Se trata de una historia compleja, bien detallada, en la que, curiosamente, vemos cómo se hace referencia en varias ocasiones a la dieta o comida, lo cual en esa época era de gran importancia.
La comida en el hospital de San Juan de Dios se componía de ración, media ración y dieta, constando la ración de 8 onzas de carne, distribuida en dos comidas; dos quintas partes de un pan de dos libras, onza y media de garbanzos y otro quinto de pan para la sopa de la mañana y del mediodía, ésta con caldo de puchero y aquélla con manteca y ajos. La media ración llevaba 4 onzas de arroz en caldo del puchero, o tres de fideos, poniendo en la marmita la media libra de carne para que prestase sustancia al caldo.
La dieta era de 6 caldos con dos bizcochos cada uno, de los llamados de Teruel, y se distribuían en esta forma: dos a las 11 de la mañana y 6 de la tarde, que eran las horas en que se daba el alimento a los demás enfermos, y los cuatro restantes a las 9 de la mañana, 3 de la tarde, 10 de la noche y 4 de la madrugada.
En casos extraordinarios, y cuando los facultativos lo disponían, se suministraba también a los pacientes pucheros con gallina, pepitoria de la misma, albóndigas, carne asada y otros alimentos.