El abordaje terapéutico de las verrugas víricas ha variado a lo largo de la historia. Junto a prácticas con algún sentido fisiopatológico, como frotar la verruga con alimentos o sustancias1, persisten otras irracionales, tales como «vender» las verrugas a otro individuo, recitar frases o frotar con un anillo de viuda1. Algunos remedios exóticos, sin embargo —como la cinta adhesiva— han sido validados en estudios científicos comparativos2, siempre teniendo en cuenta que un número no desdeñable de verrugas remite espontáneamente sin tratamiento3.
La fitoterapia ha representado un papel fundamental en el tratamiento de las verrugas en distintas culturas. Así, en India se usa con este fin la Euphorbia hirta4; en la medicina tradicional china se usa el Qu You Ding, una solución de diversas plantas medicinales5; en Brasil se usa el aceite de Tropidurus hispidus6, así como la Hancornia speciosa7; en Irán, algunos estudios han demostrado la eficacia del mirto (Myrtus communis); Arum italicum, Tamarix gallica y Ficus carica se usan en Italia con el mismo fin8, a menudo en el contexto de un ritual mágico; y en Japón se utilizan el shokenchuto o el makyoyokukanto9.
El mecanismo por el cual estos remedios naturales actúan frente a los papilomavirus ha sido estudiado tanto in vivo como in vitro10. Se sabe que algunos de sus principios activos son inductores de la apoptosis11, así como moduladores de la transcripción genética y de la síntesis proteica12, regulando vías de traducción de señales celulares13, y/o estimulando la inmunidad general14. Clínicamente, los efectos de destrucción de la verruga se notan al principio como prurito, enrojecimiento o edema de la parte basal, seguidos de aspereza de su superficie, y descamación de la lesión en unos días5. Desde el punto de vista histopatológico, la regresión espontánea de las verrugas va acompañada de un intenso infiltrado linfohistiocitario, con satelitosis y apoptosis15, y una reacción similar puede verse en la regresión inducida, por ejemplo por imiquimod16.
Una de estas plantas usadas en el tratamiento de las verrugas es el guarumbo (Cecropia obtusifolia), conocida también con otros nombres tales como chancarro, guarumo, hormigo, hormiguillo, palo de hormigas, trompeta o trompetillo.
El guarumbo es una planta originaria de América tropical con propiedades hipoglicémicas17, diuréticas18 e hipotensoras19, que abunda en el sur de México, en el estado de Oaxaca. En consecuencia, se encuentra en numerosos asentamientos precolombinos mesoamericanos, tales como por ejemplo Monte Albán (fig. 1A), el mayor enclave zapoteco de México.
Los zapotecos habitaron principalmente en las poblaciones de Oaxaca, Guerrero y Puebla, y Monte Albán alcanzó su máximo esplendor hacia los años 700 d.C., tras de lo cual y por diversos motivos, este y otros asentamientos fueron paulatinamente abandonados por sus pobladores.
Los zapotecos desarrollaron una extensa cultura de higiene y terapéutica de distintas afecciones mediante plantas y otros remedios manejados por los colanij, un grupo de bajo rango entre los sacerdotes zapotecos20, normalmente en el contexto de un ritual mágico precedido por la abstinencia y el ayuno, y a menudo acompañado de alucinógenos como la Yerua o el Pèyaçòo20. Los informantes de la administración colonial española caracterizaron a los colanij como conocedores de plantas silvestres medicinales, y a menudo los llamaban erróneamente por el término méxica Ticitl (médico), mucho más conocido para ellos20.
Destacan entre los conocimientos dermatológicos zapotecos varias prácticas para el cuidado e higiene de la piel como el uso de jabón, los baños (probablemente en aguas sulfurosas de la zona) o las saunas hechas a modo de tiendas de campaña (sus temazcales)20. Usaban el guarumbo como remedio cutáneo contra las verrugas: en concreto, la sustancia lechosa que sale de la planta cuando se cortan sus apéndices (fig. 1B).
¿Cuál es su mecanismo de acción? Se considera que el uso del guarumbo ante distintas enfermedades muestra en la actualidad un grado de evidencia C, es decir, científicamente no clara. Entre sus principios activos se encuentran el ácido clorogénico (ACG), la isoorientina y la quercetina. Sin embargo, aunque ambos poseen propiedades antifúngicas, no estarían dotados de propiedades antivíricas, fundamentalmente debido a que en las células epiteliales de la verruga no se produciría mezcla de polifenoles con el citoplasma y, por lo tanto, no habría cabida para la acción del sistema polifenol-polifenoloxidasa21.
El mecanismo de acción de la leche del guarumbo podría ser quizá similar al inducido por el látex de la higuera (Ficus carica), ya mencionado por Avicena en su Canon de Medicina22. Así, en estudios comparativos sobre el tratamiento de las verrugas con látex de higuera versus crioterapia, el primer tratamiento fue tan solo ligeramente inferior al segundo en resultados, estando eso sí, exento de efectos secundarios, al contrario que el segundo22. Además, ha mostrado una efectividad similar a la de otros métodos terapéuticos usados en nuestra práctica diaria, como el ácido acetilsalicílico, el 5-fluorouracilo tópico, el interferón intralesional o el imiquimod23. Aunque su mecanismo de acción no se conoce con exactitud, parece estar relacionado con su actividad proteolítica y queratolítica24, así como actividad antivírica25, y algunos de sus extractos han demostrado inhibir la replicación viral in vitro26. También es capaz de inducir una fitofotodermatitis por sus furocumarinas, desencadenando un daño lesional cutáneo y una respuesta inflamatoria.