En este número, Tejera-Vaquerizo et al. describen los factores clínicos e histológicos que predicen la afectación del ganglio centinela en los pacientes con melanoma. El trabajo aporta varios aspectos interesantes que pueden ser útiles tanto para la práctica clínica diaria como para el diseño de futuros estudios similares. Un primer aspecto que merece la pena destacar es la realización del estudio a partir de los datos recogidos en 2 hospitales. Sin duda, es evidente que en España nuestra especialidad ha buscado a lo largo de su historia la suma de esfuerzos con la constitución de grupos de trabajo. En los últimos años, además, se está iniciando el camino de la colaboración entre centros, lo que resulta muy atractivo para obtener resultados más robustos y consistentes. La publicación de estos resultados en nuestra revista, prestigia la dermatología nacional en el panorama internacional, y pueden ayudar a colocarla en el lugar que se merece.
El artículo realiza una aportación metodológica muy interesante que es el uso del árbol de clasificación y regresión (CART, del inglés Classification and regression tree) para el análisis de los factores predictivos, una de las metodologías que existen para construir árboles de decisión. El CART tiene una capacidad predictiva similar a la que se obtiene mediante regresión logística, como se demuestra mediante la comparación de las curvas ROC obtenidas con cada uno de los modelos1. Además, la metodología CART muestra algunas ventajas sobre el análisis de regresión logística u otros modelos de análisis. De forma resumida, establece una estructura jerárquica que permite detectar interacciones, modela relaciones no lineales y, sobre todo, muestra los resultados de una forma simple e intuitiva que permite responder a las preguntas clínicas habituales en la rutina diaria.
Los modelos de regresión, cuando se aplican para predecir la probabilidad de que un evento suceda (en este caso la afectación del ganglio centinela), ofrecen una información similar al CART pero su interpretación requiere un grado de conocimientos estadísticos que no tienen la mayoría de médicos. Esto es así porque ofrecen coeficientes de una fórmula que adecuadamente aplicada al caso problema concreto proporciona una probabilidad similar a la obtenida en el CART. Sin embargo, para el clínico habitual, la información reflejada en el modelo de regresión multivariada mostrado en el estudio presentado por Tejera-Vaquerizo et al., le dice que las variables que mejor predicen, en la muestra evaluada, el estado del ganglio centinela son el espesor tumoral y el índice mitótico. Sin embargo, gracias al análisis con CART se pueden discernir otros escenarios que no son uniformes para todos los pacientes, esto es, lo que determina si un ganglio centinela está con mayor probabilidad afectado es diferente según el espesor tumoral y, en un primer nivel, es el infiltrado inflamatorio en los melanomas más gruesos (>2mm) y el índice mitótico en los más finos. Además, permite identificar un grupo de pacientes con melanomas de menos de 1mm, sin ulceración y menos de 6 mitosis por milímetro cuadrado, en los que el porcentaje de afectación del ganglio es del 3,3% lo que puede hacer cuestionable la necesidad de realizar la técnica en estos casos. Un estudio interesante que abre nuevas expectativas a la realización de la técnica del ganglio centinela en los enfermos con melanoma cutáneo. Obviamente, resulta imprescindible la validación de los hallazgos en otras series antes de extraer conclusiones definitivas que modifiquen las recomendaciones asistenciales actuales.