INTRODUCCION
La linfangitis esclerosante no venérea del pene es un proceso benigno, infrecuente, que afecta a los vasos linfáticos distales. Su aparición se ha relacionado con los microtraumatismos locales, pero su etiopatogenia no está clara. Clínicamente se caracteriza por la aparición de un cordón translúcido e indoloro, paralelo al surco balanoprepucial. Se resuelve de manera espontánea en la mayoría de los casos, por lo que el tratamiento inicial debe ser conservador.
DESCRIPCION DEL CASO
Un varón de 51 años, soltero, sanitario de profesión, sin antecedentes personales ni familiares de interés, consultó por la aparición de un cordón traslúcido, firme, de consistencia cartilaginosa, paralelo al surco coronal, de una semana de evolución (fig. 1). No refería disuria ni ningún otro síntoma acompañante y negaba haber mantenido relaciones sexuales en los días previos. No se observaban erosiones ni ulceraciones en la piel adyacente ni se palpaban adenopatías inguinales. Tampoco existían signos de uretritis. Los estudios de laboratorio, entre los que se incluyeron hemograma, bioquímica y sedimento urinario, fueron normales, y la serología luética fue negativa. Se llegó al diagnóstico clínico de linfangitis esclerosante no venérea del pene, y se adoptó una actitud expectante. El proceso se resolvió en 3 semanas.
Fig. 1.--Cordón translúcido, indurado, paralelo al surco balano-prepucial.
DISCUSION
La linfangitis esclerosante no venérea del pene es una enfermedad que afecta a los vasos linfáticos del pene. Es poco frecuente (aproximadamente 100 casos descritos en la literatura médica) debido posiblemente a la baja incidencia de consulta por el curso indolente y el carácter autorresolutivo de esta enfermedad. Fue descrita por Hoffman en 1923 como una linfangitis gonocócica que simulaba una sífilis primaria, denominándola «seudochancro gonocócico» 1. Años más tarde, en 1938, al estudiar nuevos casos en los que no existía evidencia de infección por gonococos, replanteó su etiología y la denominó «linfangitis plástica no venérea del pene» 2. La naturaleza no venérea de esta enfermedad fue defendida en posteriores publicaciones. Otros términos empleados han sido «linfangitis circular indurada del pene», «linfangiectasia transitoria del pene» y «linfangitis esclerosante del pene».
Afecta generalmente a varones de 20-40 años de edad 3,4, aunque hay casos descritos entre 18 y 66 años y predomina en los profesionales de la salud 5. Kandil y Al-Kashlan pensaban que esta mayor prevalencia podía deberse al mayor contacto con virus en estas profesiones, ya que ellos defendían la teoría viral. Nosotros creemos que puede deberse a la mayor accesibilidad al especialista, en este caso al dermatólogo, en un breve período de tiempo.
La etiología es desconocida. Entre las causas «no venéreas» se han propuesto las infecciones por enterovirus, tuberculosis e irritación por hemorragia menstrual 3. Sin embargo, la mayoría de los autores defienden la etiología traumática, ya que gran parte de los pacientes describen un incremento de la actividad sexual en los días previos a su aparición 6-13. Algunos autores consideran que la cicatriz circunferencial por la circuncisión puede favorecer su aparición, aunque no se ha estudiado sistemáticamente 13,14. Varias enfermedades de transmisión sexual se han asociado con este proceso, como gonococia 15, uretritis no gonocócica 16, herpes genital 17, valores serológicos de sífilis positivos 18 e infecciones por Chlamydia16. La mayoría de los autores coinciden en que no es una enfermedad causada por un microorganismo específico; no obstante, es conveniente descartar enfermedades de transmisión sexual en estos pacientes, ya que en el 25 % de los casos publicados existe una relación temporal entre la linfangitis esclerosante no venérea del pene y la gonococia, la uretritis inespecífica y los valores serológicos de sífilis positivos 18. Nosotros también defendemos la teoría traumática. Nuestro paciente negaba haber mantenido relaciones sexuales en los días previos, pero no descartamos otras formas de producción de traumatismos, como la masturbación 7.
Clínicamente se presenta como un cordón traslúcido, indurado, de consistencia «cartilaginosa», no adherido a planos profundos y recubierto por piel normal 3,4,9. Puede ir precedido o acompañado de edema del prepucio 8. En ocasiones, existe participación de los vasos linfáticos del dorso del pene, pero suelen ser lesiones menos llamativas y pasan desapercibidas 12. Las linfadenopatías inguinales son infrecuentes. La localización del cordón es variable, aunque mantiene paralelismo y proximidad con la corona del glande. Aunque las lesiones son clásicamente asintomáticas, algunos pacientes refieren molestias o dolor, sobre todo durante la erección 8. En algunos casos pueden existir erosiones o ulceraciones en la proximidad, lo que dificulta el diagnóstico diferencial 3.
Existe controversia respecto al origen linfático o venoso de esta enfermedad. La diferencia anatómica e histológica entre linfáticos y venas del pene es difícil de establecer. Sin embargo, algunos trabajos apoyan claramente el origen linfático. En el estudio histológico se aprecia hipertrofia y esclerosis de los vasos linfáticos con infiltrado inflamatorio perilinfático. A veces existen trombos que ocluyen la luz vascular 3,5.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, y no está indicada la realización de biopsia en las etapas iniciales. La lesión suele aparecer en los primeros 7 días después del traumatismo y su duración total puede oscilar entre los 3 días y los 5 meses (media 41 días), aunque se ha publicado un caso de 2 años de duración.
En su tratamiento se han empleado antivirales 5, antibióticos (tetraciclinas) 16, corticoides, nitrato de plata, etc., con eficacia dudosa, ya que el proceso suele resolverse de forma espontánea sin el uso de ningún fármaco. Se recomienda abstinencia sexual en estos pacientes hasta la resolución del cuadro 8,13. La ablación quirúrgica del cordón linfático se reserva para casos recidivantes o persistentes 14.