Reportamos el caso de un varón de 30 años, sin antecedentes clínicos relevantes, que acudió con lesiones cutáneas de dos años de evolución en la cara anterior de su antebrazo derecho, tatuado hacía cuatro años. Dichas lesiones consistieron en pápulas pequeñas y blanquecinas asintomáticas con una distribución predominante sobre la piel que contenía la tinta negra de sus tatuajes, evitando la piel sin tatuar (cabezas de flecha en fig. 1, recuadros A y C). Tras la sospecha inicial de verruga común tras la inoculación del tatuaje, se realizó una biopsia por punción (recuadro B de la fig. 1) que confirmó la sospecha diagnóstica, reflejando hiperplasia epidérmica con papilomatosis, acantosis e hiperqueratosis. Los coilocitos fueron predominantes en el estrato granuloso (flechas amarillas en fig. 1, recuadro B). Podían observarse vacuolas cargadas con pigmento negro en la dermis superficial, correspondientes a la tinta del tatuaje, predominantemente perivasculares (flechas azules en fig. 1, recuadro B): El paciente rechazó cualquier tipo de tratamiento.
En el pasado, los tatuajes solían asociarse a un bajo nivel social. Hoy en día, los tatuajes están ampliamente aceptados, siendo considerados una forma de arte. Las infecciones se encuentran entre las complicaciones asociadas a los tatuajes. Las verrugas víricas (planas o comunes) se relacionan a menudo con el virus del papiloma humano, siendo su aparición más común en las zonas de tinta negra de las extremidades. El manejo de las verrugas víricas es controvertido, utilizándose a menudo terapias ablativas tópicas y físicas. Las medidas de higiene son esenciales para prevenir infecciones a la hora de realizar tatuajes.