Dentro de la rica y antigua tradición médica de Grecia, originaria de la época de Hipócrates y Galeno, la historia de la Dermatología se caracteriza por su existencia prolongada, tanto antigua como contemporánea. La exterioridad obvia de las enfermedades cutáneas es uno de los motivos por los que estas atrajeron la atención médica en una fase temprana de la historia. De hecho, aunque la Dermatología no se convirtió en subespecialidad médica hasta finales del siglo XVIII, muchos conceptos relativos a las enfermedades dermatológicas y sus terapias se remontan a la antigüedad.
En la antigua Grecia, las enfermedades cutáneas fueron descritas como manifestaciones de patologías humorales, basándose en la teoría de los cuatro «humores» (flema, bilis amarilla, bilis negra y sangre) que procedía de la teoría de los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) y sus cuatro calidades correspondientes (sequedad, humedad, frío y calor). Estas últimas, a su vez, se basaban en las teorías de la filosofía de la naturaleza, prevalente en aquella época.
La teoría de los cuatro humores fue originariamente postulada por Hipócrates de Cos (460-370 a. de C.), que es considerado el fundador de las ciencias médicas, teoría que dominó la medicina durante más de dos mil años1,2.
AsclepioLa religión y mitología deísta de los antiguos griegos puede encontrarse en los cimientos de la evolución de la Dermatología. Asclepio fue el semidios de la medicina en la antigua Grecia, hijo del divino Apolo, que contrajo matrimonio con la diosa de la salud griega, Higia (salud) (fig. 1). Asclepio tuvo un final trágico, ya que fue asesinado por un rayo arrojado por Zeus. Ello se debió a que el padre de los dioses vio en Asclepio y sus habilidades médicas una amenaza para la división eterna entre la humanidad y los dioses, especialmente tras los rumores que apuntaban a que los poderes curativos de Asclepio eran tan formidables que podía devolver la vida a los muertos3,4.
Durante cientos de años el culto a Asclepio mantuvo diversos santuarios en Tesalia, Epidauro, Cos, Atenas, Corinto, Pérgamo y muchos otros lugares a lo largo de Grecia, denominados Asclepieiones. Dichos Asclepieiones fueron las primeras infraestructuras de atención sanitaria de Europa, y ofrecieron sus servicios a los pacientes de toda Grecia desde el inicio del siglo VI a. de C. hasta el advenimiento de la cristiandad a Grecia en el siglo IV d. de C. En dichos lugares, los descendientes de Asclepio, conocidos como Terapeutas de Asclepio o Asclepíades, continuaron la práctica de la medicina y la curación, y guiaron a los pacientes a través de los rituales de la purificación e «incubación» (enkoimesis). Las inscripciones que se conservan de estos santuarios dan fe de los muchos pacientes tratados de enfermedades cutáneas4,5.
El santuario más renombrado fue el Asclepieion de Epidauro, que llegó a ser un importante centro de curación. Allí vivían serpientes no venenosas que se deslizaban libremente entre las residencias de los visitantes, mientras los sanadores realizaban sus rituales. Esta especie se conoce actualmente como la culebra de Esculapio (Zamenis longissimus) y fue a menudo utilizada como parte de las ceremonias de curación. La vara de Asclepio, un bastón con una serpiente enrollada, sigue siendo el símbolo de la medicina en la actualidad. Además, los perros sagrados deambulaban por el santuario, y los visitantes con heridas superficiales les permitían lamer las mismas, ya que se creía que su saliva tenía poderes curativos2,4,5.
En los santuarios puede encontrarse un sinfín de ofertas votivas de tipo y frecuencia variados. Apéndices y extremidades, al igual que genitales, penes en su mayoría, han sido hallados en diversos Asclepieiones, principalmente en la ciudad de Corinto (fig. 2). Corinto fue bien conocida en la antigüedad como lugar de prostitución, y por tanto se piensa que la multitud de penes enfermos son representativos de las enfermedades venéreas. Tal vez el Asclepieion de la antigua Corinto sirviera como lugar de curación para las enfermedades de transmisión sexual, incluso aquellas procedentes de la ciudad misma.
Modelo en arcilla de mano izquierda que exhibe un nódulo. Fecha: finales del siglo V - 2.a mitad del siglo IV a. de C., Asclepieion de Corinto. El votivo representa un nódulo sobrepuesto a la parte distal del cuarto metacarpiano de la mano izquierda. La pintura roja que solía cubrirlo puede indicar que la lesión representaba herida/mordisco, absceso, o incluso una neoplasia cutánea.
La literatura médica de la antigua Grecia, que consistía principalmente en los escritos de Hipócrates y Galeno (130-200 a. de C.), así como aquellos de Pedanio Dioscórides (40-90 d. de C.), Erasístrato (305-250 a. de C.), y Herófilo de Calcedonia (330-255 a. de C.), describe con frecuencia ciertos trastornos cutáneos. Los griegos, que lideraron el campo de la medicina, dividieron los trastornos cutáneos en las categorías de psora (sarna), lepra y liquen. También son reconocibles la alopecia, erisipela, impétigo, vitíligo (alphòs), melasma, prurito, etc., debido a sus características destacadas.
Hipócrates (460-370 a. de C.), el «padre de la Medicina», fue un Asclepíade del templo de Cos, una isla del Dodecaneso en el Mar Egeo. Este fue el motivo por el que Asclepio fue destacado en el texto original del Juramento Hipocrático: «Juro por Apolo médico, y por Esculapio e Higia y Panacea y todos los dioses…».
La Colección Hipocrática, conocida también como Corpus Hippocraticum, es un grupo de libros médicos editados en Alejandría alrededor de 100 años después de su muerte. En esta colección de 60 libros, Hipócrates describe cómo la medicina debe integrar el arte de la observación clínica y utilizarla para hacer pronósticos, como en el caso de las facies hipocráticas, que indican la muerte inminente. El Corpus Hippocraticum describe también la anatomía y fisiología cutáneas, las condiciones dermatológicas, y presta gran atención a la relación entre las glándulas y la piel en la salud y la enfermedad6,7.
Por ejemplo, Hipócrates describió una asociación entre el inicio brusco de la soriasis guttata y la infección de garganta. Entre otros, describe la asociación de los dedos en gatillo y la enfermedad pulmonar crónica y la cardiopatía subyacentes, el prurito en casos de ictericia, y advierte que la urticaria asociada a diarrea y edema articular puede indicar infestación parasitaria. También registró úlceras genitales y acrales, y comentó el rol de la sudoración para mantener la homeostasis6–8. La relación de afecciones cutáneas registradas en la obra de Hipócrates abarca la gama completa de enfermedades cutáneas modernas, incluyendo deformidades ungueales, dermatitis, alopecia, acné, psoriasis, liquen plano, cánceres de piel, alteraciones pigmentarias, infecciones microbianas, virales, fúngicas y parasitarias cutáneas, úlceras, enfermedades de transmisión sexual, quemaduras, erupciones vesiculares, pustulosas y fisurales diversas, enfermedades bullosas y exfoliativas, y venas varicosas. La clasificación más temprana de enfermedades cutáneas puede atribuirse también a Hipócrates, ya que fue el primero en propagar la idea filosófica de «clasificación etiológica» al dividir los trastornos en locales y constitucionales7,8.
Hipócrates creía que los médicos deberían hacer lo opuesto a lo infligido por la enfermedad, como aplicar un agente desecante a una zona húmeda, y un emoliente a una zona seca. Introdujo una serie de tratamientos tópicos utilizando gran variedad de ingredientes naturales tales como hierbas, miel, agua mineral, grasa de ganso o cerdo, alquitrán y vino blanco, y utilizó curetajes y cauterización para extirpar tumores cutáneos superficiales6–8.
Aelius Galenus o Claudio Galeno (130-201 d. de C.) fue un médico y filósofo griego nacido en la antigua ciudad griega de Pérgamo. Probablemente el investigador médico más distinguido de la antigüedad, Galeno fue el primero en identificar la piel como órgano del tacto, centrándose en las especiales características del grosor de la piel de las palmas de las manos, que permite el contacto pleno con los objetos que abarcan. La peste antonina, una antigua pandemia del Imperio Romano (165-180 d. de C.), fue también conocida como la plaga de Galeno, ya que él fue el primero en describir el sarpullido ulceroso que cubría la totalidad del cuerpo de las víctimas. Fue también el primero en escribir un libro cuyo tema principal eran los trastornos cutáneos, y clasificó las enfermedades cutáneas entre aquellas que afectaban a las partes pilosas y las no pilosas del cuerpo. Este sistema de clasificación influyó en la Dermatología moderna, y continuó siendo su columna vertebral hasta mediados del siglo XVIII8,9.
La Dermatología en la mitología de la antigua GreciaLas condiciones dermatológicas resultantes de los insultos a los dioses están presentes en una serie de mitos de la antigua Grecia. La primera figura de la mitología de los antiguos griegos relacionada con la Dermatología es el sanador de los dioses «Παιών» (Peón). En los poemas épicos de Homero, Peón se presenta como el dios sanador que trató las heridas de Marte y Hades utilizando una combinación de diversas hierbas, ungüentos y otros remedios. Durante la época clásica, se identificó la palabra Peón con Asclepio, o incluso con el dios Apolo, y su nombre se convirtió en sinónimo de sanador dermatológico4.
Diversos lugares de la antigua Grecia, y en especial el Peloponeso, se disputaron el ser el lugar de cura de los trastornos cutáneos, incluyendo las fuentes curativas de las ninfas Anígridas. Se creía que dichas ninfas, que habitaban en el río Anigro de la antigua región de Trifilia, vivían en una gruta sagrada para ellas, que era visitada por las personas afectadas por las enfermedades cutáneas. En uno de los mitos de Hesíodo, las hijas del rey Preto de Tirinto, las Prétides, fueron castigadas por despreciar a la mujer de Zeus, Hera, con la desfiguración causada por una enfermedad cutánea repugnante. Ellas creyeron que se habían convertido en vacas, y estaban afectadas por vitíligo (alphòs) y una forma de dermatosis (knùos) que causaba alopecia. Melampo, legendario adivino y sanador, curó a las chicas mediante la realización de un baño ritual en el río Anigro, y fue recompensado al ser obsequiado con una de las princesas en matrimonio10.
Como resultado, el agua adquirió la reputación de curar las enfermedades cutáneas incluyendo lepra, elefantiasis y sarna. Los pacientes eran curados mediante las oraciones y sacrificios a las ninfas, y la inmersión en el río. También se decía que el río Alpheios (Alfeo) recibía su nombre por ser la cura para el vitíligo (Aλφóζ- significa blanquecino en griego antiguo, «albus» en latín).
En los relatos mitológicos también se creía que Quirón, que era el centauro griego original y arquetípico, había visitado los manantiales con el fin de hacer desaparecer el veneno que había recibido de Hidra. La emisión de un hedor ofensivo procedente de las aguas fue atribuida a este veneno; sin embargo, hoy en día se sabe que está causado por las altas concentraciones de sulfuro10. «En Sámico, no lejos del río, hay una cueva llamada de las Ninfas Anígridas. Es costumbre que el que entre en ella con “alphòs” o “leúkẽ», en primer lugar, ore a las Ninfas y prometa cualquier tipo de sacrificio, y después se lave la parte del cuerpo enferma. Y luego, atravesando a nado el río, deja aquella desgracia suya en el agua y sale sano con la piel del mismo color». Pausanias, Descripción de Grecia, 5.5 y 5.6.
El recorrido histórico-mítico por la antigua Grecia realizado en este estudio revela la inauguración de la era científica dermatológica por parte de Hipócrates, ilustrada por el Corpus Hipocrático. En la era pre-Hipocrática y pre-Galénica, la ciencia de la Dermatología se repartía entre el mito y la historia. A través del uso de símbolos, la mitología sentó las bases de la investigación y explicación sistemáticas de diversas cuestiones, tales como la naturaleza humana y la enfermedad, incluyendo las afecciones cutáneas. Sin embargo, la medicina de la antigua Grecia fue la primera en atribuir a la piel una función meramente instrumental. A pesar del hecho de que la contribución única de Hipócrates a la Dermatología se vio eclipsada por su estatus de padre de la medicina y el juramento que se le atribuyó, aún conservamos —en cierta medida— la misma terminología dermatológica adoptada y divulgada por la medicina griega antigua. En términos generales, es innegable que a través de la medicina de la antigua Grecia muchos aspectos de la Dermatología fueron ampliados, modificados y mejorados, y trasladados a la medicina occidental contemporánea en última instancia.
FinanciaciónEste estudio no ha recibido subvención específica alguna de entidades financieras de los sectores público, comercial, o sin ánimo de lucro.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.