De la historia del paciente llama la atención su profesión, veterinario de segunda clase. Al ser tan joven entendemos que debía ser algo así como ayudante o aprendiz avanzado. Dado que se refiere un comienzo en la primera infancia, no parece que haya sido su profesión la fuente del contagio.
También es llamativo el tratamiento realizado, por lo general se solía tratar estos casos con cáusticos, intentando disminuir la inflamación y la reacción cicatricial.
La referencia a la linfa de Koch como tratamiento novedoso que atrae al paciente de nuevo al hospital de San Juan de Dios es muy semejante a lo que nos sucede hoy en la era Internet. Cuantas veces nos llega un paciente preguntando por tal o cual tratamiento novedoso del que oyó hablar. Precisamente esta mención a la linfa de Koch nos sirve para datar este segundo ingreso, ya que fue entre diciembre de 1890 y febrero de 1891 cuando Azúa realizó algunos ensayos con la linfa de Koch. El bacilo tuberculoso ya había sido previamente descrito por este autor en 1882. La linfa de Koch era algo semejante al bacilo de Calmette-Guerin (BCG). Los resultados terapéuticos fueron, sin embargo, desalentadores, cuando no tuvieron accidentes terapéuticos graves, motivo por el cual se desechó pronto. En este paciente ni siquiera se planteó. Puede deberse a dos motivos: el primero es que no se considerase indicado en su caso, el segundo podría ser que éste es un paciente visitado por Olavide y era Azúa quien realizaba los ensayos. En estos años ya era evidente el distanciamiento entre ambos.