El Dr. Carlos Daudén Sala (CDS) fue secretario de la publicación Actas Dermo-Sifiliográficas entre los años 1951 a 1960. Fueron 8 años de gran actividad de la Revista en los que se refleja el ir y venir de la Dermatología de aquella época. Su hijo, Esteban Daudén Tello (EDT), retomando la actividad que desarrolló CDS, le entrevista preguntándole sobre las experiencias que vivió durante aquellos años.
EDT: ¿Cómo es que decidió aceptar el cargo de Secretario de Actas?
CDS: En 1951 yo era médico ayudante (auxiliar) por oposición de la Cátedra de Dermatología del Profesor Gay Prieto en la Facultad de Medicina de Madrid (Hospital Clínico de San Carlos). El Profesor Manuel Álvarez Cascos, Secretario General de la Academia, que también trabajaba con el Profesor Gay, me tenía mucho aprecio y recomendó al presidente de la misma en aquella época, el Profesor José Gómez Orbaneja, que me incorporase a la Junta Directiva como secretario de Actas. El Profesor Álvarez Cascos era una persona de gran sencillez y encanto; no me pude negar. Por el contrario, le agradecí mucho su apoyo. Yo había terminado la carrera dos años antes y me encontraba pletórico de fuerza y con toda la ilusión del mundo para descubrir la Dermatología. Pensé que era una buena forma de colaborar en su desarrollo.
EDT: ¿Cómo encontró la Revista en el año 1951?
CDS: Los secretarios de Actas que me precedieron, entre 1947 y 1951, fueron Gerardo Jaqueti del Pozo, Julio Rodríguez Puchol, Emiliano Lobato y Antonio García Pérez. Hicieron una extraordinaria labor que facilitó posteriormente nuestra intervención. Los primeros números que aparecen reflejados en PubMed corresponden a los años 1947–1948. Consiguieron un alto nivel en el contenido y una buena regularidad en la publicación.
EDT: Usted participó como Secretario de Actas entre los años 1951 y 1960, dos periodos seguidos, con dos Juntas Directivas diferentes. ¿Qué recuerdos tiene de su primer periodo?
CDS: El primer periodo incluye desde finales del año 1951 hasta 1955. En aquella época, como ya he mencionado previamente, el presidente de la Academia era el Profesor Gómez Orbaneja que hacía las veces de Director de Actas, aunque realmente apenas intervenía en ella y nos dejaba hacer. El secretario general de la Academia era Manuel Álvarez Cascos, que ejercía de redactor jefe de facto, aunque no existía tal nombramiento. Sus consejos e indicaciones fueron muy provechosos. Como secretarios de Actas figurábamos Marcelo Laporte Mendía, Ramón Morán López, Pedro Álvarez Quiñones y yo mismo. La Junta Directiva además incluía dos vicepresidentes (Félix Contreras Dueñas y Luis Álvarez Lowell), un tesorero, mi padre Francisco Daudén Valls, y un bibliotecario (Julio Rodríguez Puchol) (fig. 1).
EDT: ¿Cómo era la Revista en aquella época?
CDS: Cada número de Actas contenía tres apartados básicos (fig. 2). El primero era la Sección Doctrinal, que incluía estudios clínicos, artículos de revisión y reflexiones o comentarios relacionados con la Dermatología. Se podían incorporar figuras y tablas. Estaban firmados por uno o más autores y al final se añadía en ocasiones la bibliografía y, en otras, comentarios de diversos autores en relación con el texto. También podemos encontrar colaboraciones de autores extranjeros de prestigio, a los cuales habitualmente invitaban el presidente o el secretario general que mantenían muchos contactos fuera de nuestro país. A veces se publicaban artículos en idiomas diferentes al castellano. El segundo apartado correspondía a las Sesiones Clínicas, en las que se recogían las Actas de las sesiones científicas de la Academia. Es esta sección la que nos exigió más dedicación. El tercer apartado se denominaba Información Científica y de Actualidad, que también escribíamos los secretarios de Actas. Incluía diferentes capítulos, como la Revisión Bibliográfica, Revista de Libros, Noticias y Comentarios,
Necrológica, Memorias de Tesorería y otros asuntos. En el último número del año aparecía el índice alfabético de autores y el índice de materias. Elaborar esto último nos llevaba mucho trabajo; se mantuvo la presencia de Actas en PubMed.
EDT: No deja de ser curioso que hubiera 4 Secretarios de Actas. ¿Qué actividades desarrollaban y qué papel desempeñaba cada uno?
CDS: Aunque interveníamos en la Revista en general, nuestro papel principal se centraba en las Sesiones Clínicas de la Sección Central. Teníamos una muy buena relación entre nosotros y nos repartíamos las Sesiones de la Academia de forma equitativa, cada vez uno. En primer lugar, el secretario general realizaba la convocatoria de la reunión, que tenía lugar en la calle Sandoval n° 7 (Dispensario Martínez Anido). El día de la sesión los diferentes ponentes presentaban sus casos y el secretario de Actas correspondiente tomaba, a mano, notas de lo que se presentaba y de las intervenciones que tenían lugar al final (fig. 3). Cada secretario pasaba posteriormente el contenido, en tercera persona, a máquina, y lo enviaba a los autores para su aprobación. Estos corregían a mano sobre el texto (fig. 4) y posteriormente confeccionábamos la versión definitiva que se enviaba a la imprenta para su edición. En ocasiones se creaba cierto conflicto cuando algún autor, al ver el contenido escrito, quería corregir errores o meteduras de pata que había cometido durante su intervención. A veces se creaban situaciones llenas de tensión. Por otra parte, recuerdo los comentarios del Dr. Rodríguez Puchol en las sesiones (siempre acertado y muy respetado por sus colegas), especialmente relacionados con aspectos histopatológicos.
EDT: ¿Y los secretarios de Actas de las diferentes Secciones Territoriales?
CDS: En aquella época la Dermatología estaba bastante centralizada y la mayor parte del contenido de la Revista giraba en torno a las Sesiones de la Sección Central. No obstante, cada Sección Territorial (andaluza, catalana, valenciana y vasco-navarro-aragonesa) tenía sus propios secretarios de Actas. Ellos también recogían las actas de sus reuniones, nos las enviaban y nosotros las publicábamos. No ejercían otra función en Actas Dermo-Sifiliográficas.
EDT: En octubre de 1951 publicó usted el primer Caso para el diagnóstico de Actas. ¿Qué me puede comentar al respecto?
CDS: Efectivamente, en octubre de 1951 se publicó el acta de la sesión celebrada el día 20 de junio de 1951. En aquella ocasión presenté el caso de una paciente con lesiones localizadas en el dedo anular de la mano derecha, para el diagnóstico por parte de los asistentes. La sospecha diagnóstica era de miomas o fibromas cutáneos (fig. 5). Me alegro de que se haya mantenido hasta la actualidad esta modalidad de presentación como Casos para el diagnóstico.
EDT: Entre 1955 y 1960 también ejerció como secretario de Actas con otra Junta Directiva. ¿Encontró muchas diferencias con la anterior?
CDS: No demasiadas. La nueva Junta Directiva cambió casi por completo con respecto a la anterior. En esta ocasión el presidente era Enrique Álvarez Sáinz de Aja, que volvió a la presidencia después de tres mandatos anteriores, y el secretario general y redactor jefe de Actas (con nombramiento como tal) era Luis de la Cuesta Almonacid. Ambos mantenían una cierta distancia y no se metían mucho en las cuestiones de Actas. Como secretarios de Actas figurábamos Antonio Ledo Pozueta, Joaquín Soto Melo, Nicolás Ballesteros Blázquez y, nuevamente, yo mismo, que repetía (fig. 6). Nuestra forma de actuar era muy similar a la del periodo anterior, repartiéndonos la asistencia y elaboración de las actas de las sesiones de la Sección Central. Tanto en el periodo anterior como en este, la camaradería nos acompañó siempre. Mantuvimos unas excelentes relaciones entre nosotros y nos apoyábamos cuando era necesario (sustituciones ante imprevistos, etc.).
EDT: No ha comentado nada de la sección Entrevistas que usted creó.
CDS: Me pareció una idea bastante original. Es una sección que pensé que sería de interés para dar a conocer algunos personajes importantes de la Dermatología de la época. Fueron tres entrevistas realizadas entre 1955y 1957 a los Profesores JuvenalEsteves (1955; Catedrático de Dermatología en la Universidad de Lisboa), Enrique Álvarez Sáinz de Aja (1956; como homenaje al poco de jubilarse de la Dirección del Hospital de San Juan de Dios) y Oscar Gans (1957; Director de la Clínica Dermatológica de Frankfurt) (figs. 7A, 7B y 7C). Dada mi afición a la pintura y al dibujo las acompañé de una caricatura. Fueron muy amables; les gustó la idea y el dibujo.
EDT: Tanto en este segundo periodo como en el anterior, su padre, Francisco Daudén Valls, participó en la Junta Directiva como tesorero. ¿Desempeñó algún papel en la revista Actas? ¿Qué relación profesional mantenían ustedes?
CDS: Mi padre colaboró con la Academia durante muchos años como administrador y tesorero. De hecho, en 1986 fue nombrado Tesorero administrador honorario de la Academia. Además de llevar toda la contabilidad de la Academia, ejerció un papel muy importante en Actas. Era el responsable de las relaciones y pagos a la imprenta, del envío de la Revista a otras bibliotecas, del intercambio con otras revistas, gestionaba la publicidad, etc. y sobre todo intervenía en su balance económico, ingresos (suscripciones…) y gastos. Elaboraba un informe anual que presentaba a la Junta Directiva y a la Academia durante el Congreso anual. Por otra parte, dejando aparte la relación afectiva que lógicamente nos unía, funcionábamos de forma muy independiente, sin interferencias en nuestras actividades. Siempre respetó mis iniciativas. Quizás merezca la pena destacar en qué condiciones se trabajaba en aquella época. Dado que la Academia no tenía un local propio, con regularidad acudía Paquita, tía de Milagros, actual secretaria de la Academia, al domicilio de mi padre en la calle Alcalá para ocuparse de la correspondencia, mecanografiar cartas, pasar las cuentas… A tal efecto se le facilitaba un cuarto donde ejercer sus funciones. No deja de ser curioso que dicho cuarto había sido el dormitorio de mi infancia.
EDT: ¿Existía una supervisión de su trabajo? ¿Quién llevaba las riendas de la Revista?
CDS: La verdad es que ni los sucesivos presidentes ni los secretarios generales intervinieron mucho en la Revista. Éramos los secretarios de Actas los que nos ocupábamos realmente de ella. No había auténticos revisores de los artículos. Se aceptaba prácticamente todo lo que llegaba. En la época de Luis de la Cuesta Almonacid se convocaba periódicamente a los miembros de la Junta en el propio domicilio del presidente para discutir diferentes asuntos, aunque discutir se discutía poco. La autoridad de los presidentes era tal que realmente se hacía lo que ellos decían, sin opción a rechistar.
EDT: Ocho años al frente de la Revista, ¿no son muchos? ¿Supuso un gran esfuerzo y sacrificio personal?
CDS: La verdad es que trabajamos bastante, pero no nos desbordaba la situación. El apoyo que sentíamos de los otros secretarios de Actas era muy importante. Éramos realmente un equipo. También es cierto que en aquella época sucedieron hechos muy importantes en mi vida. En 1951, cuando inicié mi andadura en Actas, tenía 27 años y hacía dos que había terminado la carrera de Medicina. Me casé en el año 1953. Mis 4 primeros hijos nacieron en los años 1955, 1956, 1958 y Esteban en 1959. En 1952 ingresé, por oposición, en el Cuerpo Médico de la Beneficiencia Municipal de Madrid y de 1953 a 1959 fui jefe clínico de la Beneficiencia Provincial en el Hospital San Juan de Dios de Madrid. También entre 1953 y 1954 realicé estancias en Londres (con el Profesor Wilkinson en el Royal Free Hospital y con el Profesor Sequeiro en el St. Peter's Hospital), París (con el Profesor Durel en el Hospital de San Lázaro y con el Profesor Degos en el Hospital de San Luis), Utrecht, Rotterdam y Asterdam. En 1955 ingresé, por oposición, en el Cuerpo de Lucha Antivenérea Nacional. Como se puede comprobar esos años no fueron aburridos,pero conseguí hacer compatible mi actividad profesional con la familiar, para lo cual fue decisiva la colaboración que me prestó mi mujer. Me alegra mucho saber que mi hijo Esteban ha continuado trabajando en Actas, y que se haya podido beneficiar de la herencia a la que yo y muchos otros hayamos podido modestamente contribuir.
EDT: Muchas gracias. He disfrutado mucho de sus experiencias y anécdotas. Parece como si nos hubiera devuelto al pasado. Y también me alegro mucho de haber emulado, aunque sólo sea por un día, el género de la entrevista que usted tan acertadamente inició. Espero que la labor que el equipo actual está realizando sea digna del legado que nos dejaron nuestros predecesores.