La canicie súbita, también llamada síndrome de María Antonieta en la mujer, de Santo Tomás Moro en el hombre y «fenómeno de envejecimiento nocturno» en ambos sexos1, es un cuadro en el que se produce un blanqueamiento repentino del cabello en un corto período de tiempo, generalmente como consecuencia de un trauma psíquico.
A lo largo de la historia hay bastantes descripciones de este fenómeno. Quizá la primera es en el Talmud2, en un joven de 17años que sufrió una canicie súbita después de nombrarle jefe de la principal academia talmúdica israelí. Y ya en la Edad Moderna, el caso de Santo Tomás Moro (1478-1535), que notó un blanqueamiento repentino de su cabello la noche antes de ser decapitado en Tower Hill el 6 de julio de 15351,3,4, y el de la reina María Antonieta de Austria (1755-1793), esposa de LuisXVI, rey de Francia, guillotinada el 16 de octubre de 17935 en la plaza de la Revolución, actual Place de la Concorde, por citar solo los casos más llamativos entre otros incluidos en un amplio estudio retrospectivo publicado en 20136. En este trabajo de Nahm y colaboradores, de los 196 casos descritos, solo 44 fueron certificados por médicos que vieron al paciente antes y después de aparecer la canicie súbita; en 82 casos el médico certificó haber visto ya al paciente con la canicie establecida, pero no anteriormente, y los 70 casos restantes correspondían a descripciones poco claras. En el 64% de los casos el desencadenante del proceso fue el estrés emocional. Las posibles causas de esta rara situación se han discutido mucho, llegándose a la conclusión de que la causa más probable es una alopecia areata difusa que afecta solo al cabello pigmentado, respetando el pelo canoso1,7.
En la Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra firme del Mar Océano, escrita por el capitán Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (1478-1557) (fig. 1), primer cronista de América, publicada en Sevilla, con privilegio imperial, en el año de 15358 y que nos ha llegado gracias a su publicación, en 1851, por la Academia de la Historia, bajo la dirección y comentarios de D. José Amador de los Ríos9, se describen dos casos de canicie súbita ocasionada por sendos traumas psíquicos y que creemos no se han mencionado aún en la literatura dermatológica.
Don Gonzalo Fernández de Oviedo, hijo de padres asturianos, nació en Madrid en 1478. Muy joven entró como paje del IIDuque de Villahermosa, sobrino del Rey Católico, y en 1493 fue nombrado mozo de cámara al servicio del príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos10. A la muerte de este, en 1497, marchó a Italia, según él mismo cuenta: «Mi descontento me llevó fuera de España á peregrinar por el mundo, habiendo passado por mí muchos trabaxos y nesçessidades, en diversas partes discurriendo, como mançebo, á veçes al sueldo de la guerra y otras vagando de unas partes y reynos en otras regiones»11. En 1502 volvió a Madrid, donde conoció a su futura esposa, Margarita de Vergara, «una de las más hermosas mugeres que ovo en su tiempo en el reino de Toledo», y en la primavera de 1507 se casó con ella12. Durante este tiempo fue Notario público, Secretario de la Santa Inquisición, y en 1507 se casó con Catalina Rivafacha; poco después, en 1512, fue secretario del Gran Capitán (1453-1515), hasta que en 1513 se embarcó a las Indias con la expedición de Pedro Arias Dávila (Pedrarias), gobernador de Castilla del Oro, en tierra firme, donde sería teniente de Pedrarias y Gobernador de Cartagena. En 1520 fue Gobernador del Darién y en 1532 Alcaide y Regidor perpetuo de Santo Domingo, donde fallecería en 1557 a los 79años de edad.
Al principio del capítulo XXXIX del LibroVI de la Historia General y Natural, titulado «De dos cosas notables de Margarita de Vergara, muger que fue del historiador destas materias: la una que nunca escupió, la otra que en una noche se tornó cana, seyendo muy rubia hermosa muger é de veynte é seis ó veynte é siete años». En este capítulo cuenta como era su esposa y su buen estado de salud («nunca yo ni otra persona de mi morada la vido escupir») y, a continuación, dice: «Volvamos á mi desventura y suya, y á la fin que hizo, é á las súbitas canas que le vinieron», y, como justificando el hecho, añade «esto también ha acaesçido otras personas». Antes de contar con detalle la canicie súbita de su esposa, narra el caso, por él conocido, de don Diego Osorio: «me acuerdo que don Diego Osorio fué preso en Sevilla, puesto en la torre del Oro, é dixéronle ó él creyó que otro día le avian de cortar la cabeça, por mandado de la Reyna Cathólica, doña Isabel; y aunque era mancebo y sin tener cana alguna, en una noche se le tornaron los cabellos y barbas tan blancos, como un armiño. Esto es muy notorio, é yo lo vi, porque antes que fuesse preso lo conoçi, y le alle en la corte paje é muchacho, le vi después suelto é cano, por lo qual se ponia una cabellera é se hacía la barba á menudo: é ha muy poco tiempo que murió sirviendo de maestresala á la Emperatriz, nuestra señora, de gloriosa memoria, estimado mucho por buen caballero sabio».
A continuación entra de lleno y con detalle a contar el caso de su esposa: «Margarita mia después que nos casamos, se hizo preñada, é á los nueve meses vino á parir un hijo; é fue tal el parto, que duró tres días con sus noches, é se lo ovieron de sacar, seyendo ya el niño muerto: é para de donde le asir, porque solamente la criatura mostró la parte superior de la cabeça, se la rompieron é vaciaron los sesos, para que pudiessen los dedos asirle, y así salió corrompido é hediondo e la madre estaba ya quassi finada. El caso es que ella vivió, aunque estuvo seis ó siete meses tollida en la cama, muriendo é penando. Mas en aquella trabajosa noche, postrera de su mal parto, se tornó tan cana y blanca su cabeça, que los cabellos que paresçían muy fino oro se tornaron de color de fina plata».
El hecho del blanqueamiento repentino del pelo ha sido un tema de debate a lo largo de los tiempos. Muchos, como Hebra y Kaposi, lo consideran como una fábula, mientras que otros, como McCarthy, creen en su existencia13,14. En la bibliografía más reciente se considera como una forma de alopecia areata difusa que afecta solo el cabello pigmentado y respeta al canoso1,7,15.
Entre las posibles causas que se han involucrado para explicar este fenómeno, destacamos tres:
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La causa de la canicie podría ser la falta de cuidados cosméticos, ya que antes de la introducción de los tintes orgánicos se empleaban tintes temporales que, a diferencia de los orgánicos, no penetraban en el tallo piloso y se eliminaban fácilmente16. La situación de prisión con la consiguiente falta de cuidados podría explicar algunos casos, como el de la reina María Antonieta17,18.
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También podía explicarse por un mecanismo neuroendocrino similar al que ocurre en algunos animales, como la «comadreja armiño», que cuando llega el invierno cambia su pelaje marrón por uno de color blanco19.
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La tercera posibilidad, la más moderna, sería la alopecia areata difusa o incognito. La canicie súbita sería consecuencia de una alopecia areata que afectaría solo al cabello negro20 como consecuencia de la acción citotóxica sobre un probable antígeno melanocitario7. Esta situación ya fue descrita por Sabouraud21 en la clínica de la pelada: «Cuando la alopecia areata se produce en medio de un cabello canoso, es muy notable ver que la placa ya perfectamente dibujada ha perdido solo sus cabellos negros, mientras que sus cabellos blancos se conservan al menos parcialmente» («Lorsqu’une pelade survient au milieu d’une chevelure grisonnante, il est très remarquable de voir la plaque déjà parfeitement dessinée n’avoir perdu que ses seuls cheveaux noirs, alors que ses cheveaux blancs sont au moins pertiellement conservés»). Evidentemente, para que esto suceda es preciso que previamente exista un cabello entrecano, cosa que podríamos descartar en el caso de Margarita de Vergara, esposa del capitán Fernández de Oviedo, de 27años de edad y con el cabello rubio. Igual podríamos decir de don Diego Osorio que, como describe Fernández de Oviedo, «aunque era mancebo y sin tener cana alguna». De todas formas, para defender la alopecia areata difusa como única causa de la canicie súbita tendríamos que valorar la densidad del cabello antes y después del blanqueamiento22, ya que la pérdida selectiva del cabello pigmentado originaría una disminución, más o menos importante, de la densidad del cabello, dependiendo de la cantidad de canas que tuviese al principio.
Evidentemente, muchos casos referidos en la bibliografía podemos ponerlos en duda, ya que el blanqueamiento repentino del cabello se ha podido utilizar como artificio literario para resaltar la importancia y la gravedad del estrés psicológico del personaje6. De los dos casos que aportamos, recogidos por Fernández de Oviedo, solo disponemos de la descripción del observador que nos indica cómo era el cabello antes y después del trauma desencadenante. No conocemos comentarios de otros autores sobre estos casos descritos en la Historia General y Natural de Indias.
Conflicto de interesesEl autor declara no tener ningún conflicto de intereses.