Los cuatro años de mi actuación como Redactor Jefe de Actas se iniciaron en junio de 1970, con la Presidencia de Pepe Cabré en la Junta de la Academia. Con la distancia del tiempo siempre se ve el lado bueno de las cosas, pues intentamos salir de una fase de apatía por publicar nuestros trabajos en Actas.
Hoy seríamos más severos, pero cíclicamente aparecen estas fases, donde hay que remover conciencias para que los trabajos españoles se publiquen en Actas. Esto se repite constantemente en la vida de la revista y supongo que los responsables de la edición de Actas sufren las mismas vicisitudes.
Nos encontramos con un retraso muy importante, casi un año. Lo primero fue estimular a los dermatólogos para que presentaran comunicaciones a la Academia, y lo segundo, que recuerdo fue extremadamente arduo, fue recabar a los autores que nos facilitaran los trabajos y no fueran estos a parar a otras revistas.
Se discutió en aquella época el valor del Comité de Redacción, se pretendía filtrar con rigor los originales, su calidad, estilo, y sobre todo las numerosas faltas que se cometían en la mecanografía de estos escritos. No olvidemos en su descargo que se utilizaban máquinas de escribir manuales, en nada parecido al sistema actual, lo que lo hacía más difícil, yo diría que penoso.
Pero otros alegaban que si no había originales mal se podía seleccionar, y mucho más difícil, presentar la revista a la imprenta en los plazos adecuados, no solo para cumplir mensualmente, sino para enjugar el retraso que se había acumulado.
Pero para nuestro gozo, fuimos sacándola poco a poco, logrando una gran puntualidad al final de nuestra etapa. La verdad, no recuerdo que fuera muy laboriosa y pesada tarea, aunque evidentemente sí lo era, pero en mi memoria queda una grato buen sabor de aquella etapa, y a los que vengan y se encarguen de ella, aunque les parecerá ardua, les auguro han de tener un buen recuerdo. Seguro ha de ser así.
Redactor Jefe de Actas Dermo–Sifiliográficas 1970-1975