Una mujer de 68 años con historia de penfigoide ampolloso (PA) de más de 10 años de evolución, en tratamiento con prednisona 5mg/día, mostró desde 2014, coincidiendo con un brote importante de su enfermedad, una afectación ungueal en las manos con onicólisis e hiperqueratosis subungueal, sin presentar afectación en pies. Tras repetidos cultivos micológicos negativos, se asoció dicha afectación con su enfermedad de base. En la actualidad, la clínica ungueal persiste pese al buen control del PA, presentando onicólisis de varias uñas, así como una notable estriación longitudinal y un pterigión dorsal. (fig. 1).
La afectación ungueal en el PA es poco frecuente, aunque en los últimos años se ha descrito una mayor incidencia. Se postula que en su etiopatogenia intervendrían los antígenos anti-PA expresados en la matriz ungueal, el pliegue ungueal proximal, el lecho ungueal y el hiponiquio; además de la formación de ampollas periungueales. Las manifestaciones ungueales observadas hasta la fecha son onicomadesis, paroniquia, onicólisis y la pérdida definitiva de toda la uña; habiéndose descrito el pterigión dorsal en el penfigoide cicatricial.
El pterigión aparece como consecuencia de la afectación de la matriz ungueal, con la formación de un tejido cicatricial. Son causas frecuentes los traumatismos, y también diversos procesos inflamatorios tales como el liquen plano y la enfermedad injerto contra huésped. Su asociación con el PA es excepcional.