El artículo sobre pitiriasis rosada (PR) en un paciente pediátrico de COVID-19 (enfermedad por coronavirus de 2019) redactado por Öncü et al.1 y recientemente publicado en su revista nos ha impulsado a realizar algunas observaciones y a describir nuestra experiencia. Los autores establecen ciertamente que la PR está asociada a la reactivación sistémica de herpesvirus humano (HHV) 6 y/o 72, pero la patogenia de la PR incluye también autoinmunidad, factores psicogénicos, vacunas y fármacos, sin realizar distinción alguna entre PR y erupciones de tipo PR3. De hecho, aunque es cierto que todos estos factores pueden causar dicha reactivación, y causar por tanto de manera indirecta la aparición de PR, las vacunas y los fármacos están realmente más implicados en causar erupciones de tipo PR3,4. Estamos plenamente de acuerdo con los autores en cuanto a que durante la pandemia de COVID-19 el diagnóstico de PR se ha convertido en algo más habitual5 y que tras la introducción de las vacunas frente a la COVID-19 se ha incrementado también el diagnóstico de erupciones de tipo PR6.
Al paciente descrito por Öncü et al.1 se le diagnosticó PR aunque, lamentablemente, no se han reportado ciertas características específicas de la enfermedad. Los autores no han mencionado la posible presencia de placa heráldica y de lesiones orofaríngeas7, siendo estas últimas comunes en niños2. Tampoco comentan síntomas sistémicos/locales que puedan justificar el tratamiento con pomada de betametasona valerato, urea al 10% y cetirizina. De hecho, hasta la fecha no se ha recomendado tratamiento en función de la medicina basada en la evidencia, ya que la PR es una enfermedad exantemática autolimitada que solo precisa tranquilidad y reposo6. El tratamiento antiviral con dosis bajas de aciclovir deberá considerarse únicamente en casos de PR extensa, recidivante o persistente con síntomas sistémicos asociados, para acortar el curso de la enfermedad8; además, la PR en el embarazo puede ocasionar una posible infección fetal intrauterina por HHV-6/7 con parto prematuro y muerte fetal. Así, la aparición de PR con anterioridad a la semana15, la presencia de enantema y el compromiso >50% del cuerpo constituyen factores de riesgo en el embarazo de resultado negativo, considerándose adecuada la terapia antiviral en tales casos9.
Lamentablemente, al paciente descrito por Öncü et al.1 no se le realizó serología ni reacción en cadena de la polimerasa (PCR) sérica para ADN de HHV-6/7 ni ARN de SARS-CoV-2. Dichas investigaciones habrían sido útiles para esclarecer el posible papel de SARS-CoV-2 en la patogenia de la PR asociada a COVID-19. De hecho, SARS-CoV-2 puede jugar un papel como agente transactivador, desencadenando la reactivación de HHV-6 y/o HHV-7 y causando, de manera indirecta, la aparición de PR10, según la hipótesis de los autores1. Por tanto, recomendamos vivamente la realización de dichas pruebas en pacientes con desarrollo de PR en el contexto de COVID-19.
La histopatología de la biopsia cutánea de la lesión (que debería numerarse en el artículo como figura 2)1 muestra realmente extravasación de hematíes en la dermis, lo cual es bastante típico en la PR, descrita incorrectamente por los autores como «infiltración eritrocítica perivascular»1. Por último, la definición de «infección por COVID-19» debería sustituirse más adecuadamente por «infección por SARS-CoV-2».
Por favor, cite este artículo como: Ciccarese G, Drago F, Parodi A. Comment on «Pityriasis rosea in a COVID-19 Pediatric Patient». Actas Dermosifiliogr. 2022;113:113–114.