Modificar hábitos relacionados con la exposición solar se ha convertido en el gran reto de la prevención del cáncer de piel. En lo últimos años, se han desarrollado numerosas investigaciones con la finalidad de conocer los factores psicosociales que subyacen a las conductas de fotoexposición y fotoprotección. Si bien los conocimientos se relacionan con las buenas prácticas, son las actitudes frente al bronceado las que determinan las conductas de riesgo y la frecuencia de quemadura solar. Los jóvenes son el grupo de población más vulnerable, pues a la presión social del bronceado se une la baja percepción del riesgo propia de esta etapa de la vida.
Los estudiantes de medicina no escapan a estos condicionantes, y pese a su nivel de formación, muestran los mismos comportamientos y tasas de quemadura solar que otros jóvenes de su misma edad, como demuestra un reciente trabajo realizado en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria1.
Los resultados de este estudio nos llevan a reflexionar sobre este grupo de jóvenes, que se nos revela como un grupo estratégico de intervención para mejorar sus actitudes y sus hábitos de exposición solar. No solo con la intención de reducir el riesgo personal de cáncer de piel, sino también por la influencia que estos futuros médicos pueden tener en otras personas de su entorno. Hacerles conscientes de su papel como «influenciadores sociales» e involucrarles activamente en campañas de sensibilización dirigidas a la población general, podrían llevarles a cambiar su percepción y modo de relacionarse con el sol.