El impacto de las campañas de prevención primaria y secundaria del cáncer de piel es cada vez mayor en la sociedad. Poco a poco, la población se está concienciando sobre el peligro de una exposición solar excesiva y el riesgo que supone para el desarrollo del cáncer de piel, así como sobre la importancia del diagnóstico precoz. Esta mayor concienciación en la población y en los médicos de Atención Primaria motiva frecuentes derivaciones al dermatólogo para valoración.
El estudio Diaderm1 muestra que aproximadamente un 32% de las consultas recibidas en dermatología desde Atención Primaria en el sistema sanitario público español tienen como diagnóstico principal una lesión cutánea benigna2 y que, por tanto, podrían considerarse evitables.
Esta información resulta del máximo interés para la planificación de los servicios de dermatología. Los responsables de los servicios deben evitar que la atención a problemas dermatológicos potencialmente graves compitan, en recursos, con problemas que no representan riesgos para la salud de la persona. Es por ello por lo que, quizás, el esfuerzo de los servicios de dermatología deba orientarse no tanto a «evitar» estas consultas como a generar mecanismos que permitan garantizar que cualquier persona con este tipo de lesiones o problemas pueda acceder a la opinión de un dermatólogo, sin que esto repercuta de forma negativa en la respuesta precoz a los problemas dermatológicos graves.
La adecuada formación de los médicos de familia y de los pediatras de Atención Primaria y la puesta en marcha de sistemas de teledermatología diferida3 representan instrumentos que están permitiendo adecuar la atención dermatológica proporcionada por los servicios de dermatología a las necesidades reales de cada persona.