La sífilis afecta a millones de personas anualmente, con una incidencia creciente en la última década, año tras año. Tradicionalmente el algoritmo diagnóstico de la sífilis comenzaba con la realización de las pruebas no treponémicas (RPR y VRDL) y, en caso de positividad, se solicitaban las treponémicas como confirmación (TPHA, FTA-ABS y TPPA). En los últimos años se han desarrollado pruebas treponémicas automatizadas (EIA y CLIA) con alta sensibilidad, mayor rapidez de realización e independientes de observador. Esto obliga a considerarlas como herramientas de cribado o screening especialmente útiles, ya que además son de bajo coste.
Estos cambios han provocado que el algoritmo diagnóstico tradicional de la sífilis (pruebas no treponémicas primero, treponémicas después) esté siendo reemplazado por otros que dan papel protagonista a las pruebas treponémicas automatizadas, como así ha propuesto el European Centre for Disease Prevention and Control (ECDP) en su última revisión: comenzar con la realización de una prueba treponémica automatizada (EIA y CLIA), y posteriormente realizar una prueba no treponémica cuantitativa (RPR). En el caso de que la prueba no treponémica sea negativa se realiza una segunda prueba treponémica —automatizada o no— distinta a la utilizada previamente como prueba de screening1.
Las nuevas técnicas automatizadas permiten, además, la medición de anticuerpos específicos frente a T. pallidum tipo IgM o IgG, lo que resulta de especial interés para monitorizar la respuesta terapéutica, ya que IgM baja rápidamente tras un tratamiento adecuado, especialmente en el seguimiento de respuesta en pacientes con coinfección VIH2.
Resulta fundamental conocer como dermatólogos los notables avances en las pruebas diagnósticas y los cambios planteados para el algoritmo diagnóstico de la sífilis. El trabajo de García-Legaz Martínez et al. realizan una exposición de cómo estos nuevos planteamientos diagnósticos son de extrema utilidad en la práctica clínica habitual3. Es nuestra obligación mantenernos actualizados en este campo, no solo por ser la venereología parte fundamental de nuestra especialidad, sino para evitar interpretaciones equívocas en las pruebas solicitadas o errores en el diagnóstico y seguimiento de nuestros pacientes.