El interferón constituye una familia de proteínas del grupo de las citocinas implicadas en la regulación de la respuesta inmune. Posee una actividad antivírica, antineoplásica, antiangiogénica e inmunomoduladora1. Hasta el momento el interferón alfa (INF-alfa) a altas dosis es el único tratamiento que, en ensayos prospectivos aleatorizados, ha conseguido una mejoría en la supervivencia libre de enfermedad en pacientes con melanoma avanzados2. En general, los efectos secundarios son dosis-dependientes. Lo más frecuente es que aparezcan cuadros pseudogripales con fiebre, cansancio, artromialgias, escalofríos, etc., como también son habituales los aumentos de transaminasas y el hipotiroidismo. Los efectos adversos cutáneos aparecen en el 5-25% de los casos2,3, entre ellos destacan caída de pelo, prurito, acné, foliculitis eosinofílica, erupciones liquenoides, xerosis, atrofia blanca, úlceras, vasculitis, necrosis cutánea, púrpura pigmentaria crónica, paniculitis, dermatitis herpetiforme, dermatosis IgA lineal, pénfigo, urticaria, erupción fija medicamentosa, alteraciones del gusto, exantemas y en raras ocasiones vitíligo, alopecia areata u otros procesos autoinmunes.
Presentamos el caso de una mujer de 20 años de edad, sin antecedentes personales ni familiares de interés, que tras la extirpación de un melanoma (0,5mm de Breslow, nivel II de Clark, sin ulceración ni áreas de regresión) en la zona infraclavicular derecha, presentó una recidiva local (metástasis en tránsito) en forma de nódulo de rápido crecimiento, por lo que se decidió la extirpación de la recidiva y la realización de ganglio centinela. El ganglio centinela de la axila derecha fue negativo. Realizó tratamiento con INF alfa-2b (pauta de Kirkwood) durante un año. Poco antes de terminar el tratamiento presentó unas grandes máculas acrómicas en el tercio superior del tronco, compatibles con vitíligo, así como una placa dura e infiltrada hipocrómica en el centro y coloración marronácea en los bordes, en la zona lumbar, compatible clínica e histológicamente con morfea. La analítica asociaba unos ANA 1/160 con patrón homogéneo nucleolar. El estudio del eje tiroideo resultó normal (figs. 1 y 2).
La relación entre el vitíligo y el melanoma, independientemente de que se produzca tras el tratamiento con interferón, es poco frecuente pero está ampliamente discutida en la literatura. Por un lado, se estima que la incidencia de vitíligo y melanoma, sin tratamiento con interferón, es algo menor del 5%, siendo la incidencia de vitíligo en la población general de hasta un 3%, por lo que la asociación entre ambas no se considera significativa. Sucede lo contrario entre pacientes que han recibido tratamiento con interferón, llegando a asociarse el vitíligo hasta en un 20%4 de los casos.
La morfea y los fenómenos esclerodermiformes son menos frecuentes que el vitíligo en pacientes tratados con interferón. También se ha descrito algún caso en los pacientes que reciben interferón alfa pegilado combinado con la rivabirina para el tratamiento de la hepatitis C.
La presencia, por otro lado, de vitíligo y morfea juntos en pacientes con melanoma es muy rara. Solo hemos encontrado dos artículos sobre esta asociación, y en ellos no aclaran cuál es la terapia inmunológica que han recibido los pacientes, ni tampoco la repercusión clínica5,6.
Por tanto, la asociación entre vitíligo e interferón no está aclarada todavía. Hay artículos que relacionan esta asociación con un buen pronóstico, mientras que otros rechazan esta teoría. Lo que parece demostrado es que a los pacientes que presentan fenómenos autoinmunes, como vitíligo y/o morfea, tras el tratamiento con interferón se les considera especialmente candidatos o susceptibles de obtener buena respuesta a interferón, entendiendo esto como un aumento de tiempo libre sin enfermedad7,8.
En nuestra experiencia con 408 casos de pacientes con melanoma atendidos en el Hospital Carlos Haya de Málaga en los últimos 5 años se han presentado otros dos casos de vitíligo tras el tratamiento con interferón, sobre un total de 35 tratamientos. El primero en un paciente de 40 años que falleció como consecuencia del melanoma a los tres años del diagnóstico, y el segundo una paciente de 60 años que transcurridos 6 años desde el tratamiento con interferón se mantiene libre de enfermedad. Por tanto, según nuestra experiencia no podemos confirmar o desmentir la buena evolución de los casos de vitíligo con melanoma tratados con interferón.