La principal aplicación de la dermatoscopia es la valoración de las lesiones pigmentadas. Sin embargo, en los últimos años han aparecido un número muy importante de publicaciones en la literatura en las que se demuestra su utilidad en el estudio de las enfermedades del pelo y del cuero cabelludo1. Aunque la mayoría de estudios dermatoscópicos se centran en los hallazgos típicos de algunos tipos de alopecia, especialmente la alopecia areata y la alopecia androgenética1,2, recientemente se ha descrito la presencia de los «pelos en coma» como un marcador característico de la tinea capitis (TC)3. La TC o infección por dermatofitos del cuero cabelludo sigue siendo una enfermedad relativamente frecuente en nuestra práctica clínica habitual. Debido a que se presenta mayoritariamente en niños, generalmente entre los 3 y 7 años de edad4, la tricodermatoscopia puede ser una herramienta diagnóstica muy útil por ser rápida, fiable, barata e inocua5. Describimos el caso de dos pacientes afectos de una TC con múltiples pelos en coma como hallazgo dermatoscópico característico.
El primer caso clínico corresponde a un varón de 9 años, natural de un pueblo de Bolivia, donde estaba en contacto frecuente con animales, que consultó por presentar lesiones en el cuero cabelludo y en la cara de 10 meses de evolución. En la exploración física destacaba una fina descamación blanquecina en el cuero cabelludo y varias placas alopécicas en las que existía una marcada fragilidad capilar a la tracción manual. En la cara mostraba también algunas placas eritematosas y descamativas, de contornos irregulares pero bien definidas. No se palparon adenopatías laterocervicales. En el estudio dermatoscópico de las estructuras foliculares se observaron múltiples pelos rotos, así como pelos con una marcada angulación final, con un grosor y una pigmentación homogénea que adoptaban una característica morfología en coma (fig. 1). El examen micológico mediante hidróxido potásico y el cultivo microbiológico permitió confirmar la presencia de un hongo zoofílico identificado como Trichophyton verrucosum. El paciente fue tratado con griseofulvina oral a dosis de 20mg/kg/día durante 8 semanas. En la revisión realizada 4 meses después de comenzar el tratamiento mostraba una curación completa y sin lesiones residuales de alopecia cicatricial.
El segundo caso clínico es el de un varón de 2 años procedente de Senegal, que consultó por varias placas alopécicas en el cuero cabelludo de 6 meses de evolución. La pilotracción manual fue positiva. En el estudio dermatoscópico también se observaban múltiples pelos que presentaban una característica morfología en coma, con pigmentación y grosor homogéneo y una angulación distal abrupta (fig. 2). El estudio micológico mediante hidróxido potásico resultó positivo, pero en el cultivo posterior no se logró el aislamiento del agente. Tras 8 semanas de tratamiento con griseofulvina oral a dosis de 15mg/kg/día se produjo una resolución completa del cuadro clínico.
La TC es una infección del cuero cabelludo común en los niños, causada por diversas especies de dermatofitos de los géneros Trichopyton y Microsporum, que presenta una incidencia en torno al 1% en los países desarrollados. En general, clínicamente debemos sospecharla ante un paciente que presente una o varias placas alopécicas, de pequeño tamaño, con pelos rotos, descamación y prurito4. Respecto al diagnóstico diferencial de las alopecias en la infancia nos plantearíamos la TC, la alopecia areata, la alopecia traccional, la tricotilomanía y el síndrome del cabello en anágeno suelto, aunque esta última suele dar una alopecia difusa ante un «tirón» sin picor ni descamación6. En muchas de estas patologías la tricodermatoscopia es también una herramienta de gran utilidad, y permite mejorar la capacidad diagnóstica respecto a la inspección clínica simple al mostrar hallazgos característicos1,2,7 (fig. 3). En la tricotilomanía los cabellos mantienen diámetros similares, hay puntos negros, pelos fragmentados de distintas longitudes y pelos enrollados por la tracción. En cambio, en la alopecia areata se observan folículos vellosos de menor diámetro, así como puntos amarillos y pelos en signo de exclamación7. En el estudio dermatoscópico de 15 pacientes con TC se ha observado la presencia de pelos rotos, así como de pelos en coma. Los pelos en coma son la expresión morfológica de la ruptura del tallo piloso al encontrarse repleto de hifas, y se caracterizan por presentar un grosor y una pigmentación homogénea junto con una angulación final abrupta3,5,8. Recientemente se han descrito los pelos en sacacorchos como un nuevo signo dermatoscópico para el diagnóstico de la TC en niños de raza negra, donde en ocasiones, los hallazgos clínicos pueden ser más difíciles de apreciar9. Entre los agentes etiológicos de los 15 casos publicados hasta el momento de TC con presencia de «pelos en coma» destacan 4 casos de Microsporum canis, uno de M. langeronii, 4 de Trichopyton soudanense, 2 de T. tonsurans, uno de T. Violaceum y en 3 de ellos no fue posible aislar el microorganismo responsable. No se había recogido ningún caso de infección por Trichopyton verrucosum (caso clínico 1).
En conclusión, describimos dos casos de TC que presentan «pelos en coma», que pueden ser un marcador dermatoscópico de esta entidad. Consideramos que la dermatoscopia es un método eficaz, rápido, barato e inocuo que puede facilitar el diagnóstico de TC.
Al Dr. Javier Pemán, del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario La Fe de Valencia, por su aportación en el primer caso clínico.