La conversión de un estudio científico en un texto apto para publicar en una revista dermatológica de prestigio es un proceso complejo, en el cual deben sortearse diferentes escollos, algunos de los cuales pueden ser tan arduos como los obstáculos solventados durante el diseño y la ejecución del propio estudio. Para lograr la aceptación de un manuscrito en una revista de impacto y solvencia científica contrastada en el ámbito de la Dermatología es indispensable que concurran dos factores: a) nivel científico adecuado de la información y b) estructura correcta del escrito en cuanto a forma, estilo y presentación. A este respecto se requiere el conocimiento de la metodología de las publicaciones biomédicas, la destreza para el relato escrito, el criterio para elegir la revista adecuada y la habilidad para seguir sus requerimientos, la aptitud para crear un documento formalmente impecable y, por último, la capacidad para responder acertadamente a las críticas surgidas durante el proceso de revisión por expertos (peer review)1.

En general, muchos trabajos enviados para su publicación en las revistas dermatológicas reflejan estudios correctos y satisfacen las exigencias mínimas de validez metodológica, rigor científico y originalidad, siendo potencialmente aptos para ser aceptados. Sin embargo, frente a dos manuscritos parecidos en cuanto a calidad del contenido científico, el mejor organizado, redactado y presentado puede tener notorias ventajas. Ello es especialmente cierto si se tiene en cuenta que muchas revistas internacionales de gran difusión, no tan sólo reciben una gran cantidad de manuscritos no solicitados, lo que conlleva un elevado porcentaje de rechazos, sino que las decisiones iniciales referentes al interés del trabajo y, por ende, prosecución del proceso de evaluación crítica, contemplan la lectura parcial de algunas secciones del manuscrito (por ejemplo únicamente el resumen), junto a la valoración de la calidad de la redacción del texto y presentación del manuscrito. Es decir, el primer error consiste en creer que el fondo y la forma pueden separarse: si el asunto dermatológico investigado es de interés, la estructura y el estilo de redacción tienen una relevancia menor. Los principales motivos por los cuales se rechazan los manuscritos se detallan en la tabla 1.

Antes de pensar en cómo escribir conviene decidir si la futura publicación tiene razón de ser. Ello implica haber obtenido pruebas sólidas y respuestas claras en relación con la hipótesis y los objetivos previamente establecidos, así como haber calibrado la relevancia práctica y aplicabilidad de las conclusiones de la investigación a la luz del estado actual del conocimiento. Este proceso de reflexión y autocrítica es extraordinariamente útil y necesario, porque evita justificaciones en beneficio propio y elimina sobrestimaciones con respecto a la trascendencia del estudio, el interés de los lectores y la elección de la revista. Conviene tener presente que una publicación debe proporcionar información sustancial desde el punto de vista científico, lo que puede equivaler al desarrollo de nuevos conceptos, observación de hechos relevantes, reevaluación crítica de investigaciones anteriores, reafirmación de datos escasamente comprobados o ampliación de conocimientos en áreas fragmentarias o inciertas.

A continuación hay que decidir el formato del artículo y, de acuerdo con él, seleccionar la revista idónea. No todas las revistas incluyen tipos de artículos distintos al original, tales como «carta al editor», «carta de investigación», «nota clínica», «original breve», «revisiones sistemáticas y metaanálisis» y otros. La variabilidad en cuestiones de formato de artículos en las diferentes revistas de Dermatología puede ser muy importante y conviene conocer esta cuestión de antemano. Con respecto al formato del artículo original2, algunos errores comunes en cada uno de los diferentes apartados se resumen en la tabla 2.

Una vez ponderada la importancia real del mensaje científico representado por el estudio, y decidida la estructura más adecuada del artículo, comienza la etapa de preparación3-5. Las cuestiones que han de cumplirse en esta fase hacen referencia a diversos aspectos, pero resolver desde el principio (antes de empezar la redacción) algunos aspectos éticos (por ejemplo la autoría) y seleccionar la revista más adecuada favorece la eficacia del proceso y, casi siempre, evita demoras intempestivas.

Elegir correctamente la revista idónea de Dermatología (u otra especialidad) para dar a conocer los resultados de nuestro trabajo es, hoy en día, una cuestión crítica en el proceso de publicación6,7. Optar por una revista inadecuada puede tener importantes consecuencias, entre ellas el rechazo inmediato del manuscrito sin posibilidad de acceso al peer review. Si la equivocación cometida en la primera elección no se subsana, la cadena se perpetúa y es difícil no sucumbir en los sucesivos rechazos.

Así pues, ¿cómo juzgar la calidad de una revista?, y ¿cuáles son los aspectos más importantes a la hora de seleccionar la revista más adecuada? En contra de lo que puede parecer o lo que para muchos autores es la práctica habitual, demorar la selección de la revista en las etapas finales, cuando el manuscrito está escrito y prácticamente terminado, suele ser un error. Teniendo en cuenta que la competencia para publicar en un núcleo de revistas de Dermatología de prestigio, gran difusión, solidez y categoría científica reconocida es enorme, concebir, desarrollar y redactar el manuscrito de acuerdo con las características y normativa de la revista elegida es fundamental. Entre otros motivos porque un formato impecable, ajustado a los requerimientos editoriales8, realza el contenido científico y porque la atención al detalle es una cierta garantía de éxito, al menos en lo que se refiere a la valoración inicial del trabajo por parte del Comité Editorial.

Cada vez es más frecuente que las revistas impongan límites estrictos en la extensión de los manuscritos, no sólo para aquellos que se preparan para la sección de artículos originales, sino también para los restantes formatos (cartas, originales breves, revisiones, etc.). Asimismo, para contrarrestar estas restricciones en número de palabras, muchas revistas ofrecen un espacio adicional en forma de publicación electrónica de datos suplementarios, la preparación de la cual no está exenta de requerimientos. Solamente por cuestiones de conveniencia, eficacia y ahorro de tiempo es evidente que conviene elegir correctamente la revista antes de empezar a redactar el manuscrito.

Escoger una revista sin haber analizado con detenimiento las peculiaridades de la misma, hoy en día de un modo fácil a través de su portal en internet9, también es una equivocación grave. Con independencia de múltiples cuestiones de las normas para autores referentes al aspecto formal de estructura y disposición del texto, es fundamental identificar con claridad que el tema del trabajo coincide con la línea editorial de la revista y, por lo tanto, será conveniente para sus lectores. Aunque todas las revistas describen su razón de ser, propósitos, contenidos y áreas científicas de interés, determinar objetivamente si la cuestión investigada y el mensaje principal del estudio encaja en el proyecto y finalidad de la revista solamente se logra prestando atención a los artículos publicados en la misma. Para ello, resulta de gran utilidad hacer una búsqueda bibliográfica en el portal de la revista a través del enlace disponible en el propio mapa del web, utilizando términos descriptores que puedan estar representados en los títulos y resúmenes de los artículos. Asimismo, es muy eficaz revisar con paciencia, uno por uno, los números publicados recientemente, en los últimos meses o en el último año, para comprobar la presencia de estudios similares al propio, lo cual es un hallazgo revelador y un dato cierto de la atención prestada por la revista al objeto de nuestro estudio. En este sentido es muy conveniente incluir como cita bibliográfica algún estudio actual de la revista en cuestión, lo cual revela la atención prestada a la misma. Con toda seguridad este detalle no pasará desapercibido a los ojos del Comité Editorial. Del mismo modo, cabe la posibilidad de escoger nombres de potenciales revisores entre autores de los trabajos citados en la bibliografía o entre miembros del mismo Comité Editorial.

Por otra parte, la revisión cuidadosa de la revista también pone de manifiesto otros aspectos útiles, tales como las características de los autores publicadores, el ámbito de su práctica y su país de origen. Una nutrida representación internacional o, por el contrario, la presencia casi exclusiva de un determinado país en las filiaciones de los autores son datos muy sugerentes en un sentido o en otro.

Además de la trayectoria de las revistas, incluyendo su historia, publicación como órgano de expresión de sociedades científicas, inclusión en los principales índices, frecuencia, difusión, propósitos, cobertura y composición del Comité Editorial, la política editorial de la revista en lo que atañe a la pulcritud en cuestiones éticas y adherencia a normativas y consensos dice mucho, tanto de su calidad, como de su exigencia y rigurosidad metodológica aplicada en el proceso de revisión de los trabajos. En este sentido, conviene tener presente que en las instrucciones para autores se pormenoriza el cumplimiento de los requisitos de uniformidad elaborados por el Comité de Editores de Revistas Médicas u otras normativas (por ejemplo, Consolidated Standards for Reporting of Trials [CONSORT, www.consort-statement.org], Quality of Reporting Meta-analyses [QUOROM, www.consort-statement.org/QUOROM.pdf], etc.), lo que obliga a adaptar el manuscrito convenientemente en caso de hacer esta elección.

Las normas de una revista en cuestiones tan esenciales y delicadas como autoría10,11, conflicto de intereses, derechos de la propiedad intelectual, preservación de la privacidad de los pacientes u otras, en forma de declaraciones obligatorias firmadas como requisito indispensable para evaluar el manuscrito, es un rasgo de calidad y distinción editorial inequívoca. Ninguna revista de calidad pasa por alto estos detalles.

En el campo de la bibliometría y en referencia expresa a la inclusión de una revista de Dermatología en el Journal Citation Reports y categorización de la misma por su factor de impacto (tabla 3), es preciso insistir en la importancia desmesurada de esta cifra mágica y en la colosal equivocación que a diario cometen muchos clínicos e investigadores. En primer lugar, cuando equiparan el factor de impacto al «patrón oro» para juzgar la calidad de la revista y, en segundo lugar, lo que es más grave por sus nefastas consecuencias, cuando se utiliza el factor de impacto como único criterio a la hora de escoger la revista. Si bien es verdad que el factor de impacto refleja el número de citas (y autocitas) recibidas y puede considerarse, por ello, como una forma para valorar la difusión de la revista, no debe asociarse automáticamente a la calidad de la misma o, lo que es peor, de un determinado autor12,13. Todos conocemos casos de artículos considerados clave en los diferentes ámbitos de la Dermatología que no han sido publicados en revistas de máximo factor de impacto, o la aparente paradoja de que artículos rechazados en una determinada revista se hayan publicado en otra con factor de impacto más elevado. Así pues, la calidad de una revista biomédica va más allá del simple análisis de su factor de impacto, ya que deben tenerse en cuenta, además, algunas características internas difícilmente mensurables, como la rigurosidad intrínseca de los procesos de decisión y edición. La evaluación de los manuscritos por los expertos es uno de los máximos exponentes de calidad del proceso de decisión.

Otro aspecto a considerar es la inclusión de la revista en índices y bases de datos, así como el idioma de publicación, lo que condicionará, en parte, su difusión y su impacto. En la tabla 4 se detallan las 51 revistas españolas actualmente vigentes incluidas en MEDLINE (www.ncbi.nlm.nih.gov), 12 (23,5 %) de las cuales están publicadas en inglés. Las revistas nacionales son enormemente valiosas, no tan sólo para dar a conocer los resultados de un estudio de interés local cuya aplicación clínica se enmarca en el ámbito de nuestro sistema de salud, sino también para difundir trabajos que pueden ser de gran utilidad para colegas de nuestro ámbito. La verdadera repercusión de muchos estudios, bien hechos, actuales y científicamente necesarios, se esfuma en revistas internacionales cuando en el devenir del tiempo se constata que no han recibido ninguna cita. Seguramente, estos mismos estudios podrían haber tenido una gran resonancia y, asimismo, se hubieran publicado con mayor celeridad si se hubiera renunciado al empeño de la publicación anglosajona en beneficio de la publicación nacional. Obcecarse demasiado por publicar en inglés es un desacierto, pues probablemente haya muy buenos artículos que publicados en nuestras revistas de Dermatología hubieran podido ser tomados como referencia por muchos científicos españoles. Diversos análisis del mapa bibliométrico español constatan la desproporción entre la contribución científica española a la producción biomédica mundial y el reducido porcentaje de citaciones que ésta genera14.

El afán legítimo de obtener la máxima difusión de nuestro trabajo también puede ser un arma de doble filo cuando se escogen revistas de Medicina Interna, en vez de revistas de Dermatología, sin haber valorado sincera y honestamente la aportación y utilidad que pudiera tener el trabajo para el médico general.

Haber publicado previamente en una determinada revista no es ninguna garantía de aceptación de trabajos posteriores, ni tampoco el amiguismo, el apadrinamiento, la influencia, el cargo o la posición. Pagar para publicar, tampoco. Muchas revistas tienen un coste de publicación, especialmente para secciones de publicación rápida (o ultra rápida). Las revistas electrónicas de acceso libre incluyen sistemáticamente un canon de publicación. Otras revistas corrientes, previo pago de una tarifa, brindan la opción de hacer accesible de forma inmediata y gratuita la publicación electrónica completa tras la aceptación del manuscrito. Algunos errores comunes a la hora de escoger la revista se detallan en la tabla 5.

En resumen, con independencia del prestigio de la revista, el factor de impacto, su inclusión en índices y bases de datos, la conveniencia para el currículo propio y muchas otras consideraciones, la estimación honesta y desapasionada del alcance real del trabajo y de la relevancia de las conclusiones es la mejor medida para seleccionar la revista dermatológica adecuada. En síntesis, responder a la pregunta ¿cuál es la novedad del mensaje principal de mi estudio? y a continuación, ¿a qué lectores interesa? suele ser una estrategia que casi nunca lleva a engaño.

Conflicto de intereses

Declaro no tener ningún conflicto de intereses.