Cuando la directiva de la Academia Española de Dermatología me encargó una necrológica para el Dr. Josep M. de Moragas Viñas me sentí especialmente afortunada. Sin embargo, quería que mis compañeros y discípulos directos tuvieran la oportunidad de expresar también su reseña personal, así que a continuación aportaré un resumido obituario, sobre todo de sus méritos académicos, y el elogio será compartido entre todos nosotros.
El Dr. J.M. de Moragas se licenció en Medicina en 1949 por la Universidad de Barcelona. Durante los años 1954-1957 realizó una fellowship en Dermatología en la Clínica Mayo de Rochester (Minnesota), hecho que cambió por completo su trayectoria profesional y lo acompañó durante toda su vida.
Leyó su tesis doctoral en el año 1958 y compartió años de trabajo en el Hospital Clínic de Barcelona con el profesor X. Vilanova y J. Piñol, a los que siempre mencionaba en sus recuerdos.
Durante los años 1972-1996 dirigió el Servicio de Dermatología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau en Barcelona, creando una escuela con marca propia.
Fue miembro activo y honorario de muchas sociedades científicas y colaboró en más de 470 publicaciones en revistas dermatológicas y científicas de alto nivel. En su vertiente docente fue profesor titular de Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona desde el año 1985.
Apasionado de la montaña y gran esquiador, pudo compartir numerosas Pascuas con toda su familia en Zermatt, su estación favorita. En su casa de Mal Pas (Palma de Mallorca) disfrutaba cada verano empezando el día nadando con sus vecinos, los cormoranes.
Su rigor científico y carisma personal influyeron de una manera u otra en todos nosotros. Doce de sus discípulos han sido después jefes de servicio de dermatología en diferentes hospitales.
Sus conocimientos y contactos internacionales hicieron que el Servicio de Dermatología del Hospital de Sant Pau se situara en el mapa a nivel nacional e internacional.
Algunos de sus discípulos hemos querido hacer una reseña de su persona: Entre las cualidades del Dr. Moragas, destacaría su deseo de estar al día en los avances del conocimiento, tanto en el campo de la Dermatología como de la Medicina en general. Él mantuvo esta curiosidad a lo largo de su vida, y gozaba compartiendo su saber con los que se hallaban a su alrededor, por lo que todos debemos estarle muy agradecidos. María A. Barnadas Me gustaría recordar a José M. no solo como mi profesor de dermatología, sino como amigo y gran persona. Supo transmitir a todo su equipo del Hospital de San Pablo la pasión por esta especialidad, y la necesidad de seguir aprendiendo, y gracias a ello pude disfrutar de una beca en San Francisco (EE. UU.). Él nos enseñó la necesidad de priorizar al paciente en todas las actuaciones médicas. Persona sencilla y cercana, pero siempre muy estricto en su profesión, y con capacidad de repartir el tiempo con la familia, los amigos y el deporte. Hasta siempre, «jefe». Dr. Javier Noguera Tusquets Nos ha dejado el JEFE..., el doctor, el profesor, el maestro, mi «padre» profesionalmente hablando, un referente muy importante en mi vida; la persona que poco a poco fue moldeando mi trayectoria dermatológica, brindándome posibilidades y ocasiones de formarme y de prosperar. De él aprendí el conducir cada visita, cada paciente, con rigor científico y humanidad. Después de 42 años a su lado, se me han contagiado muchas formas y expresiones en el diálogo con los pacientes, maneras de actuar que no te enseñan los libros ni aprendes en la facultad. ¡¡¡Gracias, JEFE!!! D.E.P. Montserrat Pérez MD
Pequeño pero muy grande, un hombre que se hacía respetar y admirar por su ciencia y su savoir faire. Más risueño que serio, disciplinado, formal y preciso, pero afable y siempre dispuesto a ayudar y comprender. Con su talante de la burguesía catalana, era un enamorado y cautivado por la cultura y estilo de vida americano, lo cual marcó el procedimiento, diagnóstico y tratamiento de sus pacientes. RECORDADO Y ADMIRADO con mi gratitud por siempre. J.M. García Marques (Pitu) Llegas a un servicio de dermatología a informarte y te recibe el jefe de servicio, el Profesor Moragas, con los brazos abiertos. Se interesa por tu trayectoria, te transmite la pasión que siente por nuestra preciosa especialidad, te expone cómo será tu residencia, tu posible futuro, aquella tesis que ni imaginabas. Te hace sentir en la «Mayo» mientras con su sonrisa característica te comenta que no todo son lupus ni vasculitis, que hay que estudiar, trabajar, presentar comunicaciones, publicar, esforzarse cada día. Este primer contacto con el Profesor marcó mi futuro laboral. Mi gran agradecimiento para este jefe brillante, trabajador, deportista, que disfrutaba compartiendo su conocimiento, ampliando el nuestro, exigiendo buenas formas y buen trabajo, fomentando nuestro crecimiento profesional, hábitos de vida saludables y confianza en nosotros mismos. D.E.P., querido Profesor. Anna Tuneu Tuve la suerte y el honor de realizar mi formación en Dermatología bajo la tutela y dirección del Dr. Moragas, y de formar parte de su equipo durante más de 10 años en el Servicio de Dermatología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Los que hemos tenido el privilegio de tener al Profesor Moragas como profesor y jefe de servicio siempre le recordaremos por su gran capacidad de estímulo, por su inquietud científica y curiosidad, y por su generosidad en compartir no solo conocimientos científicos, sino también aspectos prácticos en el manejo de pacientes con patologías tanto simples como complejas. Siempre cercano y accesible, pero a la vez exigente y riguroso. Contagiaba su pasión por los avances experimentados en nuestra especialidad y creó una verdadera escuela de dermatólogos de la que todos nos sentimos orgullosos. Siempre le estaré agradecido por sus enseñanzas y sabios consejos, por facilitar nuestro crecimiento tanto personal como profesional y, sobre todo, por ser como era, brillante, generoso, vital y una excelente persona. Ramon M. Pujol ¡Conservo tantos entrañables y emotivos recuerdos de los 5 años (1988-1992) que afortunadamente compartí con un gran equipo liderado y dirigido por el Dr. Moragas en Sant Pau! Sirvan estas líneas para expresar mi enorme gratitud por transmitirnos su pasión por la Dermatología en el contexto de la Medicina y contagiarnos su curiosidad incansable para comprender los vertiginosos avances científicos. Su capacidad de hacer fácil lo complicado y compartirlo generosamente fueron claves para despertar mi vocación docente. Además, es todo un privilegio haber disfrutado de su vitalidad y entusiasmo más allá del ámbito profesional. D.E.P. Vicente García Patos Hoy nos gustaría que desde arriba supieras que hemos estado, estamos y estaremos siempre inmensamente agradecidos por tu estima y el aprendizaje que nos has dejado. Jamás olvidaremos los miércoles de sesión, donde nos hacías salir a la pizarra y acababas haciéndonos preguntas. Cierto es que al principio sufríamos, pero con el paso del tiempo nos hemos dado cuenta de que la única finalidad de eso era potenciarnos al máximo para ser unos buenos dermatólogos y la mejor versión de nosotros mismos. Gracias de todo corazón por enseñarnos tanto en todo nuestro recorrido profesional y también personal. Gracias también por acogernos en el servicio, donde hemos pasado gran parte de nuestra vida. A pesar de que no estés ya con nosotros en presencia, siempre nos quedará tu legado de enseñanzas, estima y amor a la dermatología. Recordaremos siempre tu forma de sonreír tan particular, girando la boca. Gracias por tanto. Vuela alto, Doctor. Con inmenso cariño y aprecio de todos aquellos que hemos tenido la suerte de tenerte cerca. Carme Ventura Siendo estudiante de 5.o de Medicina, en el Hospital de Sant Pau, tuve al Dr. Moragas como profesor. Ya entonces, cuando no tenía clase por las mañanas, me permitía acudir al Servicio de Dermatología que él dirigía. Después pude hacer la especialidad en el mismo. Era el año 1977. Recuerdo con mucho cariño aquella época. Le estoy muy agradecido por la formación que me dio y por toda la ayuda profesional y personal que recibí de él. Juan Antonio Smandia Aún recuerdo la primera vez que vi al Dr. Moragas, yo era estudiante de 6.o curso de Medicina. Apareció en un programa de televisión donde lo entrevistaba Julia Otero; en aquel momento pensé que era una persona brillante, de gran inteligencia y con porte elegante. El siguiente año, en 1987, pude elegir Dermatología en el Hospital de Sant Pau, fue entonces cuando corroboré mi primera impresión. Inolvidables momentos de una de mis mejores épocas. Gracias Dr. Moragas por su sabiduría y por compartir su amor y pasión por la dermatología, que ha sido uno de los grandes soportes de mi vida. Mercè Planagumà ¡¡¡El jefe!!! Al jefe, al Dr. Moragas, profesionalmente le debo ser la dermatóloga en la que me he convertido. Me enseñó a observar, a ver más allá de la mismísima piel, a saber simplificar y ordenar mis ideas para poder llegar a diagnósticos increíbles. Me enseñó a «estimar» la Dermatología a pesar de la dureza y complejidad de la especialidad. Vivencias, muchas, pero, sobre todo, y esbozo una sonrisa, recuerdo con cariño el momento en que algunas mañanas sonaba el telefonillo del despacho en el que estábamos visitando y al otro lado del teléfono escuchabas: «Doctores, dejad el boli, os espero, vamos a por un café»... y por el paseo hasta la cafetería del hospital todos hablábamos y hablábamos... En aquellos días, esas pausas para mí eran encantadoras. Gracias, Jefe. Mercedes Pérez Recuerdo con toda claridad mi primer encuentro con el Dr. Moragas el primer día de residencia. Estaba sentado leyendo el New England (que recibía cada semana) y aún lo veo diciéndome con su sonrisa un poco torcida: «Vas a empezar la dermatología con un armario que solo tiene unos cuantos cajones y estanterías vacíos. De ti depende que los llenes de conocimiento; y en este servicio tendrás oportunidad de hacerlo... Y no te olvides de la medicina interna». El Dr. Moragas fue para mí un gran maestro. Nos transmitió su pasión por el estudio en profundidad; y la necesidad de curar a los pacientes. Yo me sorprendo cada día explicando a los pacientes las enfermedades como él las explicaba, con sus mismos símiles y sacando su libretita de terapéutica que cuidadosamente iba actualizando en cada congreso.
Verdaderamente creó escuela. Era un placer ver cómo siempre encontraba un tema de conversación con sus pacientes más allá de la medicina y con ello también los sanaba. El Dr. Moragas fue generoso con su tiempo con sus residentes. A media mañana paraba toda su actividad para ir a tomar un café con sus residentes, momento en el que nos preguntaba por nuestras vidas y nuestros anhelos. Yo le estoy eternamente agradecida y en deuda porque marcó profundamente mi trayectoria profesional. Eulalia Baselga Mi residencia en Dermatología transcurrió durante 4 años en el Hospital Sant Pau de Barcelona, en la época en la que el hospital se ubicaba en los preciosos edificios modernistas. Esa fue mi elección porque sabía de su prestigio y estaba segura de que iba a aprender todo lo necesario para mi desarrollo profesional. Desde el primer momento en el que conocí al Dr. Moragas, que sería mi jefe de Servicio durante los 4 años de mi formación, me impresionó como persona, era todo un caballero. Después siguió impresionándome por su inteligencia, su capacidad de trabajo y su búsqueda incansable de adquirir nuevos conocimientos. Por aquella época arrancaba Internet y siempre nos contaba a los residentes lo grandioso de esa nueva herramienta. Pero además de gran profesional, el Dr. Moragas siempre intentaba estar a nuestro lado, no fallaba un día en el que no nos buscara para tomar un café a media mañana... Para mí fue un honor conocerle y pasar junto a él unos años de gran importancia en mi vida. Julia Miralles Cuando tuve que escoger dónde hacer la residencia, el Dr. Carlos Ferrándiz, mi profesor, me dijo: «Deberías ir a Sant Pau, aprovechar los últimos años del Dr. Moragas y pegarte como una lapa al Dr. Lluís Puig y al Dr. Ramon Pujol». En el hospital aprendí la ciencia del Dr. Moragas, con quien tuve el privilegio de trabajar en su consulta privada durante casi 30 años, aprendí el arte de tratar al paciente. Sigo visitando sin la mesa entre médico-paciente, con el microscopio siempre a mano, utilizando las mismas explicaciones y tratando con compresas húmedas de agua con vinagre. ¡Con la crema Nivea ya no me atrevo tanto! Fue mi mentor y siempre le estaré agradecida, D.E.P., Doctor. Marta Alegre El gran momento de Moragas eran las sesiones clínicas, en las que discutíamos pacientes reales. La sala de sesiones penumbrosa y subterránea del viejo Sant Pau se convertía en una mazmorra de tortura para los residentes, que, cual gladiadores, eran encumbrados al Olimpo de la semiología dermatológica o lanzados al foso de las fieras. Aquel César era implacable con sus preguntas, exigente con sus diagnósticos diferenciales, mordaz con sus adjuntos y cariñoso con sus residentes. Siempre tenía la última palabra, y siempre era la más sabia. Jorge Romani El profesor Moragas fue el jefe de servicio en mis años de residencia. Su influencia en mi vida profesional fue muy destacada, diría que me transmitió su amor por la Dermatología, más bien por la profesión de dermatóloga, que ejerzo con mucho orgullo y satisfacción. Me acuerdo de sus intervenciones brillantes en las sesiones y de su generosidad a la hora de compartir sus perlas terapéuticas más preciadas aprendidas en sus estancias en la Mayo Clinic. Me fascinaba que, aunque ya estaba próximo a su jubilación, tenía un enorme interés por las nuevas tecnologías y las Ciencias Básicas, y durante más de 20 años, en la conversación telefónica para felicitarle la Navidad, antes de nada me preguntaba si estaba al día del Journal of Investigative Dermatology. Recuerdo con mucha gratitud, y con cierto rubor, las excelentes referencias que daba sobre mí, de forma desinteresada, que me permitieron abrirme camino en Palma, mi ciudad natal. Cristina Nadal Dr. Moragas, como le llamábamos muchos de nosotros, decirle que, esté donde esté, seguro que lo primero que les recomendará será leer el Journal of Investigative Dermatology. También les preguntará cómo tiene usted el cajón del inglés y conocimientos de medicina, para al final enseñarles que cada día hay que poner una pizca en estos cajones. Recuerdo las sesiones del mediodía con los exresidentes, algunos de los cuales viajaban hasta una hora en coche para estar allí. Recuerdo la visita de los pacientes complicados en los despachos antes de la sesión, pero lo que más me impresionaba era el gran ambiente científico (en ocasiones disputa por el saber) que se desprendía en el Servicio. Gracias por todo, Dr. Moragas, y por haber formado esta gran familia de dermatólogos, todos discípulos del Hospital Sant Pau. Vicenç Rocamora
Agustin Alomar, Maria Barnadas, Montse Pérez, Lluís Puig, Ramon M. Pujol, Vicente García Patos, Eulalia Baselga, Julia Miralles, Jorge Romani, Cristina Nadal, Vicenç Rocamora, Rosa Taberner, Neus Salvatella, J.M. Garcia Marques, Anna Ravella, Anna Tuneu, J. Smandia, Eugenia Perez, Mercè Planagumà, Dolors Sitjas, Enric Llistosella, Carme Ventura, Mercedes Perez, Catalina Marques, Felipe Aspiolea, Isabel Vilatella, Assumpta Corbella, Javier Noguera.