Aquellos que fuimos residentes a finales de los noventa disponíamos de 2 «biblias» dermatológicas que debíamos recorrer de cabo a rabo durante nuestros años de aprendizaje. Eran el «Rook» y el «Fitzpatrick». Cada uno tenía su club de fans, sus adeptos, y también sus detractores. En algún momento en los inicios de la residencia era conveniente recorrerse alguna de estas biblias de principio a fin y complementarla con atlas dermatológicos convenientemente ilustrados. Posteriormente, durante nuestro periodo de formación, y durante los años de práctica de nuestra especialidad, recurrir al libro una y otra vez para consultas. No teníamos Internet y accedíamos a la información pasando hojas y consultando índices.
Estos textos clásicos eran (y son) exhaustivos, extensos y referenciales. Sin embargo, tenían el defecto (especialmente el libro firmado por Fitzpatrick) de ser poco visuales. No eran generosos en tablas, esquemas, diagramas o imágenes clínicas. Y hete aquí que en 2003 apareció la primera edición del «Bolognia». Era algo nuevo. Contenía todo lo que se puede pedir a una obra de referencia exhaustiva, pero con un diseño temerario, colorista, rico en esquemas, tablas, y fotos clínicas de alta calidad. Tenemos ahora ante nosotros la tercera edición, del 2012. Es evidente que la intención visual, docente y enciclopédica se mantiene y que los esfuerzos en actualizar la especialidad, prescindir de lo superfluo y hacer fácil lo difícil son considerables.
El texto viene firmado por Bolognia, Jorizzo y Schaffer. Ronald Rapini parece haber pasado a un segundo plano, contribuyendo solo con alguna aportación menor. Los capítulos están firmados por autores de reconocido prestigio y tradición, y también por dermatólogos de nueva generación ya reconocidos como figuras en sus campos. No faltan autores españoles, como Mascaró Jr, España, Requena o Camacho.
El texto arranca con un capítulo de generalidades reescrito en su totalidad y titulado «Principios básicos de dermatología», donde se definen los patrones clínicos, dermatopatológicos y, por supuesto, dermatoscópicos. No está el magistral capítulo introductorio de Rapini de la edición anterior, con sus cebras y sus caballos, que trataba de sentar las bases del diagnóstico diferencial dermatológico y por el que sentíamos cierta debilidad. El resto de los capítulos iniciales de ciencia básica (anatomía, fisiología, embriología, desarrollo, biología molecular e inmunología) ilustran convenientemente al lector sobre las bases moleculares y biológicas del órgano cutáneo. Son recomendables para cualquier dermatólogo que tenga que desempolvar o actualizar sus conocimientos sobre ciencia básica aplicada a la piel y obligados para el residente.
El texto continúa desarrollándose a través de los capítulos habituales de enfermedad tumoral, infecciosa e inflamatoria, y ofrece secciones acertadísimas, ya presentes en las anteriores ediciones. La exhaustiva sección «Dermatología reumatológica» comienza con un capítulo dedicado a autoanticuerpos presentes en pacientes con conectivopatías. A través de tablas y esquemas, explica cómo interpretar adecuadamente los tests de autoinmunidad en el paciente con sospecha de enfermedad del tejido conectivo. De forma análoga, la sección de enfermedad oncológica comienza con un capítulo dedicado a biología tumoral donde se sientan las bases de la oncología cutánea que nos viene, en la que el perfil molecular del tumor va a ser determinante para su abordaje terapéutico.
Las secciones dedicadas a la dermatología pediátrica o la cirugía dermatológica son tan exhaustivas que casi obvian el tener que acudir a textos monográficos sobre estas subespecialidades.
Las secciones finales de terapéutica médica, física y quirúrgica ocupan más de una tercera parte del segundo volumen, como no podía ser de otra manera, dados los avances que ha experimentado la terapéutica dermatológica en los años recientes. Se explican en detalle los tratamientos biológico e inmunosupresor, la fotoprotección, la fototerapia y laserterapia, la cirugía, las principales técnicas dermocosméticas, etc. Hay incluso un lugar para el conocimiento de las «terapias alternativas» donde no falta la botánica, la aromaterapia o la homeopatía. Parece que la intención de ese capítulo es más el conocimiento y la prevención de los efectos secundarios asociados a la «medicina alternativa» que intentar demostrar su validez.
La sección de terapéutica es generosa en la extensión y exhaustiva en la explicación de técnicas como la liposucción, el trasplante de pelo o el tratamiento de las varices. Para cualquier interesado en estas facetas de nuestra especialidad, será difícil encontrar un texto de referencia donde se expliquen mejor estas técnicas, con el rigor científico que merecen.
Una vocación ya iniciada en la primera edición es intentar explicar lo mejor posible la correlación clínico-patológica en las distintas dermatosis, para lo cual se aportan más de 300 imágenes dermatopatológicas de gran calidad.
El texto, dividido en 2 gruesos volúmenes, es de vocación sedentaria. Su tamaño y peso lo convierten en un objeto que en el mejor de los casos hará cortos viajes desde la estantería de una biblioteca a la vecina mesa de trabajo. Sin embargo, la adquisición del mismo da derecho a un acceso «online» a través de Expertconsult.com, con lo que la consulta del texto, sus imágenes y sus esquemas es perfectamente posible a través del ordenador, la tableta o el Smartphone, pudiendo incluso descargarse y actualizar contenidos.
En resumen, estamos ante un libro de texto que huye de lo académico y persigue lo práctico. Explica la dermatología con un enfoque sencillo y amigable, y deja las conjeturas históricas y nosológicas en un segundo plano. Es imprescindible en la biblioteca de un servicio de dermatología, en cualquier consulta privada y como libro de cabecera del residente, que muy probablemente lo leerá en la pantalla de su portátil o tableta.