El objetivo principal en la cirugía oncológica cutánea es la extirpación del tumor con unos márgenes de seguridad adecuados que proporcionen la mayor probabilidad de curación. El siguiente objetivo es preservar en lo posible la función del órgano afectado y, por último, aunque en ocasiones no sea lo menos importante para el paciente, obtener un buen resultado estético. Estos principios tienen su máxima expresión cuando se trata de la mano, el órgano que nos confiere el rasgo más distintivo de humanidad y una de nuestras principales fuentes de interacción con el entorno1.
En este número de Actasdermosifiliográficas, Miguel Ángel Flores-Terry et al. del Hospital General Universitario de Ciudad Real2 presentan su experiencia en la cirugía de tumores malignos subungueales, carcinoma espinocelular y melanoma, donde la amputación de la falange distal es la técnica quirúrgica habitual. Los autores realizan una cirugía funcional del aparato ungueal, conservadora, pero con márgenes adecuados, y su reconstrucción con la intención de preservar la falange afectada y su función. En los casos con una indicación correcta (carcinoma espinocelular sin afectación ósea, melanoma con Breslow <1mm) obtienen unos resultados excelentes equiparables a los hallados en la literatura, sin diferencias en el pronóstico frente a la amputación.
Trabajos como el presente contribuyen a divulgar técnicas quirúrgicas que, aunque no son novedosas ni complejas, sirven para mejorar la calidad de vida de los pacientes y nos estimulan para reevaluar continuamente nuestra práctica habitual.