Autor de la figura: Enrique Zofío. Clínica Dr. Bombín
(Figura del Museo Olavide n.o 51. Hospital de San Juan de Dios; sala 5.ª, cama n.o 21)
Dr. Colomo
Historia clínica
Observación
N. S., de 21 años, soltera, natural de Sevilla, de temperamento nervioso, bien constituida, sin antecedentes morbosos por herencia, refirió que habiéndose presentado la primera menstruación a los 12 años y siguiendo una vida licenciosa a partir de aquella fecha, contrajo varias afecciones; las unas por capricho o por satisfacer el órgano venéreo; las otras por su profesión aventurera. En tal estado llegó a los 20 años, en cuya fecha ingresó en este Establecimiento con una úlcera sifilítica en la horquilla: tratada y curada a los dos meses aproximadamente, continuó poniendo en juego su aparato generador con el objeto de satisfacer el apetito genésico, y fue de nuevo dada de baja en la Sección de Higiene, ingresando en este Establecimiento, donde se la sacó el molde y se tomaron los datos que a continuación se expresan:
Decúbito supino
El estado general bastante malo; una zona de color cárdeno, lívido, circundaba el párpado inferior, los ojos hundidos, la nariz afilada; tenía buen apetito, pero no podía verificar la deglución a causa de que la cara superior del borde libre de la lengua era asiento de una ulceración excavada con engrosamiento de sus bordes; al propio tiempo, en las partes de la úvula existían dos úlceras, una en cada lado, de fondo sucio y con tendencia a reunirse, para dar origen al desprendimiento del órgano citado; en los pilares existían también ulceraciones profundas; la locución le era muy molesta; la voz era afónica por imposibilidad de modular los sonidos; en las partes laterales del cuello y en la región parotídea presentaba una serie de infartos; en las regiones glúteas y márgenes del ano observamos una tumefacción rojiza; reconocido el aparato generador sólo se halló la pérdida de sustancia en la horquilla, consecuencia de la úlcera sifilítica que había padecido, y en la uretra que, comprimida de atrás adelante, daba una gota de pus opalino bastante corrosivo; el pulso era frecuente y lleno, la respiración frecuente; las secreciones y excreciones retardadas y acompañadas de productos patológicos, y ante aquel cuadro sindrómico se la dispuso el siguiente
Plan curativo
Visto el estado grave que la paciente presentaba se la dispuso: dieta de caldo y vino de Jerez; 60 g de la mixtura de ioduro mercúrico potásico para que tomara 30 g a las doce, y los restantes a las seis de la tarde; tres inyecciones hipodérmicas al día, con la fórmula de calomelanos, 10 centigramos; agua 10 g; goma arábiga finamente pulverizada, un gramo: suspéndase. Además se la dispuso inyección a la uretra con la mezcla de tanino, agua y vino; gargarismo con el licor Van-Swieten y agua a partes iguales, cauterización a las placas con el nitrato de plata fundido dos días, y después con el nitrato ácido de mercurio y agua a partes iguales.
Con este tratamiento, ten sencillo como acertado, se consiguió la cicatrización de las placas y que se repusiera la paciente, dándola el alta.
Comentario
Esta es otra historia de las que se quedan grabadas en el recuerdo. Por un parte por el desparpajo con la que está escrita, por otra por la tristeza que supone un comienzo tan precoz en la vida laboral de una joven y en un oficio con grandes riesgos como lo demuestran sus antecedentes personales.
Se hace una mención al control por parte de la sección de Higiene de las prostitutas enfermas, es decir estamos en una de las épocas reglamentarias sobre las enfermedades venéreas. Azúa fue un luchador en la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, editando los denominados «avisos sanitarios» cuyo contenido podríamos susbcribir hoy totalmente. Además, su tratamiento es muy ilustrativo de cómo se trataban en esa época los múltiples procesos venéreos y cómo el mercurio era utilizado en sus diversa formas, la pomada de calomelanos que hace referencia el texto estaba compuesta de cloruro mercurioso.
