Una mujer de 39 años consultó por unas pápulas planas, verruciformes, de color piel, asintomáticas, localizadas en el rostro, de 5 años de evolución. La paciente tenía un trasplante renal debido a una glomerulonefritis lúpica, con un rechazo crónico activo en hemodiálisis trisemanal y un tratamiento con meprednisona 4mg/d y tacrolimus 7mg/d.
El estudio histopatológico mostró unos queratinocitos aumentados de tamaño con un citoplasma de color azul pálido en las capas altas de la epidermis, hallazgos compatibles con una epidermodisplasia verruciforme (fig. 1).
La epidermodisplasia verruciforme es una enfermedad infrecuente, caracterizada por una particular susceptibilidad a la infección por el virus del papiloma humano que predispone a la aparición de múltiples tumores cutáneos en la piel expuesta al sol. Puede ser genética (mutación de EVER1/TMC6, EVER2/TMC8, RHOH, MST1, CORO1A y ECM1) o adquirida (asociada a VIH o iatrogénica). Las manifestaciones cutáneas más frecuentes son unas máculas hipo e hiperpigmentadas planas, lesiones papilomatosas similares a verrugas, queratosis seborreicas o pitiriasis versicolor rojiza. Estas lesiones pueden evolucionar a diferentes neoplasias, dentro de las cuales la más frecuente es el carcinoma de células escamosas.
En los pacientes con una epidermodisplasia verruciforme adquirida iatrogénica, de ser posible, se debería considerar la modificación del tratamiento inmunosupresor.