Los fármacos anti-TNF se utilizan desde la pasada década en millones de pacientes con diferentes enfermedades inmunomediadas, demostrando altos niveles de eficacia y seguridad. En diversos estudios, la mayoría del campo de la reumatología, se ha constatado que estos agentes por un lado positivizan (entre un 33% y 77%) los anticuerpos antinucleares (ANA), y por otro lado se ha descrito la aparición de enfermedades autoinmunes, siendo las más relevantes el lupus, la vasculitis y la sarcoidosis, entre otras.
En el artículo de Oter-López et al.1 se efectúa un estudio retrospectivo en un único centro en pacientes con psoriasis tratados con adalimumab y etanercept (65 pacientes con cada fármaco) y se constata que existe una positivización importante de los ANA como se describe en la literatura (del 12% al 37% en etanercept; del 25% al 50% en adalimumab). El estudio aporta información relevante, ya que objetiva que a pesar de la positivización de los ANA ningún paciente desarrolló conectivopatías autoinmunes, así como la ausencia de relación entre dicha positivización con los posibles eventos de origen autoinmune registrados (psoriasis paradójicas y reacciones locales, una urticaria y una alopecia areata). Otro aspecto con trascendencia en la práctica clínica es la ausencia de asociación entre la aparición de los ANA y la eficacia del fármaco, así como su independencia de haber empleado un biológico previo.
A la vista de los resultados y la revisión de la literatura se recomienda una evaluación específica, tanto clínica como inmunológica (ANA), antes de comenzar el tratamiento biológico, y solo en aquellos pacientes con sospecha de enfermedad autoinmune efectuar una determinación seriada de los ANA y de esta forma contribuir a la eficiencia del proceso asistencial.