enfermo, es por lo que podemos fijar una fecha aproximada de la ejecución de cada figura. Así, sabemos que las primeras figuras con historia clínica datan de 1880.

Parece ser que la técnica utilizada se la enseñó a sus discípulos, entre ellos a José Barta, aunque no consta que hicieran figura alguna conjuntamente. Es curioso conocer que todas las figuras realizadas por Zofío estaban numeradas y constaban de historia clínica adherida a la parte posterior, mientras que no ocurría lo mismo con las figuras realizadas posteriormente por Barta y López Álvarez, lo que dificulta su catalogación.

Al contrario que otros artistas antecesores y coetáneos en Europa, Zofío, a instancias del responsable del Museo D. Fernando Castelo, se presta gustoso a enseñar sus procedimientos de modelado, la composición de la masa, coloración, etc. a fin de que se perpetúen, no se paralicen, ni se extinga la vida de este Museo.

La familia poseía terrenos en el noroeste de Madrid, en la zona de Carabanchel Alto, junto a los de la familia Usera, los cuales se venden y se crea un barrio denominado del Dr. Zofío, que posteriormente pasa a llamarse Colonia del Zofío (como se la conoce en la actualidad). Existen dos calles dedicadas a esta familia: La calle Dr. Zofío y la calle Juan Zofío.

Enrique Zofío se casa con Felipa Urosa y tiene tres hijos: Enrique, que muere prematuramente; Juan, dentista que ejerce su profesión en la calle Barquillo de Madrid, y Antonio Zofío Urosa (1868-1923) (fig. 3), médico dermatólogo que aparece en el cuadro que realizan Fernández Gómez y Cubero del personal del Hospital de San Juan de Dios, en el momento en que Azúa se incorpora al Centro. En dicho cuadro figura como Jefe Clínico del Centro, aunque también se cree que dirigió el Museo Olavide. En Actas Dermo-Sifiliográficas de 1910, Antonio Zofío figura como socio numerario fundador de la Academia Española de Dermatología, junto con José Olavide y Malo, hijo de José Eugenio Olavide7. Un hijo de Antonio, y nieto de Enrique Zofío, es Juan Zofío López-Mezquía (1911-1986), quien fue médico internista, diplomado en Leprología-Venereología. Éste ejerció en un principio como médico de los Ferrocarriles en Madrid, y posteriormente en la provincia de Jaén, como médico por oposición de Asistencia Pública Domiciliaria y del Seguro Obligatorio de Enfermedad.

Figura 3. Antonio Zofío Urosa, hijo de Enrique Zofío, médico dermatólogo Jefe Clínico de San Juan de Dios y miembro numerario fundador de la Academia Española de Dermatología.

Al igual que Jules Baretta es el «alma» del museo del Hospital parisino de Saint Louis, podemos decir que Zofío fue el «alma» del Museo Olavide por el número y la calidad de sus figuras.

José Barta Bernardotta

Según la información aportada por sus allegados, nació en Barcelona, hacia 1875, dentro de una familia con múltiples antecedentes artísticos, especialmente actores de teatro y músicos. Falleció en Madrid, el 23 de marzo de 1955, y fue enterrado en el cementerio de la Almudena (fig. 4). En la tumba no existe una lápida que nos pueda ayudar a confirmar la fecha de su nacimiento.

Figura 4. José Barta Bernardotta en su estudio; pintor-escultor, personaje bohemio, fue el continuador de Enrique Zofío.

Su padre, Don José Barta, fue actor cómico, director de escena y empresario, trabajando con Antonio Vico, Julián Romea y Loreto Prado, entre otros. Falleció el 27 de septiembre de 1922. Fue el fundador y decano de la Sociedad de Actores Españoles. No hemos encontrado familiares relacionados con la medicina entre sus descendientes, aunque sí hay numerosos artistas: músicos, actores de cine y teatro, cantantes...

El pintor y escultor José Barta vivió en la calle De los Tres Peces, número 6, cercana a la calle Atocha. Fue un pintor renombrado y al que se le concedió la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes2.

Se desconoce el comienzo de su trabajo en el Museo Olavide, pero en una película del año 1927 («La terrible Lección») aparece mostrando el museo a una serie de personalidades que visitan el Hospital de San Juan de Dios, situado entonces en la calle Doctor Esquerdo. En esta misma película aparecen los Dres. Bejarano, Sánchez-Covisa y Castelo8.

Barta realizó numerosas obras, las últimas de ellas junto a Rafael López Álvarez, pero no existe constancia de la realización de alguna figura junto con Zofío, algo chocante, pues parece que este último debió de ser su maestro y que convivieron algunos años. Tanto las figuras de Barta como las de Rafael López Álvarez carecen de numeración y no tienen historia clínica (al contrario de las de Zofío), o al menos eso es lo que hemos encontrado hasta este momento.

Según testimonios familiares, Barta siguió trabajando en el Museo hasta finales de los años 40. Personaje bohemio y muy querido, sus familiares cuentan la anécdota de que el cortejo fúnebre se detuvo a su paso ante el Hospital de San Juan de Dios para hacer una oración.

Rafael López Álvarez

Es el tercer artista-escultor de las figuras de cera del Museo Olavide. De él se tienen pocos datos, tanto de su vida privada como de su trabajo profesional en el Hospital San Juan de Dios. Diplomado en Bellas Artes y profesor de dibujo, realizó un cartel para la prevención de la sífilis durante la dictadura de Primo de Rivera, que fue considerado como inmoral. Por referencias periodísticas parece ser que comenzó a trabajar en el Hospital entre los años 1910-20, realizando algunas figuras junto a Barta y posteriormente en solitario9.

Durante la Guerra Civil fue el encargado de mostrar el Museo a los milicianos, de forma que éstos aprendieran los estragos causados por las enfermedades venéreas.

Se declara racionalista, republicano y admirador de Ferrer Guardia, y es el que en 1966 embala las figuras existentes en San Juan de Dios (puede que unas doscientas cajas) para su depósito posterior en un lugar desconocido9,10.

En 1972 queda ciego tras una operación de glaucoma, aunque se tienen noticias de él en 1978, dentro de un reportaje en la revista QUÉ sobre enfermedades venéreas, que menciona su trabajo en el Museo Olavide10.


Correspondencia:

Luis Conde-Salazar Gómez.

Servicio de Dermatología Laboral.

Escuela Nacional de Medicina del Trabajo.

Instituto de Salud Carlos III.

28040 Madrid.

Correo electrónico: lconde@isciii.es

Bibliograf¿a
[1]
Los museos de cera dermatológicos. En: Piel de Cera. Madrid: Editorial Luzán; 2006. p. 41-8.
[2]
Historia del Museo Olavide. En: Piel de Cera. Madrid: Editorial Luzán; 2006. p. 31-6.
[3]
Colecciones de Sanidad Militar. Revista de Museología, número especial «Museos de Defensa». En prensa 2007.
[4]
El museo de Sanidad Militar en el hospital Militar de Madrid ­Carabanchel (1901 a 1908). En: Gómez Ulla, Hospital Militar Central, cien años de historia: 1896-1996. Madrid: Ministerio de la Defensa; 1996. p. 453-7.
[5]
En: Diccionario Histórico das Ciencias e das Tecnias de Galicia. Autores 1668-1936. A Coruña: Sada; 1993. p. 104-6.
[6]
Catálogo del Museo Anatomo-Patológico del Hospital de San Juan de Dios de Madrid: Imprenta Provincial; 1903.
[7]
º 2, Diciembre 1909-1910; p. 175
[8]
Director: Fernando Delgado; Guión: Leopoldo Bejarano; Argumento: Leopoldo Bejarano; Director de Fotografía: Enrique Blanco; Asesor Científico: Julio Bejarano; Tema: Lucha Antivenérea; 35 milímetros; blanco y negro, muda, duración 01431 minutos.
[9]
Un museo entre paréntesis: Olavide. Visita a los museos de Madrid; ABC, 14 de diciembre, 1966.
[10]
Las esculturas del miedo. Las enfermedades venéreas aumentan alarmantemente. Pero aquí son cosas de museo. Revista QUÉ; 6 de marzo de 1978.
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