Considerado como el fundador de la Escuela Vienesa de Dermatología, Ferdinand von Hebra era hijo de Johannes Hebra y de Karoline Schwarzman1. Nació el 7 de septiembre de 1816 en Brno (Moravia), ciudad perteneciente al imperio austrohúngaro en aquella época2. No se ha demostrado, aunque se ha hablado mucho del tema, que Hebra proviniera de una familia judía1.
Estudió en Gratz, obteniendo su licenciatura en Medicina en la Universidad de Viena en 18413 (fig. 1).
Fig. 1.--Ferdinand Hebra (1816-1880). (http:www.dermis.net/hebra)
Tras un breve interés por la Medicina Legal fue contratado como médico ayudante en Allegemeines Krankenhaus (actual Hospital General de Viena) por el doctor Joseph Skoda4. Hebra fue asignado a la sección dedicada a los pacientes con dolencias cutáneas. Aquella sala recibía el nombre de Ratzestation o «sala de los sarnosos», ya que la dermatosis más frecuente en aquellos momentos era la escabiosis5.
El joven Hebra demostró desde el principio, como Alibert, un gran entusiasmo ante su nueva, y según sus compañeros, desagradable tarea6.
En 1844 publicó, tras algunos experimentos e incluso la autoinoculación con el ácaro de la sarna, un tratado sobre la escabiosis, Uber die Krätze3. En este trabajo afirmó rotundamente que el ácaro era el causante único de la sarna, arrinconando definitivamente la teoría patogénica humoral1.
Otro de los temas que le interesó en aquella época fue el de las dermatosis por irritantes. Tras varios experimentos con el aceite de crotón tópico, resaltó la gran importancia que los factores locales debían de tener en la producción de las enfermedades cutáneas.
Durante el año 18481, o en 1845 según otras publicaciones3, se le nombró jefe del Departamento médico de enfermedades cutáneas, servicio que, en el Hospital General de Viena de nuestros días, se denomina Departamento Médico VII1. La independencia del departamento de Skoda marca un hito en el nacimiento de la Dermatología como disciplina independiente en los países de habla germánica3.
Dotado de un talento especial para la observación morfológica2, supo utilizar el abundantísimo material del que disponía, publicando en 1845 una clasificación de las enfermedades cutáneas. El título que Hebra dio a la publicación de su clasificación, Versuch einer auf pathologishe Anatomie gegründeten Eintheilung der Hautkrankheiten o «Intento para la clasificación de las enfermedades cutáneas según criterios anatomopatológicos», nos indica dos cosas. Una se refiere a la provisionalidad que se supone a un primer trabajo y la otra tiene que ver con el fundamento científico de la obra.
Este sistema de clasificación se basó en los principios histológicos establecidos por el doctor Karl Rokitansky, amigo y compañero de Hebra, para el resto de la Patología médica2. En su clasificación, Hebra agrupó las enfermedades según los supuestos cambios anatómicos encontrados en las lesiones elementales. Con ello no hay que pensar que Hebra dominó el estudio microscópico, ya que en algunos casos sólo presuponía cuáles podrían ser los hallazgos histológicos2, y en todo caso se refería al estudio con cortes gruesos.
Hebra estableció un total de 12 clases de enfermedades: hiperemias, anemias, alteraciones en la secreción de las glándulas cutáneas, exudaciones, hemorragias, hipertrofias, atrofias, neoplasias, pseudomalignidades, neurosis y parasitosis (tabla 1).
En la descripción de los cuadros clínicos utilizó una nomenclatura bastante similar a la empleada por Plenck y Willan7.
Esta clasificación supuso un avance muy importante sobre la diseñada por Robert Willan, que estaba basada en la lesión inicial o elemental, consiguiendo reflejar los avances científicos de la época en la cual fue realizada2.
Dicho trabajo permitió a Hebra la preparación de su obra más importante, Hautkrankheiten o «Atlas de enfermedades cutáneas». Fue publicado entre 1856 y 1876, en 20 fascículos, que reunidos formaban dos volúmenes. Colaboraron como ilustradores otros dos médicos, Anton Elfinger (1821-1864) y Karl Heitzmann (1836-1896)8. Contenía una bellísima colección de acuarelas de todas las enfermedades cutáneas conocidas, salvo las de transmisión sexual, representadas en diferentes momentos evolutivos. Una parte del Atlas puede encontrarse en la dirección de Internet: http://www.dermis.net/Hebra.
Hebra fue un magnífico profesor. Era riguroso, didáctico y ameno. Como Alibert, «dramatizaba» en algunos momentos con el fin de llamar la atención sobre los hechos más sobresalientes del caso presentado. Realizaba las sesiones clínicas en un anfiteatro próximo a la sala de hospitalización. Los pacientes eran examinados subidos a un pedestal giratorio. Hebra conseguía, a veces con comentarios sarcásticos1, que sus estudiantes recordaran los hallazgos más interesantes de la historia clínica del paciente. Se puede calificar de «detectivesco» el método que usaba para llegar al diagnóstico final.
En 1842, un año después de su llegada al Allgemeines Krankenhaus, organizó un curso sobre enfermedades cutáneas, de carácter privado, dirigido a médicos y estudiantes3. Este curso tuvo tanto éxito que fue incorporado poco después, en 1844, al curriculum de la Universidad de Viena5.
En 1849 fue nombrado Profesor de Enfermedades Cutáneas7, 9, el primero, si no tenemos en cuenta a las enfermedades de transmisión sexual, de lengua alemana. Este título puede resultar curioso, pero parece ser que hasta 1858 no se utilizó con regularidad el término Dermatología para designar nuestra especialidad9.
En 1869 obtuvo la cátedra de Dermatología9.
Hebra se casó con Johanna Edle von Huze Zinsenfels. Una de sus hijas, Martha, se convirtió en la esposa de otro famoso dermatólogo, Moritz Káposi. Otro de sus hijos llamado Johannes, más conocido como «Hans», fue dermatólogo y profesor de Dermatología.
Recibió múltiples distinciones honoríficas, siendo nombrado caballero Ritter en 1877. En 1879 se convirtió en presidente del Colegio de Médicos de Viena y en miembro de la Academia Imperial de las Ciencias1.
Murió el 5 de agosto de 1880 en Viena. Probablemente la causa de su fallecimiento fue un cuadro de insuficiencia cardíaca secundaria a la enfermedad pulmonar crónica que padecía desde su juventud2.
Entre las enfermedades que describió, o al menos aquellas en las que se reconoce su contribución, destacan el lupus eritematoso crónico tipo discoide, el liquen ruber plano, la tinea cruris, conocida como «eccema marginado de Hebra», el liquen escrofuloso, el rinoescleroma y el impétigo herpetiforme2, 3. Asimismo, delimitó claramente el cuadro clínico de la psoriasis y de algunas erupciones eccematosas2.