Rodríguez-Lomba et al.1 realizan un estudio clínico-patológico de una serie de 12 pacientes con leiomiosarcoma (LMS) cutáneo, tratados en un periodo de 15 años. Durante el seguimiento 2/4 de los LMS dérmicos recurren, 1/2 de los LMS subcutáneos presentan metástasis a distancia y 5/6 de los pacientes con metástasis cutáneas de LMS extracutáneos fallecen por la enfermedad. Además, los autores nos recuerdan la importancia ante un LMS subcutáneo de descartar primero una metástasis de un LMS oculto y nos proponen, acorde a la localización histológica, un algoritmo de manejo diagnóstico y terapéutico muy útil para el dermatólogo.
El LMS es una neoplasia de estirpe muscular poco frecuente que representa el 2-3% de todos los sarcomas cutáneos. La clínica es inespecífica y es imprescindible para el diagnóstico realizar una biopsia que incluya grasa.
Este tipo de sarcomas, como vemos en el presente trabajo y en otras publicaciones2,3, clásicamente se divide en 3 grupos con diferente implicación pronóstica: LMS dérmico, LMS subcutáneo y metástasis cutánea de un LMS extracutáneo. El pronóstico es peor cuanto más profunda es la lesión. El LMS dérmico es un tumor de malignidad intermedia, con tendencia a la recidiva local (24%) y un bajo riesgo de metástasis (4%)2. El LMS subcutáneo presenta una mayor tasa de recidiva local (37%) y metástasis a distancia (43%). Por último, las metástasis cutáneas de LMS indican progresión del tumor primario, con una esperanza de vida de aproximadamente 16 meses tras la detección de la metástasis cutánea3. Todo esto coincide con los resultados de este interesante trabajo.