El cáncer cutáneo representa más de un tercio de todos los cánceres que padecen las personas1. De acuerdo con la experiencia clínica y de gestión de los dermatólogos españoles, el cáncer cutáneo representa una carga asistencial importante en las consultas de dermatología de cualquier centro hospitalario del Sistema Nacional de Salud. A modo de ejemplo, en un estudio realizado sobre un hospital de área y publicado en esta revista, se objetivó que un 15% de la actividad quirúrgica dermatológica se correspondía a intervenciones de cánceres cutáneos, que en números crudos representaba 345 pacientes por año, que constituían el 52% de la cirugía mayor ambulatoria y el 71% de la cirugía con ingreso del hospital2. Además de estas cifras, no conviene olvidar la carga asistencial que representan las lesiones premalignas (las queratosis actínicas), y el tratamiento médico no quirúrgico de un número elevado de cánceres cutáneos.
Para poder ayudar a establecer la dimensión real del problema que representa el cáncer cutáneo para la sanidad, es fundamental tener unos datos lo más precisos posible acerca de la incidencia y de la mortalidad de cada uno de ellos. Por ello, es extraordinario disponer de cifras obtenidas a partir de una metodología rigurosa como las que se ofrecen en el trabajo de Tejera-Vaquerizo et al., que se encuentra en este número de Actas Dermo-Sifiliográficas3. En este estudio, se muestra la incidencia y la mortalidad del carcinoma basocelular, del carcinoma epidermoide, del melanoma y del carcinoma de células de Merkel. Se muestran aspectos muy interesantes como es la alta incidencia de pacientes que desarrollan carcinomas basocelulares (113 casos al año por cada 100.000 habitantes) y cómo se diagnostican en estos pacientes más del doble de tumores por año, lo que aporta una dimensión más real del problema de salud que representa esta neoplasia. También se establecen las tasas de incidencia del melanoma (8,8 nuevos casos al año por cada 100.000 habitantes) y su mortalidad (2,2 casos/100.000 habitantes-año). Estas cifras de mortalidad son superiores a las mostradas por la Organización Mundial de la Salud en su publicación GLOBOCAN del año 2012, en la que el melanoma, si bien representaba solo un 1,6% de los cánceres (excluidos el carcinoma basocelular y el carcinoma epidermoide cutáneos) que padecían la población global, tenía una mortalidad anual de 0,7 casos por cada 100.000 habitantes4. Estos datos deberían suscitar un mayor esfuerzo en las estrategias de prevención del cáncer por parte de las autoridades sanitarias.
También merece la pena destacar la importancia del carcinoma epidermoide, dado que además de tener una incidencia nada desdeñable de 13 nuevos casos al año por cada 100.000 habitantes, presenta una mortalidad de alrededor de un caso al año por cada 100.000 habitantes, probablemente debido a los carcinomas de alto riesgo5. Además, muestra los datos del carcinoma de células de Merkel, con una incidencia de unos 3 casos al año por cada millón de habitantes y que, como es bien sabido, tiene una mortalidad elevada, aunque no se disponen de cifras poblacionales en nuestro país.
En definitiva, el cáncer cutáneo es un problema de salud importante, en el que no hay que escatimar esfuerzos para reducir su incidencia y, sobre todo, para conseguir un diagnóstico más precoz que siempre conlleva una mejoría pronóstica para el paciente y una menor carga económica para el Sistema Nacional de Salud.