Aun careciendo de la ficha clínica, sí encontramos alguna información sobre este caso en fuentes escritas. Nos lo explican, de nuevo, Covisa y Bejarano en su libro Elementos de Dermatología: «La facies leonina difícilmente puede confundirse con ninguna otra; pero conviene que insistamos aquí sobre una posibilidad de confusión insuficientemente marcada en muchos tratados de lepra. Las alteraciones dermatológicas que se presentan a veces en las leucemias y que dan lugar a la producción de nódulos circunscritos (leucemia o pseudoleucemia cutis circunscrita) pueden presentar una gran analogía clínica con los lepromas cutáneos, dando lugar a alteraciones de la cara, que se parecen extraordinariamente a la facies leonina de los leprosos. La existencia de nódulos confluentes, separados por surcos más o menos profundos y localizados en la frente, mejillas y pabellones auriculares, comunica a la cara un aspecto francamente leproide. La negatividad constante, en lo que se refiere al hallazgo del bacilo sobre las lesiones, las alteraciones eventuales en la fórmula hematológica y el carácter especial de la infiltración de las lesiones, demostrable por el estudio biópsico, son los datos que ponen sobre la vía de un diagnóstico exacto. Enterría y Bejarano han publicado un caso de leucosis cutis circunscrita, cuyo parecido con la lepra es verdaderamente extraordinario.» (Sánchez-Covisa J, Bejarano J. Elementos de Dermatología. Madrid: Unión Poligráfica; 1936. p. 450-2.)
El caso al que se refieren es este mismo, y recogen también un fotograbado en el libro con el que se puede apreciar que se trata de la misma persona, y la historia antes reseñada nos indica cómo los autores pensaron en la posibilidad de la lepra lepromatosa y cómo la descartaron tras diversos estudios en los que no encontraron su bacilo causal.