Actas Dermosifiliogr., 1998;89:701

NECROLÓGICA

Benigno Pérez Pérez (1919-1998)

El pasado 1 de mayo falleció en Noya (La Coruña), su ciudad natal, el doctor don Benigno Pérez Pérez. Licenciado en Medicina en 1945, marchó a Venezuela con una beca en 1947, trabajando allí con el doctor don Jacinto Convit, uno de los más prestigiosos leprólogos de Hispanoamérica, primero en la leprosería de la Isla de la Providencia, y después, como jefe de la lucha antileprosa del Estado de Zulia, en Maracaibo. En esa etapa, y como anécdota relevante de su inquietud por buscar focos de lepra y de su carácter emprendedor, llegó a recorrer en helicóptero el recóndito e inaccesible país de los indios motilones, donde hasta entonces apenas sólo algún misionero había penetrado.

En 1960 regresó a España, incorporándose como colaborador al servicio del profesor Gómez Orbaneja en el Hospital de San Juan de Dios. Yo le conocí en 1961, en uno de los cursos de Leprología que periódicamente se organizaban y se organizan aún en Fontilles, trabando con él desde el primer día una sólida amistad, que hizo, por de pronto, que en 1962 se trasladara a Salamanca, donde colaboró eficazmente en la organización y funcionamiento de la cátedra de Dermatología recién creada y a la que yo me había incorporado unos meses antes. Benigno, junto con el, para mí, inolvidable doctor don Cristóforo Morán, fueron los primeros puntos de apoyo que tuve en aquellos tiempos en que una cátedra recién dotada no tenía más personal que el catedrático, ni más espacio vital que el estrado de un aula durante tres horas semanales.

Ingresó por oposición en la Lucha Antivenérea en 1962 y, en 1964, el doctor Gimeno de Sande, jefe de Luchas y Campañas Sanitarias de la Dirección General de Sanidad, le llamó, por consejo del doctor don Félix Contreras, para encargarle de la campaña contra la lepra en Andalucía y Extremadura. Durante tres años recorrió campos, pueblos y ciudades reconociendo enfermos y familiares, descubriendo nuevos casos y vacunando con BCG a convivientes en riesgo, en un trabajo de campo verdaderamente modélico. Con los datos de primera mano que le proporcionaron su experiencia anterior en Venezuela y la actual en España, hizo su tesis doctoral sobre BCG en lepra. En 1967 fue nombrado director del Instituto Leprológico Nacional de Trillo, cargo que desempeñó hasta su jubilación en 1985. Las autoridades sanitarias le reconocieron su labor, otorgándole la Encomienda de la Orden Civil de Sanidad.

Benigno formó parte del reducido grupo de dermatólogos que pusieron al servicio de los enfermos de lepra su formación médica y su entusiasmo, haciendo posible que desde la década de 1940-50 hasta la de 1970-80 se controlara la endemia española, que antes de esas fechas había recibido escasa atención, reduciéndose drásticamente el número de enfermos y prestándoles una eficaz asistencia, aunque no debemos olvidar que la lepra no ha desaparecido de España. Pero esto es otra cuestión, que algún día habrá que recordar a las nuevas generaciones de dermatólogos.

En la lucha contra la lepra, Benigno estuvo siempre en primera línea, tanto en el difícil y penoso trabajo de campo como en la polifacética y a menudo conflictiva dirección del sanatorio, venciendo cualquier obstáculo con esa mezcla equilibrada de serenidad, constancia, paciencia y energía que le caracterizaba. Los que fuimos sus amigos no podemos olvidar su don de gentes, su simpatía, su optimismo y, por encima de todo, su bondad. Unido a su recuerdo queda también el agradecimiento de tantos enfermos de lepra a los que él ayudó. En nombre de ellos, y de cuantos fuimos amigos y compañeros de Benigno, quiero expresar desde aquí nuestro sentimiento a su esposa María Luisa, a sus hijos y a sus nietos.

Antonio García Pérez