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Vol. 91. Núm. 6.
Páginas 297-299 (junio 2000)
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Fernando A Navarroa
a Servicio de Traducción Médica (PSBD-Ü). F. Hoffmann-La Roche SA. Basilea (Suiza).
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5. ACENTOS ENDERMATOLOGÍA

«Permítame, en primer lugar, que le felicite porsus estupendos artículos que, desde que aparecieronen Actas, leo con graninterés.

En segundo lugar,cuando he leído su glosario dermatológico he quedadosorprendido por la acentuación de una serie de palabras,pues veo que tanto yo como el resto de los dermatólogosespañoles nunca hemos acentuado de ese modo.

Me refiero a lassiguientes:

--Acromía, discromía: entre nosotros siempre heoído y leído acromia y discromia.

-- Lentigo,intertrigo, prurigo: siempre creo haber oído y leídoléntigo, intértrigo y prúrigo.

--Equímosis, flebótomo, epidermólisis,onicólisis, etc.: siempre creo haber oído yleído estas palabras con acento llano en vez deesdrújulo.

Veo por otro ladoque la RAE no siempre tiene muy claro esto de los acentos, tal comousted explica en la entrada-phyte a propósito de, porejemplo, micrófito y saprofito.

¿Creeposible que todos los que llevamos tantos años diciendo yoyendo prúrigo, acromia y onicolisis lleguemos a pronunciarprurigo, acromía y onicólisis? ¿Vale la penaluchar por ello? ¿O no será mejor dejarnos llevar porla corriente de la evolución natural de la lengua que, comoalgo vivo, está siempre sujeta a cambios?

Muchas graciaspor su extraordinario trabajo y perdone esta intromisión demi anónima ignorancia.»

Anónimo

Respuesta

Es cierto que confrecuencia pueden observarse en el uso, tanto hablado como escrito,dudas a la hora de acentuar muchos tecnicismos médicos. Y esque a menudo el uso predominante se aparta de lo que marca elcriterio etimológico. Es el caso, por ejemplo, de losvocablos españoles que derivan de palabras latinasterminadas en -go, cuya penúltima vocal era larga enel nominativo, de modo que en latín teníanacentuación llana. Muchas de ellas siguen conservando estaacentuación en castellano: lumbago (lumbago),virago (virago), origo (origen), virgo(virgen), fuligo (fuligo), imago (imagen),albugo (albugo), lanugo (lanugo). A otras, sinembargo, el uso las ha convertido en esdrújulas, como es elcaso de impétigo, vértigo, cartílago omucílago. Son comprensibles, pues, las dudas que muchosmédicos albergan a la hora de decidirse por intertrigo ointértrigo, lentigo o léntigo, prurigo oprúrigo. De no ser así, tampoco hubiera consideradonecesario incluir estas palabras en mi glosariodermatológico de dudas.

No debemos confundir, sinembargo, las dudas reales en el uso de dos formas que coexisten enla práctica con el intento de imponer un término dediccionario a los hablantes. Como he comentado ya en otra parte(1), uno de los recursos más socorridos y utilizados a lahora de defender un uso erróneo o impropio consiste enaducir la excusa del «así lo dice todo el mundo»o «siempre se ha dicho así» cuando lo que enrealidad se quiere decir es «en mi hospital, en midepartamento o en mi facultad lo decimosasí».

En esta ocasión,nuestro consultante se sorprende «por la acentuaciónde una serie de palabras que tanto él como el resto de losdermatólogos españoles nunca han acentuado de esemodo», y llega a hacer afirmaciones tan tajantes comoésta: «entre nosotros siempre he oído yleído acromia y discromia». Tiene razón alinsinuar que no vale la pena luchar por imponer, contra laevolución natural del idioma, una acentuaciónobsoleta que nadie, absolutamente nadie, usa ya en lapráctica. Pero es que la situación real es muydistinta. En 1996 y en estas mismas páginas, conocasión de la polémica sobre la forma másadecuada de escribir eccema (2), no me fue difícil demostrarque la forma «eccema», en contra de lo afirmado porGarcía Pérez, era con mucho la más frecuenteen los textos médicos. Tampoco ahora me será muydifícil demostrar que las formas«discromía», «intertrigo» o«epidermólisis» se usan ampliamente enmedicina.

Una de las palabrasincluidas en la lista de discrepancias de mi consultante de hoy hadebido seguramente deslizarse en ella por error: me refiero a«equimosis», que yo no he recomendado escribir«equímosis». En la entrada correspondientea ecchymosis delglosario de dudas dije únicamente que supronunciación original en griego era esdrújula, perotanto el uso como la propia RAE dan preferencia hoy a las formasllanas para todos los helenismos terminados en -mosis, comoequimosis, anastomosis, fimosis, osmosis o cualquiera de susderivados (parafimosis, gastroenteroanastomosis, endosmosis,etc.).

En cuanto a lasdemás palabras que integran su lista de vocablos quejamás ha visto o leído así acentuadas(acromía, discromía, lentigo, intertrigo, prurigo,epidermólisis y onicólisis), aparecen todas ellasacentuadas conforme a mis recomendaciones en los principalesdiccionarios españoles, tanto generales (3-5) comomédicos (6-8), con una única excepciónaislada: el diccionario University (7) registra la forma«acromia», si bien para todas las demás palabrasque incorporan ese sufijo opta por el hiato final con tilde(hipercromía, heterocromía, hipocromía,normocromía, etc.).

También los dosdiccionarios dermatólogicos de que dispongo (9, 10)registran exclusivamente las formas acromía,discromía, intertrigo, lentigo, prurigo yepidermólisis; de todas las variantes que supuestamenteutilizan siempre los dermatólogos, sólo«onicolisis» aparece en el diccionario de Shapiro yGarcía Pérez (9) (en contradicción, porcierto, con la forma «epidermólisis» incluida eneste mismo diccionario).

Por si todo esto nobastara, reviso también tres tratados de dermatologíaescritos originalmente en español (11-13) y otros trestraducidos (14-16). En todos ellos aparece escrito tanto«intertrigo» como «discromía» uotros términos con el sufijo -cromía; sólo enuno (11) de los seis tratados aparece la forma«prúrigo» (junto a «intertrigo» y«lentigo») y el uso del sufijo -lisis sin acento(«epidermolisis» y «onicolisis»), y dosautores (12,13) utilizan la forma «léntigo». Enresumen, lo que se nos presentaba de salida como un usoabrumadoramente mayoritario y prácticamente exclusivo(«los dermatólogos españoles nunca hemosacentuado de esa forma», «siempre he visto yleído», etc.) resulta ser en la práctica un usoindeciso o incluso más bien minoritario en las publicacionesmás cuidadas.

Y ante la presencia de doso más formas alternativas que se usan realmente en lapráctica, se impone la necesidad de recomendar y utilizarpreferentemente una de ellas. En mi glosario de dudas melimité a recomendar en cada caso la acentuaciónpreferida en los principales textos de referencia, tanto generalescomo más estrictamente médicos. Lo que no parecelógico ni útil es fomentar o prolongar la actualsituación, en la que cada médico acentúa laspalabras dudosas como mejor le viene en gana, porque, total,¿qué más da?

En su diccionarionormativo (4), la RAE admite simultáneamente las formas«volframio», «wolframio»,«wólfram» y «tungsteno» parareferirse al elemento químico de númeroatómico 74; este proceder puede ser quizá aceptablepara el lenguaje corriente, pero es absolutamente inadmisible paraun lenguaje científico, que debe caracterizarse por lanecesaria correspondencia biunívoca entre significantes ysignificados (es decir, una sola palabra para cada concepto y unsolo concepto para cada palabra). En los lenguajescientíficos, tanto la polisemia como la sinonimiaúnicamente sirven con frecuencia para generarconfusión. Del mismo modo que no parece lógico nicoherente seguir llamando «colesterina» al«colesterol», «dextrosa» a la«glucosa» o «acetaminofeno» al«paracetamol», considero inadmisible seguir el ejemplode la RAE cuando acentúa por un lado«micrófito» o «xerófito» ypor otro «espermafito» o «saprofito». Meparece muy bien que alguien proponga generalizar en españollas formas «epidermolisis» y «onicolisis»,pero en tal caso debería otorgar tambiénacentuación llana a «hemolisis» y«paralisis». El criterio analógico esfundamental en un lenguaje científico a la hora deacuñar neologismos o adaptar a nuestro idioma los que nosllegan de fuera; todo dermatólogo, todo médico dehabla hispana, debería estar en condiciones de sabercómo habrán de escribirse y acentuarse enespañol las palabras inglesas digitolysis,microdermoscopy o bronchophyte sinnecesidad de tener que aguardar años o incluso decenioshasta que los principales diccionarios españoles den cabidaen sus páginas a estos hipotéticos neologismosingleses de mi invención. Y ello no será posiblemientras en los hospitales sigan alternando las formas«radioscopia» y «artroscopia» con«microscopía» y«espectroscopía»; «miopía» e«hipermetropía» con «diplopia» y«hemeralopia»; «antígeno» y«cancerígeno» con «alergeno» y«telogén»; «átomo» y«osteótomo» con «flebotomo» y«microtomo»; «isótopo», en fin, con«epitopo».

Bibliograf¿a
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Volumen XI: Dermatología (traducido del francés). Madrid: Praxis Médica; 1983-1995 (actualizaciones periódicas).
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Diccionario del español actual (2 tomos). Madrid: Santillana; 1999.
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Diccionario enciclopédico University de términos médicos. México: Interamericana; 1981.
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Diccionario terminológico de ciencias médicas (13.a edición). Barcelona: Masson-Salvat; 1992.
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Diccionario dermatológico español-inglés, English-Spanish. Madrid: Ergon; 1995.
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